De cefalópodos y otras
tendencias.
A la izquierda siempre
– y solo – “los buenos”, y como no
hablamos de cefalópodos, pues solo nos queda esa otra orilla, la derecha, donde pernoctan “los malos”. Podríamos
decir incluso de estos que, medio paralíticos están, acaso si los
miramos desde el paraje siniestro de la ballesta. No hay más opciones, ni condiciones.
Es un pastiche de recuadro, de esquema y teorema, diría yo en blanco y negro, a
rajatabla así. Diría yo, en fin, como el esquema global. Pues bien, aborde usted, estimado hombre de mundo, de pletórico
cerebro recubierto y requemado por arabescos mentales de todo tipo, aborde
usted, decía yo, y digo, retomando el hilo de Ariadna trunco de esta
conversación, más bien monólogo sin catedrales,
a cualquiera de los individuos que de tan peculiar manera cubren en ese
ómnibus, bus, guagua o como sea que se llame y que usted ve ahí, en esa foto –
montados, sentados, acostados, amarrados, violados, de cabeza, en 4ta
dimensión, en alpargatas…– el tramo La Lisa-Parque Central (Ruta 222, La
Habana, Cuba), aborde usted, decía yo, y digo, por 2da vez y con la venia de
los presentes, a cualquiera de los individuos que de tan original – siempre
titánica – manera se trasladan de un punto a otro de la ciudad citada, y por la
mierda sitiada, abórdelo además, si puede, formando usted también parte de ese
amasijo sincrético, y pregúntele a cualquiera de ellos, así, con estas letras,
con esa allí exótica inflexión de su voz, con estos puntos, con estas tildes,
con estos signos de interrogación y de ser necesario – y lo será, si quiere
usted sobrevivir al menos hasta el final del trayecto – en este orden, con
estas comillas y con estas comas: 1. ¿es usted “de derechas” o “de izquierdas”?,
2. ¿Qué opina usted del “hombre nuevo” del que hablara el Che Guevara”?, 3. ¿Se considera usted, tomando en cuenta que ha
nacido y crecido en el sitio donde – según ese mae, Guevara – se coce la mejor
sopa de nabos, necesaria para la formación del “hombre nuevo”, parte
indisoluble de tan reciente especie?, 4. ¿es usted martiano, fidelista,
guevarista, o "el hombre nuevo"?, 5. ¿es usted un revolucionario?, 6. ¿se considera usted un
individuo comprometido con el proceso revolucionario cubano? Pregunte usted, estimado ser de foránea orilla, formando parte,
repito – si puede – del folclórico conglomerado, y ya verá de qué brutal manera
puede un hombre cultivar un cefalópodo ideológico en la cabeza, o convertir la suya, estimado hombre de mundo, en ramillete de tentáculos sanguinolentos.