lunes, 15 de agosto de 2011



¡AleYuya, La Marcha de las puyas!

¡AleYuya! Llegó la Revolución Industrial a Costa Rica; síntoma de que el progreso interesa. Todavía nos faltan dos siglos y medio para que hoy sea hoy, pero algo es algo. Ayer finalmente se bien logró La Marcha de las Putas en San José. El detonante de la protesta fue un comentario prehistórico de un cura del neolítico que se escapó del Museo de Antiguedades Egipcias de El Cairo y ahora vive aquí, suelto y sin vacunar. El recorrido terminó en el lugar ideal, soñado: en el Parque Central, frente a la Catedral citadina. Y había misa en la caverna, para pulir la utopía. El mejor aporte de la marcha, diríamos El Premio Mayor, se lo llevó el enjambre de consignas que se corearon; por ocurrentes, y además, por irreverentes. Allá va eso: ¡Ni a la Iglesia ni al Estado, mi cuerpo es mío!, ¡Fuera los rosarios de nuestros ovarios!, ¿Cuál es la única iglesia que ilumina? ¡La que arde! Todavía nos quedan como temas de estudio y tarea para la casa, los periodos de la época moderna y la contemporaneidad. Pero hay deseos de llegarles. Si nos apuramos, ahorita amanecemos en el mismo día del almanaque.