martes, 3 de febrero de 2009

Al pan, pan..

El 24 de enero el Papa Benedicto XVI dejó claro ante el ojo público que no solo de buenas intenciones puede estar empedrado el camino al Infierno, sino también de las peores, y que se puede llegar en un santiamén, sin hoja de ruta ni pésima conducta previa, hasta el mismísimo noveno círculo. Suficiente con decir y permitir lo inaceptable, lo inconcebible, para llegar hasta allí, dando brincos de fosa en fosa, siempre y cuando le cobije la infalible escolta del Todopoderoso para garantizar el pasaje de regreso a la superficie. ¡¿ Que piedra ni que palo ni que maní para coger vivo a quien ?! ¿¡ Que Dante ni que Virgilio para explorar desde ahora el probable final de trayectoria!?; ¡ Benedicto XVI para un Tour al Infierno con todo incluido !! .

Un cura británico excomulgado hace casi 20 años por haber llegado tan lejos – y tan cerca - en sus declaraciones como Hermann Goering, Rudolf Hess, Joachim Von Ribbentrop, o cualquiera de aquellos sádicos implicados a finales de 1945 en el Juicio de Núremberg, acaba de ser rehabilitado en funciones por el nuevo prelado de la Wehrmacht . Fue tan alta la montaña de muertos amontonados entre 1939 y 1945 por el meticuloso trabajo de aquellos bárbaros, que fue necesario, para dar curso legal al Proceso de Núremberg, sacar con traje nuevo un término jurídico desconocido hasta ese entonces por el homo sapiens : crímenes contra la humanidad. 6 millones de judíos tuvieron la desgracia de perder sus vidas, o lo que de ellas quedara, a manos de semejantes perpetradores, con el único e irracional designio de hacer que la montaña fuera cada vez más alta y miserable. Pero no, según Richard N. Williamson, el cura apócrifo reivindicado por su papá, esto no sucedió. Para este memo “apenas” fueron unos 200 000 o 300 000 judíos los que murieron en campos de concentración alemanes..”pero ni uno solo en cámaras de gas” ¡!. ¡ Y hay que traerle a Herr.Williamson el equipo de investigación forense de CSI Las Vegas para probarle lo contario !!.

Tomando en cuenta los probables cálculos del SS Richard N. Williamson, de los “apenas” 300 000 judíos que dejaron de existir en campos de concentración alemanes, 299 000 debieron morir por golpes en la nuca causados por resbalones sobre las brillosas lozas de los impolutos baños higiénicamente ubicados detrás de cada barraca en Auschwitz, Treblinka, Dachau, Majdanek.. . Pero de todas formas, consta fidedignamente en actas de archivo, que se les dio la posibilidad de regresar al mundo de los vivos, reencarnados, y al mismo baño, ahora convertidos en pastillas de jabón. Y por balas perdidas moriría, a medio camino entre el pico-la pala y la barraca, el ínfimo porciento restante de los judíos “internados”. ¡ Que estábamos en guerra por el 45, y accidentes de ese tipo son frecuentes en las conflagraciones ! De cualquier menara, poco importa la cifra de defenestrados - pensará inmutable, irretractable, rígido, ¿ regio ?, el santísimo y docto Williamson - si al fin y al cabo estamos hablando de “gentuza”, de “enemigos de Cristo”. Más bien deberíamos pensar - si pensáramos con su balón de futbol, con su maraca, cualquier cosa menos una cabeza - que fue un milagro divino lo que permitió firmar tantas actas de defunción de judíos en tan corto tiempo.

No hay que pasar por alto que para este personero de la nueva Wehrmacht comandada por su papá Benedicto XVI - el prelado entre prelados -, los callos en las manos del ex presidente norteamericano G.W. Bush, son un síntoma inequívoco de cuanta mandarria estuvo aquel dando noche a noche en las bases de las Torres Gemelas, para tumbarlas “ de a viaje “, y “echarle el muerto” a Bin Laden y su tropa redentora.

De “negacionista” , “lefebvrista” - seguidores del reaccionario Cardenal Marcel Lefebvre - y “tradicionalista de línea dura”, se tilda con toallita tibia sobre la frente a este cura revisionista británico; y de equivoco papal al disparate cometido por su ¿ Santidad? Joseph Alois Ratzinger , al reivindicar los derechos parroquiales de este pichón de sajón, de anglo, de juto y de frisón, cuando las cosas, y la actitud de ambos, deben ser llamadas por su nombre: inmoralidad, desprecio por la Historia, desprecio por la especie humana, descaro.

. Floriano Abrahamovicz, otro cura sin-vergüenza que ha levantado la voz en defensa de Williamson el anticura, dice saber “que las cámaras de gas existieron al menos para desinfectar, pero no sabría decir si en ellas mataron gente o no, pues no ha profundizado en la materia”. ¡ Con fijador la peste a heces fecales – en buen cubano emplearía otro término - que se ha desatado en el Vaticano, y altares colindantes !

Negar el Holocausto, la shoah, evadiéndolo con “tecnicismos” mediocres, es legitimarlo. Y negar la Historia es negarlo todo, es una negación que sobrepasa los límites del credo, la geografía y el color porque es negar al prójimo, es negarlo a usted, y a mi, al que vendrá y al que aquí estuvo.