viernes, 5 de julio de 2013

Del marabú y otras hierbas alucinógenas.


Del marabú y otras hierbas alucinógenas.

         Bien lo recuerdo: – y lo recordarán aquellos que conmigo comparten generación, lugar de nacimiento y crecimiento – en nuestros tiempos de “pionero” se entonaba como un cántico medio místico, acaso nostálgico, acaso como una letanía interminable, esta porquería que aquí reproduzco: Yo quisiera ser como él: yo quisiera ser, yo quisiera ser, como él, como él, Yo podría ser, yo podría ser, como él, como él. Yo tendré que ser, yo tendré que ser, como él, como él, ¿Cómo quién? ¿Cómo quién? Como el Ché. Como el Ché. Como el Ché.. Niño al fin, disco duro semivacío al fin, uno casi terminaba llorando cuando el último “gallo” asomaba en la garganta. Y es que al tono melancólico de la cantaleta le agregábamos, por efecto evocativo, (lo mismo que hoy al Combo hamburguesa-papas fritas, el vaso de refresco) el prontuario de idílicas referencias que sobre Ernesto Ché Guevara desparramaba (y desparrama) sobre la impermeable geografía isleña, “el aparato”. Aquello era soltar la enjundia ideológica como quien suelta el sudor hasta los tuétanos arando la tierra; labor esta que por cierto, va quedando allí en desuso frente al avance irrevocable de la tecnología del parásito. El bombardeo ideológico no fue estéril. Los cráteres que dejó convirtieron  (con el perdón de T.S.Eliot) en tierra baldía, en solar habanero, no solo la corteza cerebral de alguno que otro entre aquellos que alguna vez fuimos párvulos isleños, sino también la mollera de quienes puertas afuera, por fatum-genoma propenden a la adicción malsana y a estas alturas de humanidad se les hace difícil tapar esos boquetes por los que cabe cualquier cosa menos la realidad.

P.D: mi memoria no llega hasta el recuerdo literal del canto místico que aquí reproduje. Cualquier cosa seré, menos masoquista. Este enlace, que recomiendo, me sirvió de sustento.