viernes, 30 de septiembre de 2011


De la vida, el tiempo y otros golpes.


La vida, que es el tiempo corriendo con formas concretas y además – en este caso concreto – con un mal uso del gerundio, suele llenarse de cachivaches y recovecos y suele vaciarse también, de golpe. No vuelvas a los lugares donde fuiste feliz, reza firme como garrotazo un verso de Delfín Prats. Ser poeta no es cualquier nimiedad, y es que los buenos poemas suelen llevar el peso de las sentencias eternas, incontrastables. El poeta lo sabe, lo sufre y lo asume con dignidad; sabe que lo marca una especie de fátum y se le entrega sin evasiones. No hay hombre más valiente que un poeta ni hay hombre más tozudo que aquel que se atreve a regresar a los lugares donde fue feliz. Hoy sentí el agrio leñazo que suele dejar en la caja torácica el regreso a los lugares donde se ha sido feliz. Hoy tuve tiempo para caminar, para caminar solazándome quiero decir, que es una más entre las formas concretas de pasar el instante, la vida. Y sin presencia consciente llegué al mismo sitio donde hace dos años pasé un rato agradable – entre helados y charla – junto a mis padres. No vuelvas a los lugares donde fuiste feliz, fue mi primer pensamiento cuando me supe allí, y lo demás ya lo escribí, ya es parte del recuento de este 30 de septiembre que para mí se quedó sin cachivaches ni recovecos porque a las cuatro de la tarde se vació de golpe.

NO VUELVAS A LOS LUGARES DONDE FUISTE FELIZ
(Delfín Prats)

no vuelvas a los lugares donde fuiste feliz

ese mar de las arenas negras

donde sus ojos se abrieron al asombro

fue sólo una invención de tu nostalgia



extraviado en medio de la noche

no puedes recordar

has perdido los senderos del sueño

y despiertas buscándola en el ocio

y el juego de los soldados y su lengua

extraña a tus oídos había sido para ella

un descubrimiento en ese día hecho

para crecer en la memoria de ambos

como las montañas que entonces los rodearon



di adiós a los paisajes donde fuiste feliz

vive la plenitud de la soledad

en el primer instante

en que asumes la separación

como si ya su estatua

en ti elevada por el amor

para la eternidad fuera esculpida

contra el cielo de aquella isla

contra sus ojos más grandes

y más pavorosos que el silencio