viernes, 22 de junio de 2012

De la caricia intocable.



De la caricia intocable.
           En 1938 el compositor Samuel Barber escribió su Adagio para cuerdas (Adagio for strings). La faena es un arreglo de otra composición, también suya, de 1936. Con el tiempo el megalito sonoro se convirtió – por la inflexión – en la pieza más triste de la música clásica, por delante del Dido´s Lament (Dido y Eneas), de Henry Purcell y el Adagietto de la 5ta Sinfonía de Gustav Mahler. El 12 de abril de 1945 la obra maestra de Barber acompañó el quejido radial que anunció la muerte de Franklin Delano Roosevelt. Después de los atentados del 11 de setiembre de 2001 contra el World Trade Center, el Agadio for strings se ha convertido en la referencia melódica, de oído, del dantesco suceso. Películas de notable factura como El hombre elefante, Platoon, Amelié, incorporaron ese buen parto de Barber dentro del soundtrack original. El tiempo no puede matar lo que se le escapa; siempre habrá una oreja para esta caricia.

P.D: En la foto, una escena de la película Amelié.