sábado, 12 de febrero de 2011



Intermezzo.

Hace más de una semana dediqué una hora larga a ver un video que alguien filtró en la red, en el que un individuo desmadejó – hasta donde su ingrata dicción le permitió – frente a un auditorio de nobles seguidores de la escuela filosófica del pitecantropus – uso de la piedra, el palo, el fuego – una compleja teoría de la conspiración que se gesta contra la Revolución Cubana desde Internet y sus redes sociales. Lo de Revolución Cubana es por el aquello de enriquecer el lenguaje con la sinonimia. Pude haber dicho desecho in/orgánico o pierda molida, y nadie iba a perder la referencia. El árbol genealógico de la familia del Coronel Aureliano Buendía es un jueguito didáctico para infantes menores de cinco años si lo comparamos con la telaraña inalámbrica tejida por el combatiente/ponente. Y Muerte en el Nilo, de Agatha Christie, un ejercicio de principiante enfrascado en hacer algo por llevar a mejor puerto la novela policial. Para no pecar por omisión, es justo reconocer que los miembros del quórum allí presente – incluyendo fláccidos y viriles – en realidad son eruditos en la aplicación práctica, actualizada, de los preceptos de dicha cátedra metafísica: la porra, el gas lacrimógeno, los barrotes. No resultó anómalo que en alguna que otra ocasión el orador pidiera un vaso de agua porque a garganta seca, ¡oye!, ¡no es fácil desgranar el meollo de semejante alegato! La conferencia magistral pasó por varias etapas. Primera fase: exposición de los principios básicos de la Doctrina Monroe. Segunda fase: nociones de teorética arribista. Tercera fase: precipitación de la mierda que allí se habló. El parecido físico-retórico entre el conferencista y El Oso Yogui, la superposición fonética, de estilos, el mutuo acierto en el tratamiento del cartoon y la historieta, nos remite a cierta conexión supra racional entre ambos. Según los fundamentos teóricos de la ponencia del malabarista, no hay un solo cubano que tenga un blog o una cuenta de Facebook y viva Malecón afuera, ajeno al complot contra la Cuba intramuros y ajeno a la plantilla de agentes encubiertos de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos. Yoani Sánchez y su blog Generación Y, no son lo que dicen sus reconocimientos, sino lo que dice él. El guión no le alcanza al ente ni para hacer película de serie B, ni para trascender las paredes del saloncito donde dejó caer su porquería oral. Pero el tipo hizo lo suyo, lo que le tocaba. Entonó el solo de galillo trunco que le correspondía y que de él se esperaba dado estamento gubernamental en el que – todavía – flota, rellenó después el tanque con un bono-regalía de 20 litros de gasolina, atravesó media ciudad escrutando la miseria material y espiritual que se come a su gente, a su Habana, a la isla en peso y entera para finalmente en casa, a solas, si acaso, si algo de conciencia y vergüenza quedó, bajar la cabeza y apretar los ojos para cortar el llanto.