jueves, 7 de enero de 2010



Con el orgullo trepado sobre una montaña de escombros.

En la noche-madrugada del 28-29 de Diciembre de 2009, la conocida agrupación musical puertorriqueña Calle 13, ofreció un concierto en la ciudad de Liberia, Provincia de Guanacaste, Costa Rica. Dado que el tiempo corre de prisa y no es mucho el espacio que nos deja Cronos para definir términos con mesura, me atreví a colocar el adjetivo “musical” entre el sustantivo y el gentilicio. Para no incurrir en desvíos gramaticales, dejo ese tema en la vereda contigua y tomo la guardarraya que aquí me trae. No voy a negar que alguna que otra vez he balanceado el cuerpo con las aleaciones sonoras – instrumentales y guturales – que Calle 13 genera. Total, si mis recontratatarabuelos del Paleolítico improvisaban una danza con una piedra y un palo, mover los huesos con Calle 13 puede ser algo que con suerte nos ayude a recordar los ancestros, y eso puede ser hasta entretenido. Pero Calle 13 se atragantó en Guanacaste con dos asignaturas en mitad de la garganta: la historia de América y la Filosofía. Si ya tenemos bastante con lo poco que ofrecen, hasta donde llegaremos si ahora también carraspean lo poco que piensan. En entrevista publicada el jueves 31 de Diciembre de 2009 – a raíz del concierto de marras – en la sección música del suplemento Viva del diario La nación de Costa Rica, el Residente en la Calle 13 apeló, más que al análisis y al conocimiento, a su instinto panfletario para colorear un par de respuestas a preguntas que no daban mi para el monocromo. Y se chorreó la acuarela...


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