Desempolvando el tiempo entre duna y duna, entre
dona y dona.
Hará dos años en octubre
de la muerte de Muamar el Gadafi. Entre duna y duna, entre dona y dona, van
pasando del recuerdo al olvido las memorias del gran estadista. Pero no hay que
ser así, no hay que dejar que el polvo del tiempo, el hollín para habitante de
gran urbe, nos tupa la tapa. He aquí un ejemplo
de las faenas en las que, con notable arresto, se empeñaba el más honesto de los libios, colocando, contra viento y marea un derivado de su mucho petróleo aquí, otro poquito de asfalto allá, en la ruta hacia el
mejoramiento humano. Digo yo que, entre otras cosas, también por eso tuvo la
bella muerte que tuvo, con un proyectil calibre 50 ajustadito en el recto,
cinco minutos antes de que otro – calibre más discreto – abriera el paso a
otra Libia posible en su parietal izquierdo.