La revolución cubana:
dos metas para este milenio.
En el año 2010, finales,
la revolución cubana acuñó lo que posiblemente los libros de consulta recogerán
como el mayor de sus logros: conseguir que llegue el agua a los grifos de las
zonas residenciales los días que no están en el almanaque y, a veces, días
alternos. Considerando que hace poco celebramos el aniversario 500 000 de nuestra especie, no fue mucho el tiempo que les tomó – para decirlo como ellos – alcanzar
el compromiso trazado. El 1ro de enero de 1959 las hordas batistianas,
impotentes ante el avance de aquellos que rasuradora nunca conocieron, se
agarraron en catarsis contra las tuberías de agua de todo el país (metálicas en
aquella etapa de evolución tectónica del planeta), anudándolas, con esa fuerzas más que dan las espinacas en lata, para evitar
que fluyera la mezcla paradisíaca resultado del despelote entre dos átomos de
hidrógeno con uno de oxígeno. Mas la revolución cubana, que como digno leproso
se desmiembra pero no se amedrenta, asumió el reto de restablecer en el menor
tiempo posible el vital servicio. 50 años y un plus estuvieron desenredando
nudos. A no dudarlo, una hazaña. De la presión con que sale, a veces, el agua de las
llaves, no hay que hablar. Qué presiones ya tienen de varios
tipos allí y no hay que darse el innecesario lujo de incluir una más! Basta con un símil
para, al menos, imaginar la poética magnitud de la conquista: el mojado
elemento discurre por la boca del grifo como la cola famélica, viscosa, de una
salamandra contenta. La próxima meta será lograr que llegue el agua a las duchas. Si no
pierden el paso, tal vez me quede algún nieto vivo cuando lo consigan.