domingo, 4 de noviembre de 2012

Dominguera.


Dominguera.
      Mira tú – mirá vos, diría yo si aquí perteneciera pero no cumplo la faena y se acredita ese pretérito imperfecto del subjuntivo – nació el domingo. E igual que tú, igual que yo, completará lo que sea que deba completar, dejará a medias lo que a medias deba quedar. Crecerá para ojos que suyos no serán, y morirá. Igual que tú vo(s/z), igual que yo. Una calle un barrio una ciudad a la que tampoco pertenezco se desparrama al otro lado de la ventana. Un perro ladra, el sol no aparece ni en recuerdos y se agradece. ¿Por quién doblan las campanas? Por nadie, doblan al viento, que es fuerte. Cualquiera diría que se acerca la navidad. Hay misa y el cura es maricón, es lo que toca. Mirá vos, diría yo si aquí perteneciera (pero ya sabés, no cumplo la faena): este domingo se me parece bastante al anterior. Reparo acaso en una diferencia, nimia: más o menos a esta hora de aquel alguien pasó por esa acera que antes no mencioné, la que entre calle y casas se comprime, y dijo picha, dijo mae, sinónimos interpelativos en tono de doncella del muy espiritual ¿asere qué pinga e´? cubano. Ahí mismo un perro dominguero ladra hoy, y mea, mae. Fijáte vos, cosa curiosa: son parónimos los términos. Mirá, – diría yo si aquí perteneciera, pero ya sabés, no cumplo la faena y acredito ese pretérito imperfecto del subjuntivo – para el próximo domingo quizá el perro cague donde hoy meó, tal vez ni eso.