lunes, 9 de septiembre de 2013

Casi una esquela.


 
Casi una esquela.
      A mi vieja amiga Yane – que no es lo mismo que una amiga vieja – le diagnosticaron un cáncer el 1ro de julio. Desde entonces comenzó a padecer, y a luchar. Para mí, no hay consuelo más innoble que aquel que remedio no ofrezca. Y aunque no me ajusto a ese modelo de terapia, intenté animarla lo que pude. Pero la vida suele en ocasiones “distraerse” demasiado y perder el camino sin encontrar la manera de revertir el yerro. Las implicaciones psicológicas, los periodos de zozobra que a no dudarlo, provoca este tipo de imprecisión del destino, en su mayor grado solo ella pudo registrarlos. Y solo ella pudo sentir con cuanto rigor sufre el cuerpo en situación semejante. El día que la conocí en la Universidad de La Habana, hace más de veinte años, casi una niña entonces, casi un niño yo, sentí un amarrón en el pecho que me duró una noble temporada. Compartimos un hambre de globo terráqueo cuando menos incontrastable. Pasaron los años y nunca perdió los arrestos, conoció medio mundo, amó y algo que es casi mejor: se dejó querer. Como en cualquier otro sapiens, el hambre de vida era también estandarte para ella. Fue lo que todos en primera y última instancia somos para casi todos: uno más en la marea de los nombres sin rostro. Una a la cual las plazas de Madrid, los recovecos de Roma, las calles de Nueva York, los suburbios de Monterrey, no echaran de menos. Ni falta que hace, porque la van a extrañar sus hijas queridas, sus padres, su esposo, su familia toda. Y también la vamos a extrañar sus amigos y los cañaverales de Camagüey.   

Mi villana favorita.




Mi villana favorita. 
     La voz me recuerda a Amy Winehouse y hasta su aire se da. Pero la verdad es que todavía no sé bien qué es lo que canta ella porque cuando la veo las orejas se me convierten en otro par de ojos y la cabeza se me hace tiritas, se me desajustan los pensamientos, se me deshacen como los fideos que por accidente caen desde un caldero de agua hirviendo y se desparraman por el piso de la cocina. Nada, que me descojona la psique esta mulata linda, vaya, para decirlo como es.