domingo, 30 de agosto de 2009



Escribiendo sin llamar al mundo para que lo vean pasar.

A Miguel Terry Valdespino.

A la carrera improviso un post en la noche tica del 30 de Agosto de 2009. Ya se que la fecha sale automáticamente sobre cada capítulo pero quiero sentirme reincidente, aunque a estas alturas de vida y locación geográfica, sea apenas para repetir la fecha. Son pasadas las 10:30 pm, no pensaba escribir hoy ni media palabra con nuevo título en este blog, pero empecé a calentar motores con los comentarios de los 2 últimos artículos, recién fallecidos, pero siempre vitales; ustedes me entienden, y yo también…¿¡y yo también!?...Con aquellas acotaciones comencé a calentar motores pero hasta ahora no encontraba razón de fuerza para escribir. Un venturoso mail de mi ex suegra Yasmín Sierra Montes, escritora y abuela de mi querida hija, me ha dado el motivo que esperaba para lanzarme sobre la página en blanco. Acabo de saber que un viejo conocido, el escritor cubano, de Caimito, Provincia Habana, Miguel Terry Valdespino, ganó 1ra Mención en el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar 2009. Y créanme que me he alegrado con la noticia. Esa mención tiene sabor a Premio. Terry es de aquellos buenos hombres que, como diría nuestro Apóstol José Martí, jamás llaman al mundo para que lo vean pasar, y es sobre todo por eso que me alegro por él. Mi ex (suegra) ha tenido incluso la gentileza de enviarme el cuento de Terry, aún fresco sobre las páginas Microsoft Word y sin sabor a celulosa de imprenta, por los que ahora mismo si se me ocurre lo publico en primicia en el blog, pero no lo haré, por respeto a Miguel Terry Valdespino. Las lecciones del vampiro, lleva por título, y aquí les cuelgo al menos las palabras introductorias (el cuento tiene 17 exquisitas cuartillas)

Tú eres la culpable de este juego sangriento.

Pablo Neruda

Para Alberto Guerra, por sus amantes del segundo piso.

Una semana antes de que yo cumpliera los cuarenta y nueve, mi esposa armó sus maletas y se fue a vivir con un tío que decidió dejarle su casa en herencia. El viejo no viviría demasiado. La herencia vino a acelerar el fin de un matrimonio muerto. Clara se llevó la mayor parte de sus cosas y aseguró que muy pronto vendría por el resto. También me sugirió escribir a Hamburgo para contarle a Marcela, nuestra hija, que nos habíamos separado. En breve retornó con una camioneta para cargar “el resto de sus cosas”, entre las cuales no incluyó un poemario donde yo le había escrito un par de décadas antes: Estos veinte poemas de Neruda no alcanzan para decirte cuánto te amo. Contemplé la soledad de mis palabras. El tiempo puede hacer añicos la más sentida dedicatoria. Concluyó nuestro matrimonio de veintisiete años. Concluyó nuestra carrera de resistencia.

Ni siquiera se quién ganó el Premio. No sería difícil saberlo, bastaría con clickear un par de veces en la Red pero al menos hoy, yo no lo haré. Podría también colocar un par de enlaces desde aquí mismo, pero tampoco lo haré. Quiero darme la noticia con el aura de los viejos tiempos, saborear el suceso como si estuviera en Cuba y me llegara la confidencia desde un murmullo filtrado, una llamada prudentemente imprudente, un gesto pedestre pero triunfal. No es mucho lo que recuerdo de la obra de Terry: un par de cuentos de sus libros publicados por Editorial Unicornio, sus artículos culturales en el periódico El habanero, y sobre todo, una obra que a mi juicio marcó asiento en la dramaturgia cubana de los últimos 20 años: Los duros mueren como Humphrey Bogart. Saber que Miguel Terry Valdespino ganó esta 1ra Mención-Premio en el Julio Cortázar, me ha hecho recordar, quizá por empatía de conductas, los nombres de otros dos excelentes escritores, y amigos suyos, de Provincia Habana, que jamás han llamado al mundo para que los vean pasar, y no obstante, el Mundo lo está viendo pasar: José Antonio Martínez Coronel y Francisco García González. Felicidades, acaso mudas, a Miguel Terry Valdespino.

en la foto: Humphrey DeForest Bogart