sábado, 8 de enero de 2011



Requemando el llano.

Repasar un volumen de cuentos veinte años después de la primera lectura tiene sus encantos. Puede suceder, por ejemplo, que descubramos que el autor había muerto incluso antes de aquella lectura primaria; que para cada texto imaginemos un final que pertenece a otro cuento dentro del propio libro o a otro libro que ni siquiera es de cuentos; que improvisemos otra variante interpretativa donde en realidad no la hubo, ni la hay ni la habrá; que a la hora del recuento el cuento favorito ya no sea el que fue veinte años atrás; que nos disperse a mitad de lectura el susto y la nostalgia por el recuento extraliterario de la vida pasada, entre otras digresiones. Releyendo El llano en llamas, del mexicano Juan Rulfo, gocé conmigo: flaqueó la memoria, la hermenéutica pretendió alejarse pero al final redefinió el mismo círculo, los afectos preestablecidos no resintieron variación notable. Conclusión: lectura nueva = lectura vieja, o casi.