Poeta proscrito.
Francois Villon se atrevió a escribir un poema con la soga al cuello, literalmente. Esperaba ejecución de sentencia y decidió que no era mal momento para emborronar cuartilla. Quedó huella latente del asunto: Balada de los ahorcados. Asesino, ladrón, revoltoso y pendenciero, Francois Villon (1431 0 1432 –?) encarnó al clásico poeta delincuente. Tres años después de su graduación como licencié y maître ès Arts en la Universidad de París; para lucirse ante los ojos de una puta de camino que se le atravesó en el entrecejo, asesinó al clérigo Philippe Sermoise. Condenado a morir en la horca, no sabía aún que el indulto venía en camino cuando al pie del patíbulo y con las greñas de la soga molestando en su cuello se le ocurrió escribir esto:
Yo soy François- ¡cuánto me pesa!
de París, cerca de Pontuesa.
pendiendo de la cuerda de una toesa
sabrá mi cuello lo que mi culo pesa.
Corría el año 1455; y comenzaban así, con magnífica cuarteta, los desmanes vodevilescos de Francois Villon. Un bandolero medieval con una sensibilidad estética desbordada. Evasivo pero resplandeciente, adicto al sexo mercantil y la vida grosera pero atrapada por ornamentales estremecimientos, se despidió sin despedida, sin rastro, sin un quebranto, más o menos por el año 1463. Aquí debajo, un texto del poeta.
A Devotas y Mendicantes,
a elegantes de chapa en suelas,
a Cartujos y otros tunantes,
a clientes y a mujerzuelas
de esas que usan abiertas cotas,
a galanes que por las modas
hieren sus pies con prietas botas:
agradezco a todos y a todas.
A las que muestran pezoncillos
porque saben que eso da oro,
a traviesos y a ladroncillos,
a saltimbanquis con su loro,
a juglaresas y fantoches
que silban, beodos y beodas,
y así alegrando van las noches:
agradezco a todos y a todas.
Salvo a jauría azotadora
que me hizo masticar grilletes
pero que ya no temo ahora
mas que se teme a tres soretes.
Les dejaría eructos, pedos
a modo de estridentes odas,
pero quiero evitar enredos:
agradezco a todos y a todas.
Que con durísimos mazazos
les rompan las costillas todas
y las piquen a martillazos:
agradezco a todos y a todas.