Ubi bene, ibi patria: ¿ciudadano del mundo?
Un buen amigo cubano me dijo que pertenecemos al lugar en el que por primera vez nos sobrecogió una puesta de sol, un amanecer, al lugar en el que por primera vez vimos el mar, al lugar en el que por primera vez hicimos el amor. Le dije entonces que bien podríamos sentir ese infalible sacudón que provoca ver el mar por vez primera, en un lugar – entiéndase país – y pagar la novatada sexual en otro. Me respondió que solo en raras ocasiones estos asuntos primigenios del espíritu no germinan en el mismo suelo y que en casos así, simplemente no hay sentido de pertenencia a tierra alguna. No hubo réplica. Quien esto escribe nació en Cuba, creció en Cuba, se hizo hombre en Cuba; sintió y disfrutó en Cuba, por primera vez en su vida – y por segunda, tercera… – todo aquello que al inicio del párrafo se enumera. Y a Cuba me voy mañana. Cuatro semanas. Cubano soy de la cabeza a los pies, pero: ¿pertenezco aún a ese lugar? Creo que sí, pienso que no. Tal vez lo sepa cuando llegue allá, quizás lo sienta cuando aquí regrese.
Ubi bene, ibi Patria: Donde se esté mejor, ahí está la patria. (¿Cicerón, Pacuvio?)