Siete Habanas en dos horas.
Hermoso este medio soundtrack de la
película 7 días en La Habana. La vi esta madrugada: un refresquito. Imagino una
película fabricada – como el antojo del capítulo final – a la carrera, porque con ese elenco detrás y
delante de cámaras, las apuestas sobre la mesa daban para más. Al final me
queda la impresión de que esa gente fue a Cuba “a joder la pita” y pasar el buen rato con un pretexto fílmico. Me
gustó la presencia de Emir Kusturica, ¿Te
acuerdas de Dolly Bell?, su bis actoral y la historia que le tocó llevar
porque la asocio con el motivo primario de todos los que involucrados en la
película estuvieron: el tropical vaciloncesto.
Me gustó además el desenfado constante que transpira ese capítulo, en una Cuba donde
los límites, las fronteras sociales son tan porosas que se desploman sin alboroto.
Entre la gente de la ínsula que hizo lo suyo en el plató, me quedo con Mirta
Ibarra, grande siempre. El tema que les cuelgo, creo, es de Descemer Bueno, pero
bueno, nunca se sabe. Lo que sí sé es que me traen con la nostalgia al lomo los
todavía próximos recuerdos de ese pedazo casi humano del malecón habanero y esos 24 instantes de una primavera eterna que
te hará renacer…lejos de mí.