jueves, 30 de abril de 2009

Cuando se raja la luz en los espejos

Marcharse,

es buscar la manera de no enterrar el adiós,

cuando se raje la luz en los espejos del alma.

Partir, es dilatar la mirada aunque la gota parta la mejilla,

pero marcharse,

es colocar en tu lugar la ausencia,

dejar el acto a oscuras ejecutando el final,

para llevarnos el tiempo no visto entre los dedos,

y creer que podemos volver, de donde no podremos.

De mi libro Pasajero del Invierno. Editorial Unicornio. La Habana.Cuba.2001

1ra Edición Premio Aldea Poética. Editorial Opera Prima.Madrid.España.1997.

domingo, 26 de abril de 2009


No violaré la triste soledad de las costas abruptas y sin sol…

Voy a confiar en ti porque no encuentro razones para hacerlo y quiero jugármela en el intento. Haré lo que no deba. Me quedaré sentado cuando correr sea la sugerencia. Besaré con la mejilla, respiraré solo por la nariz. Consultaré el horóscopo. Trocaré cerveza por agua mineral, carne por vegetales, lujuria por apatía. No haré el amor, no veré pornografía. Seré metódico: comeré a horas fijas, colocaré la ropa en su lugar, escribiré continuamente pero iré temprano a la cama. Dormiré más. Soñaré menos. Respetaré señales de no adelantamiento en carretera, mantendré la calma. No mearé los bordes de la tasa, no me relajaré con la sinfonía del chorro ni eliminaré imperceptibles máculas con el orine. Seré discreto al escupir en la vía pública. No acomodaré mis genitales en el jean ante aglomeraciones urbanas. Seré feliz, al menos lo intentaré. Creeré en Dios y rezaré. Iré a velorios y a misa, contemplaré los rostros de la muerte cristal mediante y dormiré un tempranero sermón en bancos de Catedrales. Haré lo posible por caer mal de gratis: en algunos casos no será gran cosa lo que deba hacer y en otros no habrá desgaste alguno. Lloraré solo en buses abarrotados. Seré ingrato. Olvidaré a quienes no debería. Tomaré domingos libres. Daré frecuentes paseos familiares. Seré fiel. Me avergonzaré por venir de donde vengo y haré hasta lo imposible para disimular procedencia. De vez en cuando vestiré de frac. Hablaré con afectación, adoptaré poses e intentaré pasar entre los intelectuales. Beberé de la cicuta. Dejaré de maldecir. Me haré el interesante. Colocaré un tablero de ajedrez en algún rincón de la sala. Consultaré con la almohada y esperaré su respuesta. Me afeitaré diariamente, me pelaré las cuatro greñas sin esperar la recomendación. Diré lo que se quiera escuchar: mentiré más. No volveré a Mc Donald´s. Aumentaré mi dosis de frutas al desayuno. Patearé a los perros en las calles pero tendré un perfil ecológico, amigable con el medio ambiente, risueño, digerible, amistoso, sociable y recomendable. Daré un giro a la izquierda, iré a huelgas aunque sea para estirar las piernas. Leeré más y leeré menos. Consumiré enormes cantidades de refrescos de café, té de manzanilla. No violaré la triste soledad de las costas abruptas y sin sol y de las aguas grises (1), seré un clásico bañista de playas tropicales o tropicalizadas, me tostaré al sol. Jamás volveré a correr descalzo sobre la hierba. Aprenderé de marchas y revoluciones...en motores de combustión interna. Practicaré deportes al aire libre, sin reparar en el ocaso. Me tornaré predecible, rígido, conservador. Me aferraré al matrimonio sin amor y sin divorcio. Recomendaré mala literatura. Respetaré a los palabreros con ínfulas de poeta, caterva de libros y premios mediante. No seguiré la tabla de posiciones de Major League Baseball, del Tour de Francia ni de la Champions; intentaré con el golf. Gélida la mirada, me mostraré indiferente cuando sienta alegría. Seré cauteloso, la carreta siempre detrás de los bueyes, la casa lejos de la ventana. Recortaré el tiempo y la intensidad del abrazo. Imitaré otras voces, anularé la mía. Aceptaré el indulto. Seré cualquier cosa menos la cosa que soy, renunciaré a mi abismo y encenderé una luz para salvar la caída.

(1) Ezra Pound (Doria)

miércoles, 22 de abril de 2009




Para que pintar y amar si la gente se agrede y el mundo se corroe a si mismo

El arte es la única categoría que tanto estética como espiritualmente atrapa en un solo cuerpo la más profunda sensibilidad creadora. Y no obstante, no siempre se logra imbricar en un todo coherente la obra con el artista. Francois Villon, el más grande poeta francés del siglo XV, también un clásico entre los malhechores, se atrevió a llegar hasta el asesinato. Arthur Rimbaud dejó registros poéticos difícilmente superables acompañados de una pésima conducta social. Ezra Pound, cátedra de rigor en la poesía, terminó abrazando desde su locura la causa del fascismo italiano. En la plástica los nombres de Gericault, Vincent van Gogh , Henry Darger, Alfred Kubin, Edvard Munch, Richard Dadd, Antonin Artaud, y otros, se relacionan con la demencia, el caos existencial, la marginalidad y el impulso delictivo. La lista de escritores, pintores y/o artistas que trazaron una ruta inconexa entre su vida y obra es tan extensa como la historia del arte. En legítima defensa de tantos notables creadores socialmente disfuncionales, se levanta como túmulo insoslayable el argumento de que ya es suficiente mérito crear una obra artísticamente punteada con los caracteres de la eternidad. Pero acercarse a un artista y encontrar en él no solo al gestor de una obra compacta, memorable, sino al sujeto profundamente humano, comprometido hasta los huesos, sin llamar al mundo para que lo vea pasar, – como diría José Martí – con toda causa que ofrezca señales de amor al prójimo, ofrece la posibilidad de extender los signos de admiración más allá de la faena artística. Man Yu Fung , con apenas 31 años de edad, ha patentado su nombre en el entorno figurativo hiperrealista de la plástica costarricense, y en el pecho de aquellos por los que ha estado dispuesta a ofrecerlo todo en ara de aliviar el dolor y la desesperanza humanas . Es tal el rigor, la seriedad con que Man Yu asume su trabajo pictórico, que según ella el hiperrealismo figurativo es apenas el comienzo, un escalón de tránsito hacia lo que deberá ser su madurez artística. Pero lo mismo en la contención del color y los ambientes ocres de sus desnudos femeninos y de sus Geishas – prolongación japonesa de la antiquísima cultura China –, en la necesaria avalancha cromática de sus Actrices de la Opera del gigante asiático o en la firmeza del trazo casi fotográfico sobre los rostros comunes, el trabajo en tiza pastel de Man Yu demuestra un dominio de las proporciones, el volumen y las atmósferas que nada tienen que ver con faceta de principiante. Su virtuosismo es tal que ha comenzado a labrar camino propio por lo que en otros sería etapa terminal, y lo ha hecho bien ¡! En el arte nudista femenino de Man Yu, sus modelos son vehículo a través del cual la pintora proyecta su propia sensualidad. Algo que lógicamente no sucede cuando trabaja por encargo. En la búsqueda de nuevos puertos donde llevar su paleta, revela que intentará llegar hasta un surrealismo a medias, sin rigidez, también figurativo, que le permita expresarse sin limitantes de género. Nacida en Hong Kong, el sincretismo cultural y religioso (Oriente-Occidente) que la identifica le ha conducido a la búsqueda de respuestas a las preguntas de siempre – ¿Por qué estoy aquí?, ¿quien soy?, ¿a donde iré? – con un enfoque dinámico, menos canónico, más inclusivo y universal que da reflejos también en su obra plástica. Haciendo honor literal al rechazo de Jesús por el pueblo de Nazaret, o lo que es lo mismo, a la frase que reza: “nadie es profeta en su tierra”, la obra de Man Yu no ha tenido resonancia en China, y en mi opinión personal son ellos quienes se la pierden. De formación autodidacta sobre talento precoz (a los 5 años escribió un libro en el que recorría toda la vida de una mujer), con estudios inconclusos de Publicidad y Diseño Publicitario, discípula del chileno Julio Escamez y de todo lo que huela a clásicos desde Miguel Ángel hasta Salvador Dalí, su evolución humana no ha sido menos que su perfeccionamiento artístico: ¿para que pintar y amar si la gente se agrede y el Mundo se corroe a si mismo y se autodestruye? Y es por ello que Man Yu se define con humildad más que como una artista, como humanista, alguien que quiere proyectar el bien y evolucionar, desde el arte, como ser humano. El arte es una manera poderosa de mover y sensibilizar las masas, gracias al arte la gente es menos superficial y materialista. Así como galerías de España, Italia, Estados Unidos y Costa Rica han prestigiado su espacio con lo mejor de la obra plástica de Man Yu Fung, sus viajes humanitarios a México, Bolivia, Cuba ,Suriname; su lucha contra el calentamiento global y a favor de la creación de una conciencia colectiva que nos ayude a salir del micromundo personal y nos permita pensar en los problemas mundiales que como especie debemos enfrentar, son evidencia de que Man Yu entrega también con enorme constancia lo mejor de su vida en defensa del prójimo y la Aldea Global. Escribir es la forma más profunda de mostrar y expresar las cosas, me ha dicho Man Yu, justo antes de expresar: mi sueño es que se pueda salvar este planeta. Y así vamos: Man Yu con su sueño – que es también el mío – y su talismán, yo caminando con mi adarga al brazo..

jueves, 9 de abril de 2009


Gestos ecuestres

Hay elementos, imágenes o cuerpos que en el entorno figurativo definen verdades como una casa. La plasticidad y el arrobo sensual de los caballos son vehículo idóneo para exteriorizar en el lienzo los signos del desbordamiento erótico o la virilidad desde el movimiento. Y pudiera parecer que tantear con el ícono ofrece garantías inalterables, viaje a puerto seguro, paletazo firme con rumbo a la gloria. Pero mucha cautela. Lo mismo que en poesía, el amor como tema fecundo, a estas alturas de literatura queda reservado al verdadero talento y no al palabrero, al escribidor de versos; en las Artes Plásticas y tras varios milenios de evolución creadora, el empleo revolucionario de imágenes con un discurso ya establecido, queda reservado a los más capaces. Jordi Beltrán, sin ademanes extravagantes, cincela su nombre justo entre aquellos que brillan con luz propia sin necesidad de recurrir al resplandor de las candilejas.

En los caballos de Jordi Beltrán el trazo es por norma conciso pero voluptuoso, aún cuando la línea parece irreverente, desgreñada en ocasiones. El artista sabe como definir, defender y exteriorizar sus criterios al oleo, y no necesita matizar la urdimbre con rebuscamientos ni complicaciones academicistas para concretar resultados loables. En algunos cuadros, por lo general aquellos donde los tonos, más dóciles, se degradan y regeneran contenidamente, el discurso alegórico nos remite a la sexualidad humana desde la figura equina. En otros, la certera fusión entre matices briosos, la hirsuta línea del caballo y el musculoso movimiento ecuestre, nos deja una sugestiva huella de potencia y fertilidad. Podrá notarse sin embargo en todos que la ausencia de arreos sobre el animal disemina hasta los marcos el sentimiento de libertad.

Jordi Beltrán tuvo terreno fecundo y vasto al que recurrir en busca de asiento ilustrado. Sin embargo prefirió seguir al trote con sus bestias en camino propio y esto acrecienta el mérito de su trabajo. Conoce del vanguardismo, en ocasiones fauvista, de Marc Chagall, su folclor tradicionalista y su apego a la figura equina, pero evita ese trazo y enfoque narrativo de su pincel. Por raíces y estudios lleva en la memoria El rapto de las mulatas, derroche de luz y transparencia, alegoría del cubano Carlos Enriquez sobre El rapto de las Sabinas, pero descarta la idea de colocar sus caballos para enriquecer otro entorno. Evade la perspectiva literaria que ofrece en las litografías de Historias a caballo su coterráneo Aisar Jalil, y no obstante, deja claro ante el ojo público y docto que su versátil paleta bien podría estar corriendo sobre un caballo desde el principio hasta el fin a lo largo de la brillante plaza de la vida.(1)

Bienvenido sea este alto gesto ecuestre en equilibrio(2) que nos ofrece Jordi Beltrán.

(1) Marc Chagall.

(2) Emilio Ballagas.