viernes, 7 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses (II)


 
Crónicas castrenses (II)
        El 30 de abril de 1961, en el programa televisivo Universidad Popular, en La Habana, el Che Guevara declaraba que Cuba era ya “un país enteramente socializado”. Se adelantaba socarronamente a la declaración que haría 24 horas después Fidel Castro, donde sin pelos en la lengua soltaría que la revolución cubana tenía un carácter “socialista”. Sin embargo, el Che Guevara se atrevía a decir ante las cámaras que Cuba se hallaba “frente a graves problemas internos”. Dejaba claro que no solo “el oro del Pentágono” estaba provocando un éxodo masivo de personal calificado, sino que además se iba mucha gente de Cuba “por no haberse podido adaptar a las nuevas condiciones revolucionarias”. Al día siguiente Fidel Castro, entre otras cosas, decía que las democracias verdaderas eran las “democracias populares” de Europa Oriental. Es decir las que a punta de cañón de tanque soviético enfilado contra el pueblo gloriosamente se mantenían. “Es más democrático darles fusiles a los obreros y a los campesinos que hacerles votar…”, agregaba F.C en la arenga. Algo que por supuesto, tampoco haría jamás. Para llegar a ese “glorioso” 1ro de mayo de 1961, fecha en que por decreto nacía la “primera República socialista y democrática de América” hubo que previamente amarrar corto a los líderes sindicales. Para ese entonces (mayo 1961) ya Jesús Soto se movía entre los trabajadores cubanos como la clásica marioneta tirada por unos hilos más visibles que el faro de El Morro porque David Salvador, antiguo líder obrero del M/26 Julio y legítimo vocero de la Central de Trabajadores de Cuba, se estaba pudriendo en la cárcel. Los demás auténticos líderes sindicales habían sido expulsados de la CTC, encarcelados o defenestrados. Y para que a nadie se le ocurriera tildar de blandengues a los nuevos redentores de la nación cubana, algunos representantes de los sindicatos de la electricidad, los autobuses, puertos y muelles, habían sido pasados por las armas sin pestañear dos veces. Las firmas que autorizaban las ejecuciones casi siempre llegaban de la mano serena de uno de los untouchables del nuevo régimen, el superdotado Ministro de economía Ernesto Che Guevara. Pulso más firme que aquel para firmar sentencias de muerte habría que mandarlo a hacer en un laboratorio. El argentino no solo firmaba las permutas para el reparto bocarriba, tampoco dejó pasar un día entre los previos al 1ro de mayo del 1961 – y esos fueron todos los que corrieron desde el 1ro enero de 1959 a la magna fecha – sin repetir al menos una vez por hora (sume y multiplique cuántas a la semana, el mes y el año) que “En Cuba está acomodada la gente a una vida un poco comodona, y ya es hora de hacer más esfuerzos. No se trabaja bastante, hay que trabajar más, es preciso trabajar mucho más. Es preciso que haya mucho más trabajo voluntario…” Después dicen por ahí que los cubanos somos arrogantes. Para decirlo como nosotros: le ronca los coj…tener que aguantar al sapingo ese, que ni cubano era, firmando sentencias de muerte de cubanos, regañándonos e injuriándonos en nuestra propia tierra. Humildad mayor no se ha conocido en la historia humana, o temor mayor. En fin, el caso es que abundaba el Che Guevara, ¡en Cuba!, en elogios a los cubanos: “Es preciso luchar contra la indolencia. Los obreros se desinteresan de los planes gubernamentales, no se desviven por participar en ellos, carecen de conciencia. Si no adquirimos más conciencia del hecho de que estamos viviendo en una época socialista, no podremos llegar a la sociedad socialista a que aspiramos”. Todo esto se dijo hasta el día antes del 1ro mayo del 61, y aun así, Fidel Castro declaró ese día a los 4 vientos lo que ya se sabe. El propio Che Guevara se decía y desdecía porque a pesar de los constantes insultos al pueblo, declaraba en Universidad Popular lo que al comienzo del artículo escribí. Fueron tan largas las luces que creyeron tener aquellos dos tipos, que les faltó juicio para reconocer que con una más corta cualquiera se daba cuenta de que no era precisamente "socialismo" lo que necesitaba y necesita Cuba.