jueves, 22 de diciembre de 2011



Ubi bene, ibi patria: ¿ciudadano del mundo?

     Un buen amigo cubano me dijo que pertenecemos al lugar en el que por primera vez nos sobrecogió una puesta de sol, un amanecer, al lugar en el que por primera vez vimos el mar, al lugar en el que por primera vez hicimos el amor. Le dije entonces que bien podríamos sentir ese infalible sacudón que provoca ver el mar por vez primera, en un lugar – entiéndase país – y pagar la novatada sexual en otro. Me respondió que solo en raras ocasiones estos asuntos primigenios del espíritu no germinan en el mismo suelo y que en casos así, simplemente no hay sentido de pertenencia a tierra alguna. No hubo réplica. Quien esto escribe nació en Cuba, creció en Cuba, se hizo hombre en Cuba; sintió y disfrutó en Cuba, por primera vez en su vida – y por segunda, tercera… – todo aquello que al inicio del párrafo se enumera. Y a Cuba me voy mañana. Cuatro semanas. Cubano soy de la cabeza a los pies, pero: ¿pertenezco aún a ese lugar? Creo que sí, pienso que no. Tal vez lo sepa cuando llegue allá, quizás lo sienta cuando aquí regrese.

Ubi bene, ibi Patria: Donde se esté mejor, ahí está la patria. (¿Cicerón, Pacuvio?)

martes, 20 de diciembre de 2011


Rep. Pop. Dem. Korea: tierra de invictos cortauñas.


        Se murió el máximo líder de la república que fabricaba los mejores cortauñas que ojos humanos vieron en mi tierra natal. Y eso es algo de peso, los cortauñas quiero decir, o piense en los metros cúbicos de agua que desplaza un barco repleto de contenedores llenos de cortauñas. RPDK eran las siglas que crípticamente identificaban el lugar de procedencia de aquellos buenos cortauñas. Con el tiempo llegué a pensar que lo único que producía aquel país eran cortauñas. Como también llegué a pensar que lo único que producían Singapore, o Hong Kong, eran soldaditos de juguete porque la URSS se llevaba las razones del culto al made in en la Cuba de la Cuarta Glaciación (1959 – 1989): desde una lata de carne hasta una lata de leche en polvo, desde el carro, la locomotora, el avión hasta las cajas de bolas de la chivichana, el Made in URSS era letra ubicua y todo lo demás monocultivo industrial, incluyendo a la RPDK. Todavía hoy tengo la sensación de que – descontando las plantas, los animales, los cascarones de lo que tal vez alguna vez fueron edificios – no hay mucho más que cortauñas en la RPDK, lugar apócrifo donde hace dos o tres días murió su máximo líder, Kim Jong Il. Y fíjese usted en el parecido del nombre del difunto con el sonido que propone al caer un cortauñas. La causa del deceso del querido camarada fue, según fuentes locales, cansancio físico. Imagino que debió correr sin descanso una maratón de la frontera norte a la sur, par de veces, ida y vuelta, y solo la muerte lo detuvo. No se especifica en la nota de prensa oficial si el postrer quejido que emitió el cuerpo al caer fue similar al de un cortauñas. Pero se sabe que, al menos por allá, se le ha llorado con más ganas que por acá. No obstante, tome en cuenta que en un coreano del norte esas lágrimas y esos mocos sufridores, de abandono y desconsuelo ante la inconsolable ausencia del máximo líder, tienen mucho en común – para hacer una equivalencia genuinamente RPDK – con las lágrimas y los mocos de un cortauñas.

domingo, 18 de diciembre de 2011


Balompedicure III


        C´est fini, se acabó el Campeonato de Invierno del futbol tico y la Liga Deportiva Alajuelense (Alajuela) se llevó el jolongo con el trofeo y los billetes a su cuenta bancaria en el partido de vuelta de la final contra el Deportivo Herediano (Heredia). No será esta la Liga de las Estrellas de España ni la Premier League, pero pasiones enciende por millones en este país el campeonato local de futbol y alma, corazón y vida dejan los equipos en el terreno. Aplausos extra ha merecido esta final, en ovación. La gente de Heredia le apostó con más ganas que fe a una victoria que no saborearon, y para articular con tiempo el show, la provocación mediática, se vendieron por millares en esa ciudad camisetas con el slogan Heredia Campeón. Pero en este deporte como en cualquier otro la filosofía es de 1+ 1 y el vencedor no es otro que aquel que derrota al rival en la contienda. Para decirlo a la manera del refranero popular de habitual serranía: no se pueden contar los pollitos antes de que rompan el cascarón. Y ganó La Liga, por tanto, las camisetas del Club Herediano pasarán a la historia como sudario. Fue un buen juego de futbol, intenso, de llega y vira, con un árbitro que estuvo todo el tiempo más pintado sobre una valla que haciendo algo concreto sobre la grama. Por la cantidad y crudeza de algunas faltas – sobre todo en los primeros veinte minutos de juego – el partido debió terminar con una nomenclatura de futbolistas similar a la de un juego de baloncesto: un cinco contra cinco. Pero ya se dijo que el árbitro estaba en cualquier parte menos en el terreno. Herediano tuvo más posesión de balón, tiró más a puerta, provocó más inspiraciones en el graderío y anotó menos goles. La Liga aguantó rodilla en tierra los primeros minutos, y los últimos, movió el balón con fundamento, tuvo buenos contragolpes y se llevó el campeonato 6 a 5, en penales, después del 1x1 en tiempo reglamentario y prórrogas. A estas horas de la noche los bares de Alajuela deben estar a reventar. Las esposas mal atendidas deben estar haciendo su agosto navideño revolviéndose entre las sábanas con el amante.

viernes, 16 de diciembre de 2011


La Nación/Opinión: Verdades de Perogrullo, disparates alopécicos.

        Rara avis es el día que en las páginas de Opinión del periódico La Nación, de Costa Rica, aparece un artículo sobre asuntos sociales escrito por un sociólogo, un artículo sobre el entorno arquitectónico urbano escrito por un arquitecto, un artículo sobre medicina escrito por un médico. Lo común en esas páginas donde no es poca la sandez que se habla es ver un artículo sobre astronomía perforado por un ingeniero en prospección petrolera, un artículo sobre agricultura sostenible vestido por un estilista, un artículo sobre política de precios repujado por un talabartero, un alegato sobre ingeniería genética carburado por un viceministro de transporte, un bodrio sobre política internacional engazado por un cirujano reconstructivo, y así hasta el cansancio de la suma de inversas proporcionalidades. Cualquiera diría que opinar es opinar y no hay porque forzar un vínculo entre el tema y quien lo sostiene. Pero opinar en el periódico más importante del país, a media página y sobre asuntos que no se dominan es cuestión peligrosa. Recordemos que el tumulto amorfo, la impersonal multitud no está hecha para pensar, está vaciada en un molde patrón del que no sale un muñeco de cera porque se mueve, habla y se reproduce – también – fuera del molde, aunque siempre a coro. Lastima reconocerlo pero es así. Y un criterio inválido emborronado por otro muñeco de cera cárnica – un Don Nadie que cuelga en hogareña pared un título universitario que, piensa él, lo separa de la muchedumbre – e impreso en un sitio que más que periódico se considera una institución en este país, puede ser tomado como bandera por la concurrencia aunque ni trapo para aferrar un caldero caliente sea. Los juicios se mueven en un rango que oscila entre el disparate descabellado y la verdad de Perogrullo. He aquí, en síntesis, una botonadura de muestra de criterios medio sapiens escupidos por orinantes de La Nación: Los libros de Nietzsche deberían prohibirse (Abogado), Las Torres Gemelas cayeron por una conspiración del partido republicano (Anestesiólogo), La inseguridad genera temor (Ingeniero), La Edad Media – sobre todo la Baja – fue un periodo de auge y florecimiento humano en las ciencias exactas, humanísticas y en el arte, superior al periodo Renacentista (Médico), Ser ateo es un crimen (Médico), La contaminación ambiental es un peligro para la salud ( Licenciado en Administración de empresas), No caben más aviones en el espacio aéreo de Costa Rica (Consultor jurídico) Con la digna excepción de un triunvirato de puntería: Carlos Alberto Montaner, Sergio Ramírez, Jacques Sagot, va siendo hora de soltar esas palancas de Arquímedes que más que mundos influencias mueven, para ceder humildemente espacio, y no precisamente aéreo, en las páginas de Opinión, a quien honor merezca.

miércoles, 14 de diciembre de 2011


 
Diciembre sin pausas.


      Me voy a comprar un par de zapatos dijo el pobre cuando diciembre llegó para empezar el año nuevo pisando si no firme al menos mejor. Me voy a comprar una blusa un vestidón un par de gafas una boina una carretilla llena de gangarrias dijo la empleada cuando diciembre apretó el paso y en el almanaque se coló. Me voy a foránea ribera con este paquete “todo incluido” para soltar la gandinga chancleteando calle arriba boulevard abajo mar adentro dijo el funcionario cuando el año laboral se le acabó. Me voy a comprar un nuevo carro otro avión un trasbordador espacial un pedazo de la Luna – el porqué no lo sabe –dijo el gerente el empresario el magnate cuando diciembre gritó aquí estoy yo. Me voy a sentar un rato para tomar un segundo aire un tercero los que sean necesarios para tratar de seguir viviendo dijo el desahuciado el desvalido el enfermo terminal cuando miró hacia abajo desde la cuesta de diciembre por la ventana de la esperanza y vio la guardarraya de meses que sobrevivió.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Expediente X.


 
       Uno llega a un país X sin que nadie lo mande a buscar, de sopetón, helando la sangre, improvisando mentiras para cruzar esa frontera y después la otra, y la otra, con la esperanza de llegar al país Y, repitiendo el sketch que bien salió en las fronteras anteriores del abecedario. Pero el país X tiene otros planes para uno, y quizá para dos y para tres y para cuatro millones si tantos llegaran de sopetón, sin que nadie los haya mandado a buscar, helando la sangre, improvisando mentiras. El país X te deja entrar, cruzar la frontera, pero solo esta, no la siguiente. Y uno tiene que decir: bueno, pues aquí será, aquí tendré que sacar la carpa, improvisar el campamento, existir aquí. Y entonces uno vive porque dejarse morir es lo fácil en estos casos. Y mientras vive conoce, y sueña y sufre y ama. Y uno llega incluso a querer a ese país letra X que te dejó cruzar una frontera pero llegar a la siguiente no. Y uno quiere moldearlo pero no es posible, es posible moldearse dentro de él, pues el extraño es uno. Luego uno entiende que el mundo es así, que el extraño siempre es uno, o dos, o tres, o cuatro, o cuarenta millones que vivimos donde no nacimos y crecimos. De todas formas hay que vivir, hay que soñar, hay que amar porque la muerte nunca duerme pero no se cansa. Y siempre es bueno compartir con una mujer, si no es posible la cama al menos el pensamiento. Y siempre es bueno compartir la alegría y el quebranto con un amigo, con aquella mujer. Uno llega a un país desconocido, X, y con el tiempo, que tampoco duerme pero asedia, se va metamorfoseando, y al rato uno es el mismo pero no. Y no hay raíces, pero aun así, uno despliega ramas.

P.D: En la foto, vista de San José de Costa Rica.

sábado, 10 de diciembre de 2011


eL hOMBRE nUEVO


      En cuanto a emociones y actitudes somos más o menos lo mismo desde que al primer sapiens se le ocurrió arrascarse la cabeza y tomarse la barbilla entre los dedos de la mano izquierda antes de sonarle un soberano mazazo en la mollera – con la mano derecha – a un mamut malherido. Y en las mismas estuvimos durante medio millón de años, aproximadamente, hasta que surgió, pudiéramos decir por generación espontanea, el nuevo sapiens, es decir, El Hombre Nuevo, en una isla del Caribe, para mejorar las coordenadas. Tanto se intentó que al final se logró, se fomentó, se solidificó cual magma volcánico milenario – y no poco trabajo costó – El Hombre Nuevo (y que no falten las mayúsculas) en Cuba. Diría más, diría yo que en Cuba El Hombre Nuevo se agigantó cual atadero de montañas que cordilleras formó, de mierda. Ahora bien, Justo es más que un nombre de guajiro y siendo así, justo es reconocer que no es poco el mérito de la hazaña. No es poca cosa un salto evolutivo de magnitud semejante. Medio millón de años comiendo basura. No es cosa que apoca deconstruir un país entero en apenas cincuenta años, pieza a pieza, paso a paso, reconcentrándose en la faena, sin apuro, invirtiendo – y dale con los gerundios – martianamente los términos, es decir llamando al mundo para que lo vean a uno demoler, meti/culo/samente lo que un día fue – fuimos – y ya no somos y quién sabe si a estas alturas de geografía histórica no volveremos a ser nunca jamás, para llegar hasta El Hombre Nuevo. Aunque fe que no falte: si ellos pudieron derruir, por qué no podremos nosotros reconstruir. Para no desentonar con la configuración del paisaje autóctono, rural o urbano, lo mismo da, de la Cuba de hoy, apuntaremos que El Hombre Nuevo es una carreta de bueyes llena de desparpajo en los enseres de crianza, una pieza digna de la atención de los más potentes reflectores, esponja sin Bob, megalómana, que absorbe todo lo que huela a "metralla" foránea, justificación del salario de aquellos lingüistas que, contra viento platanero o marea de Malecón habanero, a capa roída y espada mellada o dándose de cabezazos contra el muro de las lamentaciones domésticas, defienden todavía la armonía y belleza de nuestra lengua materna. En fin, que mejor detengo la enumeración porque una rima pobrísima me sale y hasta puedo llorar de la emoción. Tiemble el enemigo que amenaza a convertir en polvo lo que amamos (aunque rezuma un cierto y rancio sabor de gesta, esto me suena más a cantar o canción pero no de Los Nibelungos ni de Rolando); en fin, por segunda vez, y concretando, enmaraña´o como estoy de mala manera esta noche con los gerundios y volviendo a la idea que trunca quedó entre tiemble y amamos; si usted ve un pullover o camisa con más letreros y colorines que una valla publicitaria de la Pepsi, que nadie intente profanar su destino incierto: esa le pertenece por entero a El Hombre Nuevo cubano. Si usted ve unos jeans resbalando a mitad de nalgas en un maniquí de tienda barata, no permita que mortal no criollo le arrebate a El Hombre Nuevo el privilegio de imitar la indecencia del plástico, compré esos jeans de pulguero ipso facto, y envíeselos a cualquier Hombre Nuevo isleño. Salvando las diferencias de contenido, no así de forma, El Hombre Nuevo es el más celoso y entusiasta practicante del trocadero de cabezas de Thomas Mann. Lo que no se sabe aún es como llega a sus hombros la cabeza del maniquí encueruzo. Pero de que llega, oye, ¡llega!; no hay más que ver los gestos y meterle oreja a la logopedia de El Hombre Nuevo para comprobarlo. Así las cosas y después de cincuenta años de experimentación para llegar a este nuevo escalón evolutivo – La Hombruna Novedad – es muy probable que dentro de otros cincuenta años, si el ritmo evolutivo actual se mantiene en esa ínsula caribeña y estos ojos me alcanzan para verlo (lo cual no creo) asistiremos al nacimiento (aunque ya no por cría espontanea, sino por progresión en reversa de la especie) de El Hombre Nuevo habilis, paso previo para llegar a El Hombre Nuevo erectus, paso más chévere antes de reencontrarnos con El Hombre Nuevo Australopitecos, y así sucesivamente...

P.D: En homenaje al reguero científico, aclaro que en salto con garrocha de los tiempos, Cuba quedó, como todo el mundo sabe, por encima del listón ecuatorial, por lo que las similitudes con el Australopitecus originario serían solo físicas y mentales.

jueves, 8 de diciembre de 2011


Médicos de Serie B. II (Final)



         Tomando en serio el precepto compartido entre Jorge Luis Borges y Ernesto Sábato de que periódicos e informativos televisivos deberían editarse y/o transmitirse uno cada cien años, ajeno como he estado en estos últimos días a la intrascendencia noticiosa de la galaxia que habito, incluyendo huecos negros y supernovas próximos o distantes, acabo de confirmar, hojeando periódico La Nación de Costa Rica del pasado sábado 3 de diciembre, aquello que hasta un cegatón veía venir: “Caja cede a reclamo de médicos para poner fin a la huelga”. En su momento, la cuasi noticia debió correr como pólvora de efectos de navideña pirotecnia en similares instrumentos de manipulación informativa establecidos en la comarca. A pesar del riguroso titular de portada, mamotreto adentro y a página entera se pretende engalanar el arbolito de la pelotera médica de fin de año con los términos “acuerdo”, “respeto”, sensatez”, “posiciones comunes” y otras farsas al uso. Un acuerdo entre dos entidades en disputa significa que ambas ceden, se desplazan un poco de su postura inicial para alcanzar ambas partes también un poco de sus propósitos. Pero esto no sucedió aquí. La Caja Costarricense del Seguro Social se hincó de rodillas, se humilló públicamente ante los reclamos de los medicuchos de turno. Fue tal el descaro y la prepotencia de aquellos que galenos dicen ser, que a última hora de “negociaciones” y ya seguros de su pírrica victoria – no olvidemos quienes fuimos los rehenes de esta horda con estetoscopio por garrote y batas blancas por pieles – se atrevieron a quitar la mascarilla carnavalesca de “profilácticas” a su reclamo vacacional, ¡y aun así La Caja cedió! A estas alturas de semana, más de una capital europea o estado de la Unión Americana ya empobrecerá sus calles y afeará sus paisajes con la presencia de alguno que otro de estos miserables de Víctor Hugo que ni siquiera tienen el encanto de aquellos descarados europeos decimonónicos. Según el insulto noticioso, La Caja logró que los médicos y anestesistas (es por aquello de identificarlos por el lugar de trabajo y los medios que utilizan para simular la taera, por nada más) se comprometieran a evacuar – esta palabra también significa defecar – en un lapso de seis meses los millares de consultas y operaciones canceladas por la huelga. Es decir que lograron que aquellos que, repito, dicen ellos médicos ser, hicieran lo que tienen que hacer. En términos análogos es algo así como si yo me comprometiera a recuperar las clases que por mi propia irresponsabilidad mis estudiantes dejaran de recibir. Ese tipo de compromiso no requiere intervención ni presión institucional para cumplirse porque es un compromiso personal, ético, moral. Si antes de la huelga la mortalidad en las intervenciones quirúrgicas del corazón en el Hospital de Niños rozaba términos judiciales, y llueven las quejas por mala praxis en cualquier otro tipo de intervención quirúrgica en este país donde ejercer la medicina es negocio redondo en vocación de plomero, no quiero ni pensar en lo que saldrá de la marea de operaciones al estilo de un trabajo comunal, o voluntario, que se nos viene encima. La cota – insólita, insuperable – de la desfachatez, fue la publicación en el artículo de marras de este periódico de yerros, de una foto en la que se abrazan, sospecho que después del des/acuerdo, los representantes de La Caja y de la Unión Médica Nacional. ¡Señores!, ya se sabe que honor no hay por esos rumbos, pero hay que mostrar al menos un ridículo pudor, o simularlo. Alivio da saber que vergüenza queda, ajena.

martes, 6 de diciembre de 2011


Ringtone.


       Tener un teléfono en Cuba, en los años sesenta, setenta, ochenta y hasta en los noventa, era un lujo que pocos podían darse. Gente hubo que fue a jugarse la vida al África, el Medio Oriente y Centroamérica por el botín comunicador. Me voy dos años de misión a Nicaragua y con eso garantizo – al regreso – el teléfono para la casa. En no pocas ocasiones el regreso sería más cómodo que el habitual: en uniforme de gala, acostado sobre fina felpa y musicalmente socorrido el proletario internacionalista por la Compañía de Ceremonias del Ministerio de las Fuerzas Armadas tocando a paso de redoble una impecable marcha fúnebre. En casos como ese lo primero en llegar a la patria agradecida eran los pies del invicto combatiente socialista; dos segundos después llegaba el cuerpo. Pero no importa, habría teléfono en casa, en la de otro. Todavía en la Cuba de los años ochenta sentar a una fémina en un sofá con un teléfono en la mesita contigua era como sentarla en el reclinable de un Ferrari Testarrosa. Preludio de vixxxtoria. Debe ser hijo de un mayimbe porque tiene teléfono en la casa, dirá la jovencita, a la mañana siguiente, a su mejor amiga. En los años noventa la situación cambió, telefónicamente, no hay que exagerar. Se sacaron ¡a concurso! centenares, miles de líneas de teléfonos fijos. Calificaban en los primeros números aquellos que se habían comido un león sin masticarlo y no les llegaba aún la triste – y dolorosa – hora de defecarlo intacto. “El sindicato” (es por decir cualquier cosa) se encargaba de reunir a la plebe trabajadora para el debate en pos del auricular privado. Y la gente aprovechaba el momento para oxigenar el local de la reunión abriendo los ventanales de los viejos rencores. Los ganadores en la contienda revolucionaria de dimes y diretes verían su nombre impreso – la utopía hecha verdad –en unas listas de schindler que se colocaban en cualquier muro o pared sin peligro de derrumbe, inminente, no hay que apurarse. Los culebrones de turno comenzaron a transmitirse también telefónicamente, incluyendo los dinásticos. Y el desempleo nacional, por extensión no telefónica del acontecimiento, bajó hasta cero con el titánico incremento de los gloriosos camaradas-escuchas del Ministerio en Ropa Interior. Hace un par de años la telefonía móvil pasó – en Cuba – del sueño a la pesadilla real. Se destapó la Caja de Pandora y la caja de un muerto que, dicen, se levantó para ver un teléfono celular antes de seguir viaje. Pero esa historia merece otros dígitos, otra configuración, otro desorden, otro ringtone.

miércoles, 30 de noviembre de 2011


Médicos de Serie B.


      Dos semanas llevan en huelga los anestesistas de Costa Rica. Según ellos, necesitan un par de semanas más de vacaciones, profilácticas, y un incremento salarial del 5%. Ya es de escándalo el salario que ganan, pero esa es queja de otros, dirán ellos también, que el dilema nunca falta y el dinero nunca sobra. Mutó el espíritu divino, se diluyó, ya no es asunto de aquel en el que algunos dicen creer, que ya era tiempo de un traspaso de poderes. Ahora el hágase tu voluntad le pertenece al gremio de los anestesistas de Costa Rica. Me voy a la huelga porque es lo justo, porque ese 5% de incremento salarial me permitirá volver a París o a Nueva York antes de lo previsto con aquellas necesarias vacaciones profilácticas. En fin, me voy a la huelga porque es el mandato de los omnipotentes. Pero los altísimos necesitaban de querubines como complementos emocionales y mensajeros adicionales de su faena bendita. Y allá se fueron tras ellos, en manada, los magnos miembros de la Unión Médica de Costa Rica. Se completó la estructura palaciega del Olimpo. Y mire usted los niveles de humanismo que muestran aquellos inmortales, que ha dicho alguno entre ellos: “a pesar de la huelga, seguimos atendiendo las emergencias y ningún costarricense ha muerto” ¡OOhhh, que magnanimidad la de estos médicos divinizados, atienden emergencias y nadie ha muerto, que nivel ilimitado de entrega a la humanitaria profesión a la que se deben! Al carajo las consultas y operaciones planificadas desde hace meses, años. A la mierda la atención médica que no sea cosa de vida o muerte. De cualquier forma al que muera se le hará un favor, lapidarán ellos, se le acortará el camino para llegar donde sin morirnos – todavía – vivimos nosotros: en El Firmamento. Una cifra considerable de mi salario y del salario de otros tantos millones de mondos mortales que viven en Costa Rica, paga los sueldazos de esos medicuchos altaneros de película de serie B. Tengo la indiscreta impresión de que no hay cojones en las instituciones de este país para ponerle cascabeles a estos aristogatos con ínfulas seculares. Alguien con mucho tino sugirió, cuando se iban a la huelga los embajadores del Parnaso, que debían hacerla de hambre para que las secuelas del nuevo arrebato mercantilista las pagaran con sus propios cuerpos y no quedaran las consecuencias del desmadre en la anatomía del contribuyente nacional. Pero aun siendo los preferidos por la eternidad fueron traidores y cobardes: tomaron como rehenes al pueblo, ese del que creen ellos no formar parte. Por movimiento inercial demostraron además que les queda enorme la talla de vocación que se ponen. Se acabó el abuso, comenzó el atropello, diría un notable borracho – ya difunto – que en mi tierra conocí, si aquí estuviera. Si estos cuatreros de bata blanca se salen con la suya, la primera cabeza en rodar, por blandengue, por abúlica, debería ser la de la mismísima Presidenta de la República.

jueves, 24 de noviembre de 2011


Literatura y vida.


Te quiero, le dijo Cipriano Algor a Isaura Madruga sin más prefacio que el que ofreció la penumbra en bandeja de plata, cercanas ya las postrimerías de La caverna, novela de repaso donde las haya y entre esas: todas las de Saramago. Te quiero, coño, te quiero, así de simple y así de grande debería ser la manera de soltar amarras, siempre, cuando a alguien queremos, nos gusta, deseamos. Pero suele trabársenos el pálpito de aquel impulso cándido, primigenio y solo somos capaces de mostrarnos desde el rigor ortográfico de los convencionalismos y las circunvoluciones sociales. Te quiero Blimunda, te quiero Baltasar Siete Soles, tañe como un himno a la pulcritud, a la llaneza de los sentimientos el eco memorioso de los perpetuos amantes de Memorial del convento. Te quiero, así de simple y así de grande, debí decir hace más de veinte años a una compañera de grupo mientras compartíamos la noche en un banco de madera, envueltos en el aroma del tabaco que crece todavía hoy en los Hoyos de Monterrey, en Vueltabajo, allá en mi Cuba. Pero el intento, más de una vez, se me acobardó en la boca. Con el tiempo mejoré y un Te quiero envuelto en tropos logré revelar en la conquista de las primeras novias, de la madre de mi hija y de otras mujeres que tal vez eligieron mal, queriéndome. Te quiero, le dijo Cipriano Algor a Isaura Madruga, a boca de jarro, en el crepúsculo de una jornada pobre, fría, lloviznosa, pero emocionalmente inconmensurable. No se vive la vida con atavíos literarios, no obstante; quedará también dicho que la vida es más grande – por exquisita, sorpresiva y valiosa – que la más grande de las obras de arte. Mujer hay para cortar camino. Cualquier día de estos la sorprendo y me sorprendo a mí mismo.

martes, 15 de noviembre de 2011


Balompedicure II. España 2 - Costa Rica 2.

Ya es historia, infecunda y frecuente, el partido de futbol España vs Costa Rica. La masa cárnica – parafraseando a Eduardo del Llano – coreando en las gradas las consignas, los lemas de siempre; la tarde descorriendo su habitual cortina de agua, los jugadores convertidos en sopas verticales sobre la hierba sintética del Estadio Nacional, en San José. Los ibéricos con su constelación sobre la grama; los ticos plantándose bonito con sus asteroides. Y 2 x 0 gana la banda local en el minuto 88 de juego. Pero gana apenas en el terreno físico, porque en el campo mental nunca se lo creyeron, y por esa pitera se le escapó el encuentro. Ni en las gradas se tragaban el acontecimiento porque los cánticos de combate se transformaron con el tiempo y un ganchito en la paz de los sepulcros. Perplejos, cariacontecidos, los fanáticos comenzaron a devorar toneladas de uñas decenas de minutos antes que el reloj marcara los 88 minutos del juego. Minuto y medio, una mierdésima de tiempo para cantar victoria, para sentir el sabor a trascendencia que tiene la gloria, pero justo ahí llegó la flojera de piernas en el terreno y de esfínteres en todas partes. En fin, la debacle. España nos clavó un par de goles entre postrimerías y descuento; y Gloria es ahora apenas el nombre de una linda española que conocí hace varios años en Cuba. Aquí debajo “cuelgo” un fragmento del post que escribí el 19 de Agosto (Balompedicure). Después digo que soy vidente y me quieren crucificar en la hoguera por nigromante.



Cuando el team de aquí juega, uno siempre tiene la impresión que hay un sino venturoso de sentido opuesto. No importa cuál sea el rival de turno, campea hasta el minuto noventa la impresión de que nos va a ganar. Puede incluso la banda local ir arriba veinte a cero en el ochenta y nueve, que no por eso habrá sosiego en el bar y la tribuna; la claque presiente que la banda ajena les puede sembrar veintiún goles en el minuto noventa. El país se atasca cuando retoza La Sele. Si la tropa comienza perdiendo temprano, las apuestas en la barra y la tribuna se concentran en el número de goles que logrará el oponente. Si La Sele rompe primero el estambre, las apuestas intentan precisar el instante en que llegará la remontada del bloque foráneo.

lunes, 7 de noviembre de 2011


La polí/tica.


         Ya se sabe que política y corrupción van de la mano, pero en Costa Rica la corrupción es el niño travieso que suelta la mano y adelanta el paso en la acera. Cuando la política llegó a la esquina, el niño ya estaba del otro lado de la calle. Jorge Angulo, un egregio y abofado diputado al Congreso de la República por el partido Liberación Nacional acumula un prontuario policial y judicial de película gansteril de los años treinta. El tipo es de aquellos que aprieta botón, levanta una mano – es por decir algo, por asociación visual – o la mantiene con el follaje de anillos sobre las tablas del encerado, según capricho, para hacer quórum o mutilarlo cuando de votación de proyectos o leyes de alcance nacional se mal trata en los salones del Congreso Nacional. El vademécum del pistolero tiene cuerda para mover un trencito de juguete durante 20 años, que es el tiempo que ha justificado su intachable conducta delincuencial el salario de los agentes de la policía y los órganos judiciales que detrás suyo han caminado, corrido y hasta perseguido en fuga por estos arrabales. Los periódicos locales, los noticiarios televisivos y radiales, los viejos jubilados, las amas de casa que amas no son, los colegiados sin colegiatura, los “jerarcas” de balaustres y los hampones en las playas y en las sombras hacen su agosto en noviembre con el encueramiento de las canalladas del excelso diputado Jorge Angulo. Y la pregunta del millón de pesos salta con garrocha, a coro: ¿Cómo ese mae llegó hasta ahí? Lo menos que hizo el valeroso consejero del derrotado derrotero de la nación, fue falsear un título ¡!de Cole ¡!, porque consta que ni siquiera aprobó el undécimo año de la enseñanza media. Por ahí empezó. Luego llegaron las agresiones, extorsiones, malversaciones y digresiones en la interpretación de las sagradas escrituras de la ley. Pero el hombre está inmaculado, según él. Lo mismo dicen los miles de bandoleros de toda laya que duermen detrás de las rejas el sueño tranquilo de los desvergonzados. En la segunda marejada del mes, Contador y Tesorero del Movimiento Libertario (Ronaldo Alfaro y Róger Segura), otro partido político de la comarca, llegaron a las orillas de los Tribunales de Justicia a rendir cuentas por el desfalco de 400 000 dólares al estado. Cuatreros de cuello blanco y principios éticos de camaleones, se atreven a mirar por encima del hombro cuando deberían hacerlo “por debajo” del brazo. Aves de rapiña siempre dispuestas a atragantarse de carne podrida. Y note usted el nombre de estratagema y grandilocuencia del partidito envuelto en la ventolera judicial. Las dos películas se filmaron a cielo abierto. Esperemos que el circo, la comedia posterior, terminen pronto su rodaje para saber cuál de los dos brazos aplicará la ley: si el largo y robusto, o el contrahecho.

P.D: Saqué, debió decir en el globo de la caricatura, que no es mía; yo no pinto ni muñequitos de palo, pero igual duele.

miércoles, 2 de noviembre de 2011


De culos mancillados en el kilómetro 36 y otras serranías.


          Hace unos días me enteré por el Blog de Enrisco que el escritor y guionista cubano Francisco García González ganó con Remember Clifford, el concurso de cuentos 2011 de la Editorial Nuestra Palabra, en Canadá, donde vive. A Francisco (Franki) lo conocí hace unos quince años, en Cuba, donde sufríamos juntos las debacles beisboleras del equipo Habana en las bacanales cuasi creativas donde se reunían los escritores, algunos de ellos también de tendencia cuasi. Un tipo cavilador, reconcentrado, de pocas palabras, al viento quiero decir. De aquellos que evaden el lobby en toda la línea costera. Eran encuentros de apenas dos o tres días dos o tres veces al año. Escribir y en el empeño esculpir aunque fuera un petroglifo en la mole literaria no era un asunto a tratar en aquellos encuentros. Que para eso existe la soledad. Y serían pocas las veces que hablamos de literatura cuando no las recuerdo. Pero siempre se infiltró el quebranto literario por una herida que nos duele a ambos: la pelota. Cuando leí El día que perdió José Ibar, poco espacio quedaba para descubrir algo ahí porque ya Franki me había recitado el cuento un par de veces antes de que el libro llegara a mis manos. Leer a Francisco García González es concebir la ironía y el desplome de los mitos como la única verdad sobre la tierra. La tira sarcástica comienza en el primer nudo de la cola del papalote: Algunos juegos permitidos, su primer libro. Los tres cuentos de Color local son un hueco desconchado que se abre en la puerta cerrada pero sin mamparas de la Cuba de hoy. Sin desperdicios ese Camilo Cienfuegos que aterriza cuarenta años después en los Carnavales de La Habana, ese negro contingentista, maricón y criador – en su cuchitril – de erógeno puerco. Según Amir Valle esa historia del negro gay está entre los diez mejores cuentos homo eróticos escritos en la década de los noventa en Cuba, para mí es el mejor. En el libro Historia sexual de la nación, Con la maruga destaca como texto antológico del choteo cubano: el épico guerrillero de orientales serranías termina, a manos de puta, sin barba y con un dedo sembrado en su hasta entonces incólume culo redentor. Con la maruga deja además una saga de personajes imperdibles. En otra de las historias de Franki, una sabrosa charla entre veteranos de guerra a comienzos de la República (en Cuba) – o en el previo impasse, no recuerdo ahora – involucra al mismísimo Coronel Elpidio Valdés como contendiente. Espaguetis al pesto es por razón personal uno de esos cuentos que uno nunca espera pero agradece. Los fugaces encuentros que tuve con Francisco García González alcanzaron para fundar la empatía y la transparente complicidad anecdótica que compartíamos. Apenas conversaba yo con alguien más en aquellas tertulias extra curriculares de dos o tres días. Los temas recurrentes: la pelota y las mujeres – la frutabomba y el beisbol – para decirlo también a su manera, quizá fueron los afectos que ayudaron a fundar los nuestros. Enhorabuena Franki. Dale duro ahí. Aquí estoy, siempre.

domingo, 30 de octubre de 2011


Libros sin escritores.


         Técnicamente, desde el siglo XV, y hasta hoy, un libro impreso es un grupo de hojas de papel o pergamino sobre cuyo tumulto encuadernado dejó la máquina de imprenta huella de pensamiento humano; un descendiente tecnológico de las tiras de un árbol, protegido por dos tapas que anuncian lo que en su vientre de pliegos guarda. En libros de intención retórica ese anuncio no pocas veces debería estar acompañado de una denuncia implosiva. Allí donde la literatura decline hasta el tópico seudo, convendría colocar una breve, sutil advertencia a manera de cintillo – si pudiera yo escoger – con letras de un verde intenso sobre fondo naranja chillón en el borde inferior de la portada o la contratapa: este libro es una mierda, se me ocurre. O una más literaria, una cita, por ejemplo, de Ignatius J. Reilly, el hilarante protagonista de La conjura de los necios (ese magnífico y único libro del suicida John Kennedy Toole): ¡Oh, Dios mío! ¿Qué degenerado fabricó este aborto? Y se me antoja necesaria la advertencia por consideración, por respeto al uso inteligente, racional que al recurso tiempo asigna el prójimo no subnormal. Si las cajas de cigarrillos dicen que el tabaco mata, qué de malo puede haber en darle un uso más honesto a las prensas cuando en nombre de la literatura sin adjetivos se mal paren pliegos con argumentos literarios inexistentes. La gente sabe que el tabaco mata pero se sigue muriendo masiva, porfiadamente en nombre del humeante placer. Con un cintillo en portada como dossier literario quizá puedan venderse los malos libros como cajas de cigarrillos. Dada la incómoda geometría del mamotreto es difícil que el fumador pueda pitárselo pero siempre le quedará la opción de verlo arder y humear en la hoguera. De momento, a falta de aclaratorio cintillo quedan a mano las mañas para reconocer la cajetilla infumable. Dedicatorias incriminatorias al estilo de: al panadero madrugador, a mi abuelita Anacleta, a los piratas que surcaron los mares, a los árboles centenarios, a Tutmosis III, (para no hablar de amores y desencantos) ofrecen pistas evadibles aunque se escriban en braille. Otro rastro a no seguir es el de algunos exergos insufribles por sufridores. Según Alfredo Bryce Echenique los problemas de los escritores giran en torno a las mujeres, el alcohol, el dinero y la fama, o la ausencia de los cuatro elementos. Pero un escritor no escribe cuando está ebrio, no escribe por dinero ni fama – aunque los necesite – no escribe para las mujeres que ama ni mientras hace el amor. Un escritor (aunque puede tener sus malos momentos creativos) es un ególatra irredento que respeta su oficio como un santuario y de la misma manera deberían respetarlo quienes no saben, ni a kilómetros de distancia, lo que es escribir – literaria, estéticamente hablando – pero les sobra el dinero para botarlo fabricando tecnicismos, bodrios, abortos.

martes, 11 de octubre de 2011


Del beisbol y sus límites.


Roy Halladay y Chris Carpenter tiraron un poema de serpentinas para el home plate el pasado viernes siete de octubre en el quinto juego por el pase a la final de la Liga Nacional de las Grandes Ligas de beisbol. Ambos pitchers se enredaron en memorable colgadera de ceros justo en el juego más tenso de la campaña para ambos equipos. Triple del dominicano Rafael Furcal y doble de Skip Schumaker en el inicio del primer inning de la contienda, y después de eso a recoger los bates, se acabó la fiesta. 1 x 0 ganaron los Cardenales y los Filis no lo podían creer. Fue para mí el mejor juego de la temporada. Ni siquiera el último partido de la campaña regular entre los Yanquis de Nueva York y las Rayas de la Bahía de Tampa tuvo la carga emotiva de este juegazo, aunque aquel también lo fue y por cierto, a cualquiera que padezca algún tipo de complejo o síntoma de inferioridad derivado de imponderables como unos dientes demasiado grandes, mal aliento, un pene pequeño, exceso de nariz, brazos demasiado largos o lo que sea, lo invito a colgar los guantes con el sicólogo y sentarse a ver los juegos de pelota de los muchachos de Tampa Bay Rays para que mejore su síquica desmejora con la terapia beisbolera que ofrecen los peloteros floridanos. Entre dos jugadores, Alex Rodríguez y Mark Teixeira, tercera y primera base de los Mulos del Bronx, se concentra una cantidad de billetes verdes superior a la que concentra la nómina completa de los peloteros de Tampa, y sin embargo llegaron estos tan lejos en la pelea como llegaron aquellos multimillonarios. Pero volvamos al juego de San Luis contra Filadelfia. Que Roy Halladay tirara un juegazo no es noticia porque el año pasado, abriendo post-temporada, tiró un no hit no run que dejó a la concurrencia con la baba colgando. Y este año aportó bastante para los Filis. Pero que Chris Carpenter ya acercándose a los cuarenta años y con record impreciso de once y nueve en la etapa regular tirara esa antología de pelotas para el plato es algo que no esperaba nadie. Recital de tres hits y cero carreras en juego completo sobre la loma de los lamentos, trastocada esa noche en trono para el pitcher de los Cardenales. La tensión que se vivió durante ese juego es comparable a la escena del cuchillo alegre tasajeando planos fílmicos en una ducha que inmortalizó a Alfred Hitchcock. De la Psicosis cinematográfica a la psicosis de victoria infecunda y los delirios que en el sueño experimentaron los fanáticos del Citizens Bank Park por el parón que le dio Carpenter a sus mimados Filis en el juego más importante de la campaña. La pelota es redonda y viene en caja cuadrada: los designios beisboleros son inescrutables. Y el beisbol, la pelota, sigue siendo el deporte más bello, con ciertos límites, los que le ponga la expansión del Universo.

sábado, 8 de octubre de 2011

Soy una bala perdida: me disparó la vida.

Soy una bala perdida, me disparó la vida.
    
             A Manu Chao no se le puede tomar en serio el discurso ideológico porque lo mismo levanta la voz con un Che Guevara clavado en la frente que levanta la frente con una carga de marihuana obnubilando su mente. La tendencia a la izquierda de Manu Chao se refleja sobre todo en unos pulsos escandalosos que le cuelgan en la muñeca siniestra y hay quienes dicen que se refleja también en un testículo que le creció más que el otro. No obstante, a Manu Chao se le puede tomar en serio como complemento sonoro de la vida porque le suena rico el tumbao y porque de vez en cuando se le enreda alguna dosis de poesía entre la gorra y los cables del escenario. Si hemos de ser objetivos y prácticos en algo, si es que se puede, digo yo, pues seámoslo en esto y agradezcámosle a Manu Chao los retazos de lirismo que en ocasiones le ayudan a remendar su ajado calzón político y la disparidad de criterios que le cuelgan en el escroto. He aquí una breve, nostálgica porción de plectro.

jueves, 6 de octubre de 2011


A RUDA METRALLA HE DE HALLARTE MADURA...musa mía.


         Juan José Arreola fue un escritor que se definió primero como ajedrecista y después como cualquier cosa. El mexicano nunca delimitó la especie en la que hacemos quórum con los términos biológico y social homo sapiens u homo fáber que usualmente utiliza la nomenclatura científica. Quizá porque tampoco creyó en la sentencia latina homo faber suae quisque fortunae, el azteca nos concretó en un loable homo ludens. Autor de cuentos memorables (El guardagujas, Monólogo del insumiso, Mujer amaestrada, In Memoriam y algunas otras decenas de relatos cortos y no tanto) Juan José Arreola escribió también algunos palíndromos interesantes. Fue un escritor atípico sobre todo por tres cosas filosóficamente incompatibles con las guardarrayas existenciales y los derroteros carnales del gremio al que perteneció: era amante de las ecuaciones matemáticas, de los enredos de la física (De balística) y de una sola mujer, al menos para el ojo público. Aquí debajo algunos palíndromos de su libro Palíndromas, que también así puede escribirse la palabra de los textos escritos y leídos “de alante´pa trá y de atrás pa´lante”. Los textos que desandan lo andado, para decirlo a la manera de los antiguos griegos. A esto le llamo yo a-m-o-r al a-r-o-m-a literario, ¿no lo crees tú: a-t-e-o p-o-e-t-a? Recuerda siempre que es a-r-te la l-e-t-r-a.



Are cada Venus su nevada cera.

Sofía Daífos a Selene Peneles:

Se van Sal acá tía Naves Argelao es ido Odiseo alégrase

Van a Ítaca las naves.

Adán, sé ave, Eva es nada.

…eres o no eres… seré o no seré…

domingo, 2 de octubre de 2011

Teatro Mágico. Solo para locos. Entrada cuesta la cordura.


          Teatro Mágico. Solo para locos. Entrada cuesta la cordura. Un libro resumido en una de sus sentencias, que bien pudiera resumir también el sentido último, o primario, según postura no ovípara, para cualquiera que se atreva en serio frente a la página en blanco. Hermann Hesse poniéndole nombre, y apellidos, al itinerario de públicas simulaciones dentro del que se mueve un escritor auténtico, édito o inédito, aquí o en universo paralelo. Teatro Mágico. Solo para locos. Entrada cuesta la cordura. No alcanza para un escritor con intuir o saber cuán bien escribe y cuanto sufre, disfruta y se energiza al hacerlo el cuerpo y el cerebro que habita: si no se ponen ambas piernas al otro lado del umbral del Teatro Mágico, entonces no habrá posibilidad de injerto a la vida después de la vida. El pago de la entrada no garantiza la estancia después de la estancia, pero brinda derrotero cierto al creador, a El lobo estepario, y con eso ya es bastante dicha porque se ocupa butaca frente a las tablas, o acaso dentro de ellas. Teatro Mágico. Solo para locos. Entrada cuesta la cordura. Cuántos, pregunto, entre los miles de millones de paseantes de aceras, traspasarán la puerta del Teatro Mágico, conocerán ese galpón donde con rictus manierista recrearán esta fracción de vida, pero también, eventualmente, otra.

P.D: En la imagen, Hermann Hesse.

viernes, 30 de septiembre de 2011


De la vida, el tiempo y otros golpes.


La vida, que es el tiempo corriendo con formas concretas y además – en este caso concreto – con un mal uso del gerundio, suele llenarse de cachivaches y recovecos y suele vaciarse también, de golpe. No vuelvas a los lugares donde fuiste feliz, reza firme como garrotazo un verso de Delfín Prats. Ser poeta no es cualquier nimiedad, y es que los buenos poemas suelen llevar el peso de las sentencias eternas, incontrastables. El poeta lo sabe, lo sufre y lo asume con dignidad; sabe que lo marca una especie de fátum y se le entrega sin evasiones. No hay hombre más valiente que un poeta ni hay hombre más tozudo que aquel que se atreve a regresar a los lugares donde fue feliz. Hoy sentí el agrio leñazo que suele dejar en la caja torácica el regreso a los lugares donde se ha sido feliz. Hoy tuve tiempo para caminar, para caminar solazándome quiero decir, que es una más entre las formas concretas de pasar el instante, la vida. Y sin presencia consciente llegué al mismo sitio donde hace dos años pasé un rato agradable – entre helados y charla – junto a mis padres. No vuelvas a los lugares donde fuiste feliz, fue mi primer pensamiento cuando me supe allí, y lo demás ya lo escribí, ya es parte del recuento de este 30 de septiembre que para mí se quedó sin cachivaches ni recovecos porque a las cuatro de la tarde se vació de golpe.

NO VUELVAS A LOS LUGARES DONDE FUISTE FELIZ
(Delfín Prats)

no vuelvas a los lugares donde fuiste feliz

ese mar de las arenas negras

donde sus ojos se abrieron al asombro

fue sólo una invención de tu nostalgia



extraviado en medio de la noche

no puedes recordar

has perdido los senderos del sueño

y despiertas buscándola en el ocio

y el juego de los soldados y su lengua

extraña a tus oídos había sido para ella

un descubrimiento en ese día hecho

para crecer en la memoria de ambos

como las montañas que entonces los rodearon



di adiós a los paisajes donde fuiste feliz

vive la plenitud de la soledad

en el primer instante

en que asumes la separación

como si ya su estatua

en ti elevada por el amor

para la eternidad fuera esculpida

contra el cielo de aquella isla

contra sus ojos más grandes

y más pavorosos que el silencio

lunes, 26 de septiembre de 2011

Nirvana… y de ahí para allá no hay más pueblo.

Desde los 13 o 14 años y hasta los veinte, estuve buscando derrotero definitivo para la oreja. Fueron aquellas, estaciones del alma y la remembranza en las que me movía entre el heavy metal y la balada melosa, bobalicona, soñolienta. Y me moví bastante, en manada además, con el radio Selena apoyado en el hombro de turno y las canillas encueras en exhibición perenne por las arenas de las playas del este de La Habana. Los cangrejos de El Mégano, Santa María del Mar y Guanabo no me dejarán mentir. El Rampa arriba/Rampa abajo de El Vedado habanero lo ensayábamos también con el cajón de frecuencias en aquella franja costera. Y lo ensayamos con una dignidad ingenua y caprichosa, pero cierta e incólume, todavía. 99.5 de la FM de Key West, Florida, rebotando en el dial, a todo galillo bocina afuera y oreja adentro, y que pare el que tenga frenos. Éramos una tropa de muchachos con la cabeza llena de pájaros en volandera y un deseo de de vivir y de tragarnos el mundo que nos brotaba hemorrágico, escandaloso. La hemorragia continua, sin batahola. Según etapa del almanaque, de las arenas ribereñas nos desplazábamos hacia el barrio, la Unidad Militar o la beca universitaria, pero siempre con el Selena sembrado a la oreja. Y estuvimos en esa búsqueda sin sosiego del sonido que mejor se acoplara a nuestro desacople terrenal, hasta que cierto día de 1991 el Selena eructó con una resonancia desconocida pero insoslayable, magnética, de hipnosis; era la melodía de Smells Like teen spirit. Tenía yo 20 años. Entonces llegaron a un tiempo la apoteosis y el embeleso. Y terminó la búsqueda del estandarte porque llegaba el rock alternativo, el grunge, como eufónico tsunami que no dejaría estaca en pared y sí mucha vergüenza ajena por la basura que hasta ese momento melódicamente se producía y se consumía. ¿Quiénes son esos tipos fuera de liga? Fue la pregunta musical habitual durante los meses finales de aquel lejano 1991. La cadencia de aquellos jóvenes de Seattle, irreverentes, transgresores, remitía a los adictos a la frecuencia FM del Selena a un estado catatónico similar al nombre de la banda: Nirvana. Se fueron 20 años en el carromato de la vida y el embeleso no cede terreno mental. Otras bandas fundadoras, de culto en el movimiento grunge, acompañan a Nirvana en el sendero hacía la eternidad (Sound Garden, Alice in Chains, Stone Temple Pilots, Temple of the Dog, Pearl Jam, por mencionar algunas) pero todas van como escoltas y de segundonas de frente al estambre porque lo que hizo Nirvana con la música solo tiene comparación en magnitudes sociales con la Revolución Industrial o la Revolución Francesa de 1789, digo yo para soltar un disparate con fundamento, de proporciones similares al que se atrevieron a soltar al éter aquellos muchachones en el septiembre semiotoñal de 1991. Y aunque Cobain se despidió temprano y de la más cruda manera, perdería mi alma y el camino que sigo si dejara de escuchar la música de estos locos cuerdos que tan intensa huella melódica han dejado en mi generación, y en mí.


sábado, 24 de septiembre de 2011

Mysterious ways…
                                                                         Para Roxi Nagygeller.


        No hay tiempo para digresiones, menos para actualizarme con los usuales divertimentos que se generan en los buenos bares que frecuentan la bohemia y la claque snob. Incrementé la carga decente – por incremento de la carga docente, por nada más – para convertirme en esclavo de la letanía educativa a tiempo completo, en circunspecto esclavo del gremio de profesores con mascarilla tiesa y portafolios de tapa dura, en eterno preparador de exánimes – y no tanto – exámenes para vertebrados con cerebro y sin él; para convertirme, en resumen, en enemigo mío. Pero a mala cara, buen tiempo… para sacar el paraguas. Días mejores llegarán, y días peores. Mas quejas no tengo de la vida porque no hay fiesta mejor que esta matrona. Si a la maniática existencial le sumo la madrugada, la lluvia, la tierra, la música, las montañas, una mujer, entonces se me llena de hembras la presencia y en harén como ese me consumo sin prisas pero sin reducir la marcha. Todas me inflaman, con todas me desgasto yo. Todas me levantan, con todas ilumino las penumbras que generan los pensamientos en el dintel, todas al tacto reconocen al hombre que habita dentro del niño que soy.

viernes, 16 de septiembre de 2011


Gramática española.

Despedirse es un verbo pronominal, con una coletilla de pronombre personal enclítico que a veces deja una impresión errónea sobre la persona gramatical que sufre semejante mierda. Si es él o ella quien se despide, pues entonces que él o ella aprendan a sobrevivir como mejor puedan después del desgarramiento. Pero el asunto se complica cuando eresyo – quien debe someterse a laceración semejante. Cambiar es un verbo que no solo se identifica con la primera conjugación del paradigma, sino además es un verbo que se identifica conceptualmente con ciertas necesidades existenciales y materiales. ÉL va a cambiar de trabajo, por eso tiene que despedirse de sus alumnos esta tarde. Eso pasó hace dos días y él soy yo. El asunto se complica más por la reacción de los alumnos que por las dos perífrasis verbales. Y porque metí un narrador que ahora cuenta en presente un hecho que ha tenido lugar en el pasado reciente. En fin, así es la vida muchachos, y no es materia de culebrón el acontecimiento. Ya casi detengo este párrafo en soliloquio. Los quiero y además introduzco una expresión en presente con valor de futuro antes de regresar a mi presente habitual para pretérito imperfecto del indicativo: los voy a extrañar, solía ser un tipo dichoso cuando estaba en el aula con ustedes. Sean audaces, siempre.

domingo, 11 de septiembre de 2011

2001: once de septiembre.


Como Cuba es un mundo que flota dentro de otro, o para ser más preciso, un mundo que se hunde dentro del mundo, el once de setiembre de 2001 me enteré de los atentados terroristas contra el Word Trade Center y demás acontecimientos, a las cuatro de la tarde. Si tomamos en cuenta que entre Washington, Nueva York y La Habana rige el mismo uso horario, la diferencia temporal es escandalosa. Perdí esa mañana en una reunión inútil en la Dirección Provincial de Cultura, y como es habitual en la ínsula, perdí la tarde en espartano desplazamiento desde allí hasta mi casa, a unos treinta kilómetros. Sería de tal magnitud el arrobo del funcionariato cultural habanero en esa jornada que, al menos mientras en Cultura permanecí (doce del mediodía) no hubo reporte chismográfico, ni de oreja a oreja, sobre la masacre. Ya en la calle, desbordado por la tragedia cotidiana de la vida local, no respiré señal alguna de la tragedia foránea en el trayecto. A las cuatro de la tarde, dando reporte de invicto regreso en la Casa de Cultura de San José de las Lajas, un compañero de trabajo me puso al tanto de los sucesos del día. Pero no le creí, tomé el asunto como una broma poco elaborada, poco inteligente diría yo, y seguí en ruta hacia la casa. El sobrecogimiento llegó en el barrio, casi a las cinco de la tarde, cuando un vecino repitió el mal chiste. Llegué a casa, encendí la tele. Por primera y única vez en la historia patria se dejo ver ¡en vivo! la señal de CNN durante casi veinticuatro horas. Es obvio que la cúpula que ya no copula iba al seguro con la transmisión porque no habría más tema en el ambiente y era conveniente manipular e intimidar a la plebe, aquí con la rima; allá con el espanto. Se hacía difícil digerir las imágenes; todavía. Y es que lo irracional es parte de la conducta humana pero la razón también ocupa espacio. Aquel golpe brutal no fue solo contra los Estados Unidos; fue un agravio masivo a la civilización occidental, a nuestra común raíz grecolatina. Letrados y no tanto nunca faltan ni faltarán – aquí y acuyá – para esgrimir teorías implosivas y otras aberraciones al uso del intelecto sapiens. Que cada quien crea lo que quiera creer. Desde un vacio que nunca se llena, desde una ausencia que nunca termina, se derrama en el agua del memorial de la Zona Cero el dolor de una ciudad, de una nación y del medio mundo que en esta hora de reflexión les acompaña. El absurdo y la muerte tuvieron su agosto aquel once de setiembre de 2001. Pero los ánimos de la civilización a la que pertenezco no se desploman con el desplome de dos torres, por muy simbólicas que hayan sido porque, para decirlo con el tono impreso de Gabriel García Márquez en aquel final antológico de novela: es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.

domingo, 4 de septiembre de 2011

De Scott Joplin a La Comedia Silente.

A finales del siglo XIX el Ragtime era un suceso musical en los estados sureños de la Unión Americana. Aunque su origen no estuvo tan abajo, geográficamente hablando. En el pueblecito de Sedalia, en el estado de Misuri, se rompían teclas de piano por montones años antes de que la furia del Ragtime invadiera los círculos culturales de los afrodescendientes. Cuando en 1899 Scott Joplin (1868 – 1917) sacó su Maple Leaf Rag, la conmoción fue grande. Cuando en 1902 llegó The Entertainer, gente hubo que hasta familia perdió por el acoso de la oreja sobre fonógrafos y gramófonos. Supongo que las ventas de martillos también se dispararon en su momento porque hasta tres piezas de Ragtime se pueden escuchar consecutivamente, pero de ahí en adelante la densidad del éter se quintuplica con la sinfonía ya monocorde de los dedos sobre las teclas del piano. A cualquier cubano que supere los treinta y pico de años le alcanza la memoria para traer de regreso desde el polvillo de los archivos mentales el The Entertainer de Scott Joplin. A cualquier cubano que haya vivido al menos sus primeros diez años en Cuba. No hay que saber que la pieza es de Scott Joplin, alcanza con escucharla para saber que, efectivamente, se la conoce. ¿Qué cubanazo no se sentó un domingo en la mañana frente a la tele para degustar – con los dientes afuera por la sonrisa limpia y la carcajada plena, ingenua, de la infancia – las ocurrencias de Armando Calderón, el hombre de las mil voces, en La Comedia Silente? La madre del que no pinche aquí debajo.


 

 

viernes, 2 de septiembre de 2011


Poeta proscrito.


Francois Villon se atrevió a escribir un poema con la soga al cuello, literalmente. Esperaba ejecución de sentencia y decidió que no era mal momento para emborronar cuartilla. Quedó huella latente del asunto: Balada de los ahorcados. Asesino, ladrón, revoltoso y pendenciero, Francois Villon (1431 0 1432 –?) encarnó al clásico poeta delincuente. Tres años después de su graduación como licencié y maître ès Arts en la Universidad de París; para lucirse ante los ojos de una puta de camino que se le atravesó en el entrecejo, asesinó al clérigo Philippe Sermoise. Condenado a morir en la horca, no sabía aún que el indulto venía en camino cuando al pie del patíbulo y con las greñas de la soga molestando en su cuello se le ocurrió escribir esto:

Yo soy François- ¡cuánto me pesa!

de París, cerca de Pontuesa.

pendiendo de la cuerda de una toesa

sabrá mi cuello lo que mi culo pesa.

Corría el año 1455; y comenzaban así, con magnífica cuarteta, los desmanes vodevilescos de Francois Villon. Un bandolero medieval con una sensibilidad estética desbordada. Evasivo pero resplandeciente, adicto al sexo mercantil y la vida grosera pero atrapada por ornamentales estremecimientos, se despidió sin despedida, sin rastro, sin un quebranto, más o menos por el año 1463. Aquí debajo, un texto del poeta.

Balada de agradecimiento (Francois Villon)

A Devotas y Mendicantes,

a elegantes de chapa en suelas,

a Cartujos y otros tunantes,

a clientes y a mujerzuelas

de esas que usan abiertas cotas,

a galanes que por las modas

hieren sus pies con prietas botas:

agradezco a todos y a todas.



A las que muestran pezoncillos

porque saben que eso da oro,

a traviesos y a ladroncillos,

a saltimbanquis con su loro,

a juglaresas y fantoches

que silban, beodos y beodas,

y así alegrando van las noches:

agradezco a todos y a todas.



Salvo a jauría azotadora

que me hizo masticar grilletes

pero que ya no temo ahora

mas que se teme a tres soretes.

Les dejaría eructos, pedos

a modo de estridentes odas,

pero quiero evitar enredos:

agradezco a todos y a todas.



Que con durísimos mazazos

les rompan las costillas todas

y las piquen a martillazos:

agradezco a todos y a todas.

martes, 30 de agosto de 2011


Suicidas memorables.

Leyendo El lobo estepario de Hermann Hesse recordé a dos poetas cubanos: Raúl Hernández Novás y Ángel Escobar. El suicidio como opción de vida, como posibilidad. La muerte a mano propia como instrumento plausible para cerebros lúcidos y sombríos a un tiempo, para espíritus intensos intentando desvanecerse, quebrantarse ya definitivamente. Hernández Novás y Ángel Escobar son casi los últimos poetas del decálogo suicida de la poesía cubana. Ya se ha hablado de eso, bastante, buscando simas, con s, no hay error. Tormento, agonía de vivir en ambos casos. Y el suicidio siempre como alternativa, de dominio público, además. El grandote de Hernández Novás despidiéndose con un pistoletazo, el cuarto, porque no soltaba la bala con premura de muerte aquel objeto de museo con el que finalmente logró pasar al reparto de las mayorías, en junio de 1993. La pistola era del siglo XIX. Ángel Escobar saltó al vacío desde el séptimo piso de un edificio habanero, el 14 de febrero de 1997. Hubo – hay y habrá – poetas suicidas, cubanos y de otros rumbos, antes y después de Raúl Hernández Novás y Ángel Escobar, pero es el caso que la obra de estos dos me parece superior que la de sus inmolados predecesores en el terruño. De toda la poesía d Hernández Novás, los cuasi fílmicos Sonetos a Gelsomina rozan el borde de lo sublime. De Ángel Escobar rescato sobre sus otros libros, Abuso de confianza, y El examen no ha terminado, publicado póstumamente. Un par de poemas no pueden devolvernos a la vida la presencia ya trunca de ambos. La presencia física, quiero decir, porque estos dos hombres, ahora nombres, no son, para decirlo a la manera de J.L.Borges, de aquellos que llegan primero a la meta: el olvido.

Reseñas. (Raúl Hernández Novás)


Y yo te voy siguiendo, Gelsomina,

por la intemperie fría, en extramuros

del tiempo y del amor, bajo los duros

cielos donde la lluvia no germina.

Déjame ser, entre la tarde gualda

y ante el mar de fronteras de granito,

la piel dócil y basta en que el perrito

hermana la sonrisa de tu falda.

Yo te veré, desde el salón sombrío,

con gestos muertos en las manos, mudos

aplaudiendo su tácita caricia.

Y tú no me veras, desde el baldío

tablado en que muequea la estulcia

de los cansados monigotes rudos





HÁBITAT. (Ángel Escobar)

VIVO en la punta de un cuchillo.

Si resbalo hasta el filo, sajado

seré antes de llegar al cabo hondo.

Si resbalo por el lomo, me haré añicos

después del mango sucio. Si por los planos

caigo, astillas seré en los bordes atornillados, sí:

no tengo alternativas, y ya no sé

si estar así es peligroso -

ya no comprendo nada:

aquí llegan los ruidos de los alrededores -

querría un poco de silencio,

un ápice de candor, algo

que no mate ni mienta -

oigo una música: sé que soy

un bastardo lastimoso, roto así

cómo se me escapa el arte y surge

la imperfección de este poema.

viernes, 26 de agosto de 2011



¡Voy por una cerveza!

Semana tórrida esta última de Agosto. Gritadera anticastrista de cuatro papayu´ as sin acceso a Papa Johns en la escalinata del Capitolio de La Habana. Toma de Trípoli por rebeldes libios y subsiguiente evaporación de Muamar el Gadafi por incremento de la temperatura en las arenas del Sahara y en los fusiles de asalto AK 47. Movimiento sísmico en Nueva York; incendio a mano criminal y muerte por decenas – as usual – en Casino de Monterrey, México. Huracán Irene se desgreña(rá) también allí donde hace unos días meneo hubo, en Nueva York. Pablo Milanés tira la toalla antes de comenzar la contienda para evitar la pelotera en Miami. Hay motivos para inquietarse y motivos pa´relajarse. Las preocupaciones llegan sin desearlas, los alegrones casi siempre hay que fabricarlos, salir a buscarlos. A falta de materiales de construcción y tiempo para solazarnos, levantemos, cual monumentos, compensaciones para el quebranto. Alternemos de vez en cuando una rima barata – como esta – de asonantadas y consonantes. Enderecemos a toda costa la jornada si notamos que se está jorobando y agradezcamos el filminuto de vida que nos va quedando. Empinemos el mentón, un papalote, el codo hasta reventarnos.