Para Roxi Nagygeller.
No hay tiempo para digresiones, menos para actualizarme con los usuales divertimentos que se generan en los buenos bares que frecuentan la bohemia y la claque snob. Incrementé la carga decente – por incremento de la carga docente, por nada más – para convertirme en esclavo de la letanía educativa a tiempo completo, en circunspecto esclavo del gremio de profesores con mascarilla tiesa y portafolios de tapa dura, en eterno preparador de exánimes – y no tanto – exámenes para vertebrados con cerebro y sin él; para convertirme, en resumen, en enemigo mío. Pero a mala cara, buen tiempo… para sacar el paraguas. Días mejores llegarán, y días peores. Mas quejas no tengo de la vida porque no hay fiesta mejor que esta matrona. Si a la maniática existencial le sumo la madrugada, la lluvia, la tierra, la música, las montañas, una mujer, entonces se me llena de hembras la presencia y en harén como ese me consumo sin prisas pero sin reducir la marcha. Todas me inflaman, con todas me desgasto yo. Todas me levantan, con todas ilumino las penumbras que generan los pensamientos en el dintel, todas al tacto reconocen al hombre que habita dentro del niño que soy.
Pocas veces me he sentido tan interpretado, sublime!!
ResponderEliminarCuidado con los harenes del cerebro, Michell, dicen son lastimosos y apartan en realidad, los cuerpos.
ResponderEliminarYuria