jueves, 26 de septiembre de 2013

El Plátano y la Airbus Industrie.


 
El Plátano y la Airbus Industrie.

       El Hombre Musácea, Nicolás –alias El Plátano – Maduro, no asistió a la sesión plenaria número 68 de la Asamblea General de Naciones Unidas porque, entre otras cosas y siempre según él, los franceses pretendían pasarlo al reparto de las mayorías antes de llegar a Nueva York. Cuando no está en servicio el avión presidencial, El Plátano se mueve en una carreta de bueyes flotante que el gobierno de Cuba le alquila. El Hombre Musácea no se queja por eso. Pero él, que todo lo presiente (hasta la presencia de los penes aunque no se vean y quién sabe si hasta la de los penes erectos), intuyó que allá en la Galia querían que su Airbus se desguazara en pleno vuelo, y mandó a revisar la aeronave. ¡Y ahí estaba la falla! – ¡grave! – en un ala. Apenas con un (otro) pensamiento preclaro, le ha bajado los humos, le ha quitado a la Airbus Industrie –masoquista como es la Compañía – esos deseos tremendos que tenía de tumbar uno de sus aviones para poder echarse encima una volqueta llena de mierda. ¡Oye tú!, no es poca cosa lo que taladra con esa mente, este Chaman de una tribu del Orinoco. De haberse atrevido a montar en el Airbus defectuoso, de haber llegado aquel a Nueva York, no puedo ni imaginar cómo habría sido esa nueva letra del abecedario que en la O.N.U celaría – hasta el momento oportuno – debajo de una manga.  

miércoles, 25 de septiembre de 2013

De libros.



De libros.
       Ismael Cala, un cubano que trabaja en CNN en español, presenta libro, ¡suyo! ¿Qué tal este nombre?: El poder de escuchar (tu guía esencial en el camino al éxito). A ver si alguien me dice cómo, porque a mí no se me ocurre una manera de leerme eso, no la encuentro, vaya. A este paso tú verás que ahorita cualquier sindicalista, cualquier ex empelado del metro de Caracas se pone a escribir un libro, y hasta lo publica. Si Saramago mecánico fue, y Faulkner mucho techo que pintó antes de barnizar el nombre, ¿por qué no puede un sindicalista ahí, un ex empleado del metro de Caracas que se pasa la vida diciendo disparates, publicar su libro?
 

 

jueves, 19 de septiembre de 2013

Diario.


 
Diario.
      Desde jueves o viernes de la semana anterior no abría mi página de Facebook. Esa portezuela, acaso la única que tengo, de acceso al bochinche. Tampoco estuve acá en el blog, pero ya vuelvo. Fue una ausencia, digamos, productiva. Leí bastante. Y hablando de lecturas, entre los títulos que recomiendo en primera instancia para desgastar a gusto la retina: La condición humana (André Malraux), Bajo el volcán (Malcolm Lowry), Un día de la vida de Iván Denisovich (Alexandr Solzhenitsyn). Escalones más abajo: En el camino (Jack Kerouac) Dato curioso, – de desvarío – finalmente logré sentir, ¿definir?, la sensación que, intensidad más, rechazo menos, debe experimentar un extraterrestre cuando llega a la tierra: estuve en un mall, el domingo.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Casi una esquela.


 
Casi una esquela.
      A mi vieja amiga Yane – que no es lo mismo que una amiga vieja – le diagnosticaron un cáncer el 1ro de julio. Desde entonces comenzó a padecer, y a luchar. Para mí, no hay consuelo más innoble que aquel que remedio no ofrezca. Y aunque no me ajusto a ese modelo de terapia, intenté animarla lo que pude. Pero la vida suele en ocasiones “distraerse” demasiado y perder el camino sin encontrar la manera de revertir el yerro. Las implicaciones psicológicas, los periodos de zozobra que a no dudarlo, provoca este tipo de imprecisión del destino, en su mayor grado solo ella pudo registrarlos. Y solo ella pudo sentir con cuanto rigor sufre el cuerpo en situación semejante. El día que la conocí en la Universidad de La Habana, hace más de veinte años, casi una niña entonces, casi un niño yo, sentí un amarrón en el pecho que me duró una noble temporada. Compartimos un hambre de globo terráqueo cuando menos incontrastable. Pasaron los años y nunca perdió los arrestos, conoció medio mundo, amó y algo que es casi mejor: se dejó querer. Como en cualquier otro sapiens, el hambre de vida era también estandarte para ella. Fue lo que todos en primera y última instancia somos para casi todos: uno más en la marea de los nombres sin rostro. Una a la cual las plazas de Madrid, los recovecos de Roma, las calles de Nueva York, los suburbios de Monterrey, no echaran de menos. Ni falta que hace, porque la van a extrañar sus hijas queridas, sus padres, su esposo, su familia toda. Y también la vamos a extrañar sus amigos y los cañaverales de Camagüey.   

Mi villana favorita.




Mi villana favorita. 
     La voz me recuerda a Amy Winehouse y hasta su aire se da. Pero la verdad es que todavía no sé bien qué es lo que canta ella porque cuando la veo las orejas se me convierten en otro par de ojos y la cabeza se me hace tiritas, se me desajustan los pensamientos, se me deshacen como los fideos que por accidente caen desde un caldero de agua hirviendo y se desparraman por el piso de la cocina. Nada, que me descojona la psique esta mulata linda, vaya, para decirlo como es.  
 
 
 
 
 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Banano


 
Banano.
      Nicolás – alias El Plátano – se pasó de maduro. Propuso incluir el término millonas como nueva palabra en el diccionario de la RAE y pidió hacer votos litúrgicos por la multiplicación de los órganos de cópula masculinos, de los falos, de los penes, vaya, para decirlo como él. No aclaró las vergas de cuales especies orbitaban en su pensamiento pero supongo que la nuestra era el astro rey. A mí no me asombran estos desaciertos. Cualquier disparate se puede esperar de un graduado del matadero de ideas Ñico López, la escuela “del partido” de Labana. ¿Qué va usted a pedirle a un pica tickets del metro de Caracas? Un olmo no da peras ni a palos. Bastante hace, el pobre, para oxigenar el socialismo bolivariano. Bastante poco.

martes, 3 de septiembre de 2013

LQQD (lo que queda demostrado): ¡Se puede llegar nadando!



LQQD (lo que queda demostrado): ¡Se puede llegar nadando!
      Una señora, ¡adulto mayor!, o casi, llamada Diana Nyad (64 abriles) completó a nado la ruta entre Labana, Cuba y Cayo Hueso, al sur de Florida, Estados Unidos de América. Dos días, 160 y pico de kilómetros dando brazadas. ¡Qué bestia! Cuando llegó a Cayo Hueso, entre otras cosas, dijo: nunca renuncies a tus sueños. Así es que ya tienen consuelo de repuesto los habitantes de la Antilla más grande. Se pueden meter una vida entera tratando de salir de allí por los métodos ortodoxos pero si a los 64 años aún no lo logran, les queda la opción de intentarlo a nado. 

domingo, 1 de septiembre de 2013

Ocaso. Un documental cubano de Ulises Hernández Expósito.


Ocaso. Un documental cubano de Ulises Hernández Expósito.
      Ocaso, un documental de Ulises Hernández Expósito sobre la cara fea (¿hay otra?) de la realidad, de la vida en San José de las Lajas, un pueblo cubano, cualquier pueblo cubano. Un documental con arreboles de pantalla cotidiana, sin celuloide pero trunca, porque una de las historias que nos cuenta – la de la muchacha drogadicta – se apega más al teleplay, al teatro, y menos a lo ordinario. Y es una lástima, porque tan digna es la crónica del resto de los “personajes” que, más allá del parentesco visual, sonoro, de criterio, con la habanera suite de Fernando Pérez, si no conmueve por lo menos inquieta. El parlamento de Ulises y esa estampa medio onírica al comienzo del mediometraje, creo que nada aportó a la película; pero esta se recompone sobre la marcha, se equilibra y finalmente, ella misma se recompensa. Y si bien es cierto que tuvo un soporte digamos paterno, aquel que legó Fernando Pérez, el asidero en algún punto se fractura para (aunque parezca atrevido decir esto) rebasarlo. Y ahí están para demostrarlo esos desnudos, más que humanos, casi pictóricos dentro del drama en que se insertan. Por lo demás, lo único que, se me ocurre, explica la presencia a toda costa del relato de la drogadicta, aun sabiendo Ulises – como supongo notaría – que cojeaba por manierista, es el empeño por mostrar el asunto. Pudo haber trocado ese tema por otros también en llagas allí: la prostitución, el proxenetismo, la ambivalencia moral. Al menos en las dos primeras ronchas, “personajes” para asumir la tarea no faltarían. Y si el empeño en contar la tragedia de la toxicómana era inamovible, pudo haber trocado una actriz por otra, por otro. De todas formas, la secuela del trabajo es de una dignidad evidente, y eso es lo que cuenta.