Karina Bolaños: de Maximilien
Robespierre a Joseph Fouché.
La profesora de francés
Karina Bolaños fue, mientras pudo, Viceministra costarricense de Cultura y
Juventud para el gobierno de Laura Chinchilla. De juventud algo le queda, si no
en la cartera del gabinete de gobierno, al menos en las curvas y promontorios
que tornean su cuerpo. Demostrado quedó por primera vez en el insulso video que
le dedicó a su amante y la mandó a la calle. Digo yo que el despido debió ser
por la falta de creatividad y los bajos niveles de estrógeno que mostró ante la
cámara. Sea como fuere, el caso es que le alcanza todavía con las elipses y meandros
que describe su figura para seguir ganándose la vida con oficio no tan cubierto
textilmente como aquel que ejercía en el vice ministerio. Es decir que ahora más
que antes demuestra su apego a la mancebía del departamento gerencial que
abandonó. El esposo cornudo – un politiquero de la comarca – a su hora declaró:
no lloré cuando mi papá murió, porque yo
sabía que él iba para el cielo (…) pero con esto que Karina me hizo, me encerré
tres días en un cuarto a llorar. Con semejante portento de blandenguerías
declaratorias, señalado quedó que entre la devoción cristiana y el
infantilismo, no era mucho el espacio que el hombre dejaba para hacerle a su
hembra trabajos más dignos que los de oficina, por tanto, merecido tenía que le
pegaran los cuernos. Después: el
Armagedón: ¡tres días de flojera llorando los frutos de su cosecha! ¿Y sus impostergables
asuntos laborales como diputado de la comarca, qué? ¿Cómo se justifican
legalmente tres días de flojera y penitencia para alguien que gana en tres días
lo que yo en un mes? Retomando a la Karina, no sobra decir que, si bien algo de
anatómica frescura le queda; la notable sequía que muestran – más allá de las improvisaciones
en ropa interior frente a la web cam – sus valores éticos y sus principios, le cuartean irremediablemente el oleo al retrato
que, tarde o temprano, todos colgamos en la pared de la vida. Y no lo digo por
su conyugal infidelidad – que eso inmoral no la hace, ni carente de valores –
sino por su estatal infidelidad. No se muerde la mano que te da de comer, reza
un geriátrico refrán que Karina violó con alevosía. Si el escándalo por aquel anti erótico video no hubiera explotado, la
lengua de Karina estaría ahora mismo humedeciéndose dentro de su boca, y no
despotricando contra la presidenta del gobierno del cual ella, hasta hace muy
poco, formaba parte. Son más dudas que certezas sobre su conducta lo que escupe
Karina con sus palabras. La revista española Interviú le ofreció generosa bolsa por doble función: revelar sus
carnes y soltar la lengua hasta pisársela. Y Karina, creyéndose vedette, aceptó. Es poco lo que a la
cultura tica aportaría Karina de haberse mantenido en su vice ministerio cuando
ante todas las luces – urbanas y de urbanidad – desconoce la señora la máxima
que apunta: Roma paga a los traidores, pero los desprecia. Bien haría Karina
Bolaños en retomar la senda conyugal con su amorfo politiquero, y bien haría
aquel en perdonarle el desliz. Son uno para el otro, tal para cual.