Balompedicure III
C´est fini, se acabó el Campeonato de Invierno del futbol tico y la Liga Deportiva Alajuelense (Alajuela) se llevó el jolongo con el trofeo y los billetes a su cuenta bancaria en el partido de vuelta de la final contra el Deportivo Herediano (Heredia). No será esta la Liga de las Estrellas de España ni la Premier League, pero pasiones enciende por millones en este país el campeonato local de futbol y alma, corazón y vida dejan los equipos en el terreno. Aplausos extra ha merecido esta final, en ovación. La gente de Heredia le apostó con más ganas que fe a una victoria que no saborearon, y para articular con tiempo el show, la provocación mediática, se vendieron por millares en esa ciudad camisetas con el slogan Heredia Campeón. Pero en este deporte como en cualquier otro la filosofía es de 1+ 1 y el vencedor no es otro que aquel que derrota al rival en la contienda. Para decirlo a la manera del refranero popular de habitual serranía: no se pueden contar los pollitos antes de que rompan el cascarón. Y ganó La Liga, por tanto, las camisetas del Club Herediano pasarán a la historia como sudario. Fue un buen juego de futbol, intenso, de llega y vira, con un árbitro que estuvo todo el tiempo más pintado sobre una valla que haciendo algo concreto sobre la grama. Por la cantidad y crudeza de algunas faltas – sobre todo en los primeros veinte minutos de juego – el partido debió terminar con una nomenclatura de futbolistas similar a la de un juego de baloncesto: un cinco contra cinco. Pero ya se dijo que el árbitro estaba en cualquier parte menos en el terreno. Herediano tuvo más posesión de balón, tiró más a puerta, provocó más inspiraciones en el graderío y anotó menos goles. La Liga aguantó rodilla en tierra los primeros minutos, y los últimos, movió el balón con fundamento, tuvo buenos contragolpes y se llevó el campeonato 6 a 5, en penales, después del 1x1 en tiempo reglamentario y prórrogas. A estas horas de la noche los bares de Alajuela deben estar a reventar. Las esposas mal atendidas deben estar haciendo su agosto navideño revolviéndose entre las sábanas con el amante.