Soy de los jóvenes y de los viejos, de los inquietos y de los discretos/Indiferente a los demás, atento para con los demás,/Maternal, paternal, niño y hombre.
(Walt Whitman. Canto a mi mismo)
domingo, 4 de octubre de 2009
Octubre.
Abro las puertas de Octubre cuatro días después del advenimiento del nuevo mes (no confundir con eyaculación retardada) colocando un brevísimo borrador – continuación del anterior – de la novela póstuma de un servidor. El borrador que marca turno en la cola detrás del que subiré inmediatamente, aparecerá por acá cuando la novela esté “a punto de mate”, y esa frase admite doble lectura: aparecerá cuando yo recién cumpla los 90 años (porque pretendo llegar a tan remota orilla y sin pagarle un óbolo a Caronte) o cuando prepare la siguiente infusión con hojas de yerba mate, y eso puede ser, incluso, unos minutos después de ahora mismo…en fin, aquí estaré de regreso en breve si la bombilla no me quema los labios al degustar el sorbo, si aparece la bolsita de azúcar (quién ha visto a un cubano tomando mate sin azúcar), si el gato se cansa de joder y remolonear entre mis manos y el teclado, si el hambre no aprieta, si se acaba temprano el juego Colorado-Dogders, si termino de leer el último capítulo de Sinuhé el Egipcio, si me pelo las 4 greñas, si llueve, si no se calma el viento, si alguien grita de felicidad, si tiembla la tierra, si bajan los niveles de polución en esta ciudad, si cierran los Malls, si quiebra Mc Donald´s, si la gente comienza a manejar de espaldas a la ruta y de frente a la vida sencilla, si se cae la cúpula de San Pedro y Bin Laden se convierte al Cristianismo, si aterriza un marciano en la Quinta Avenida y un terrícola en Wall Street, si no muere la música, si el periódico logra colocarme sobre una buena pista informativa, si proscriben Internet, si un ave sonríe, si aumenta la producción de espermatozoides y disminuye la de tablas de surf y mujeres anoréxicas. SI el pan me come, si aparece la que busco en la distancia, inconfundible entre la muchedumbre, si el mar deja de amarme, si desecho la vereda por los rieles del tren suburbano, si anochece cuando amanece, y cuando alguien muere, si el crepúsculo no se cansa de matarme, si la espera no me desespera, si la esquina se endereza y el proyectil toma la curva, si la montaña crece, si las nubes se derritieran interminablemente y siempre sobre mi cabeza, si mi casa fuera mía y el dolor ajeno, si logro escribir sobre tu piel y entre las brumas del cuerpo llego a leerte, si jorobo una moneda, si me traiciono, si caen a la vez y a una sola voz, una estrella y un planeta; si encuentro una cerbatana para jugar un rato, si llego a creer en Dios… Creo que lo mejor será dejar esta letanía para otro día… y también la de los borradores.