Indianápolis 500:
victoria pírrica.
El escocés Darío
Franchitti ganó hoy la carrera más famosa del automovilismo, las 500 millas de
la Fórmula Indy, en Indianápolis. Pero
hay victorias y victorias. Es cierto que Franchitti hizo una buena carrera.
Llegó a ser el cascabel de la ringlera en las primeras vueltas y poco a poco
fue ganando posiciones. Las 500 millas de Indianápolis se prestan solas para
hacer algo así, es una carrera larga, de estrategias. Apenas a 30 vueltas para el
revoloteo de la bandera a cuadros; entre él y el neozelandés Scott Dixon, su
compañero en el equipo Chip Ganassi, se alternaban la cabeza de la competencia
como si aquello fuera un jueguito de niños. Solo dos bólidos más presionaban
por la punta con posibilidades reales: el del brasileño Tony Kanaan, ídolo de
la afición en Indianápolis y vaya usted a saber el por qué, y el del japonés
Takuma Sato. Unas 50 vueltas antes del final el nipón había entrado en zona de
pits a retirar los alerones delantero y trasero de su centella: anuncio de que
lo suyo iba en serio porque sin alerones su máquina perdía algo en estabilidad pero
sacaba un par d millas de ventaja en la velocidad al resto de los competidores.
A dos vueltas para el final la dupla Dixon-Franchitti mandaba en la punta, con
Sato y Kanaan al asecho. Dixon, puntero, hizo la maniobra ya casi rutinaria
para que Franchitti tomara la cresta y se llevara la carrera. Franchitti lo
rebasó, pero Sato apretó el pedal, se "enganchó" de la cola del escocés y también pudo adelantar a Dixon. La mesa estaba servida
entre Franchitti y Takuma Sato. Sin alerones, la nave del japonés era más veloz
que la del esposo de la sabrosa Ashley Judd, pero menos estable, y Franchitti
lo sabía. Última vuelta: se meten en la primera curva, Sato se le escurre por
debajo a Franchitti y comienza a rebasarlo, se lo lleva; entonces Franchitti lo
acorrala, le acorta el espacio. La maniobra no es ilegal para los libros, pero
hay reglas no escritas que se cumplen por ética, por principios. Franchitti
pudo cerrar el espacio antes de que Sato comenzara la maniobra porque era
sabido que el japonés trataría de colarse por la parte baja del peralte. Si no
lo previó, si no creyó que el otro se atrevería a tanto en plena curva y a 217
millas por hora, pues simplemente se equivocó. Pero cerrarle el espacio al
nipón cuando ya los dos autos corrían uno junto al otro y el de Sato se llevaba
en claro a Franchitti, para decirlo en cubano, es tremenda mariconá. Franchitti
sabía que en caso de roce el auto de su rival llevaba las de perder por la
falta de los alerones. Y así fue. Apenas se rozaron y la nave de Takuma derrapó
haciendo un trompo que lo dejó fuera de la carrera, en la última vuelta!. El
escocés debió dejar que su digno rival completara la maniobra espectacular con
la cual se lo llevaba en claro. Le quedaban más de tres cuartos de pista y 3 curvas más en
el óvalo para intentar hacer él lo que Takuma Sato le habría hecho en esa
primera curva. Pero Franchitti tomó la más cómoda de las
opciones, la menos digna, y ganó la carrera, por tercera vez en su vida(2007, 2010, 2012) sin complicaciones innecesarias. Esta habría sido su primera oportunidad para ganar al duro, acelerando a fondo,
porque las dos anteriores entró con bandera amarilla. Pero no le alcanzaron los
coj... para batirse con el japonés, y se llevó su tercer título en las 500 millas
de Indianápolis, para no variar un ápice el estilo, con bandera amarilla,
una que él mismo provocó con ese golpe bajo a Takuma Sato.