Domingo 7 de marzo – martes 8 de junio.
He vivido al margen de la pleamar y de la marea, ajeno a la vorágine vital, informativa, productiva, de espaldas a casi todo. Ofrecí lo que de humanidad poseo como refugio feraz donde cobijar la abulia, la esterilidad y el abandono. Llegué a ser una cápsula humana, un cascarón vacio, un ente. Dilapidé horas y días que no volverán, me recluí en la nada y el desaliento. No fui feliz. Me adormecí sobre cualquier rutina. Escribí poco, pensé poco, comí poco, bebí poco. Promoví conversaciones superfluas, bizantinas, cantinflescas. No vi el mar, estrujé recuerdos y vivencias. Me pelé y afeité, practiqué el mimetismo. No seguí de largo, no soñé, no tuve fe, no me atreví. No cambié de acera, no me lo reproché. Envejecí. De nada me arrepiento. Aquí estoy otra vez.
P.D: En la parte inferior derecha de la foto, el rostro feliz de mi hija.