De la mierda que se secó
sobre los folios de una
Constitución.
En el
barrio, a los retoños de
la izquierda sin dientes.
Todavía
quedan restos de humedad en los
ojos de aquellos que retienen el mal paso de la revolución cubana como el camino
al futuro, a la utopía de Tomas Moro. Todavía quedan vestigios de arrumacos espirituales
con asidero firme en el corazón y pajas mentales siempre listas a eyacular una
alabanza insostenible, en la garganta de quienes se empeñan en defender lo que
no admite – ni de oficio – defensa. La revolución cubana se traicionó a si
misma cuando apenas comenzaba a ser revolución. Fidel Castro no esperó mucho
tiempo para desmontarla. Un par de años duró el invento. Para 1961 ya la mierda
se endurecía sobre los folios de la Constitución de 1940. Para ese entonces
Cuba no era más que un satélite terrícola de otro engendro: la Unión Soviética.
Cuando la URSS se desintegró, el calvario cubano hizo una metástasis irreversible
y ni esperanza de cura se ve en lontananza. Es decir que se perdieron 30 años
chupando teta, la maloliente de una vaca que terminó pateando al ternero. Y de
ahí para acá, chupando huesos. En otro momento, ahí llegaremos. En 1958 las
cinco ciudades más activas del mundo, las imprescindibles, puntos de referencia
obligatorios por sus niveles de crecimiento económico, demográfico, social, por
la intensa vida cultural, dinamismo y número creciente de población flotante,
eran éstas: Nueva York, Londres, París, Buenos Aires y La Habana. No lo digo
yo, lo dicen los datos estadísticos de la ONU para el año 1958. Por aquel entonces
casi toda la América Latina era una sola: una sola aldea multiplicada. Cuba,
con todo y sus miserias – ¿Dónde no la había? ¿Dónde no la hay? –, ya era otra
cosa; y su capital, la ciudad más bella, próspera, civilizada y funcional de latinoamérica. ¿Qué La Habana era
el cuartel general de la Cosa Nostra? ¿Que las putas abundaban? Bien ¿y qué? 52
años después una Habana pobre, derruida, lastimera, es el
cuartel general de una mafia nacional que secuestró al país en 1959 y todavía no
lo devuelve. Y de putas no hablemos porque el acápite da para enciclopedia. Es
tan largo el encierro allí, que en algunos ya florece el Síndrome de Estocolmo.
Pero aun así, Cuba es el país que tiene en este planeta el mayor número – en
porciento – de nacionales en la diáspora: de casi 15 millones que somos, 3 millones
vivimos veril afuera !casi un 25% de cubanos vive fuera de Cuba! y la cifra
sigue creciendo, es una hemorragia sin control aun con las carcelarias condiciones
de movimiento que la dictadura impone. Los tiburones del Estrecho de Florida
padecen interminables males estomacales por empachos con cubanos. La
población laboralmente activa decrece a paso firme. Cualquiera que, sin serlo, se
sienta joven, quiere abandonar el arrecife. No queda una sola de las libertades
civiles que no haya sido, literalmente, pisoteada. La descomposición moral
alcanza cotas inimaginables para el ojo que allí aterrice desde otra orilla; y avanza, incontenible, a la conquista del porvenir . La
educación y salud públicas son apenas un recuerdo viejo de lo que fueron; de lo
que fueron incluso antes de la revolución. La fotografía que encabeza este post
fue tomada en la Cuba de hoy, es decir cualquier día entre el 1ro de enero de 1959 y el 28 de agosto
de 2012. Todo está dicho ahí, se explica sola.