jueves, 5 de julio de 2012

Musculatura de la retrospectiva personal.



Musculatura de la retrospectiva personal.
       
           En ejercicio inconstante de retrospectiva, eventualmente vuelvo  los ojos al paisaje desandado para que el tiempo no me arrastre. Y me aquieta sentir que lo que fui seré, aunque me apoquen los años – si les llego – con los pliegues y los miasmas. La curvatura de la tierra sostiene mi parábola: el punto de partida será término, y será sentencia; el camino es uno y el mismo. Los dolores, los hedores y las penas, serán los de siempre. El regocijo y el gozo habrá que salir a buscarlos en los sitios habituales, y como siempre: para cebarlos, para no encontrarlos, para castrarlos, para catequizarlos después de todo y tanto, como placebos. Eventualmente vuelvo los ojos al paisaje desandado para que el tiempo no me arrastre igual que arrastra el viento la nota monocorde de un piano de atril empotrado a la tarima. Y me aquieta sentir que todavía me aferro a la costumbre de querer y dejar que me quieran.