Sin equipo.
Se nos fue
temprano José Fernández. Cuando más lo queríamos. Tenía apenas 24 años y aun
así, lo que pierde la Gran Carpa es un jugador de culto y antología. Y los Florida Marlins pierden el alma y por largo rato no serán más que un mazacote,
un grupo de hombres que batean, corren bases y tiran pelotas para el home plate sin llegar a la cota de
peleadores. Y aunque así no fuera, sin el cubano José Fernández nunca será
igual. “Mirarlo, era ver a un niño jugando pelota. Jugaba con tanta alegría”
dijo ayer Don Mattingly, el manager de los Florida
Marlins. Y lo dijo llorando y ya sabemos que esos arranques emotivos suelen
ser comunes entre los latinos y este no es el caso. Pero sí, mirarlo jugar era eso, y era mirar a ¡! un peloterazo ¡! bajando un chícharo detrás de otro para la goma. Y era también mirar a un hombre noble. Sin José
Fernández en el terreno, aunque viva en Miami ya no podré seguir siendo un
fanático de los Marlins. Y no es que
no quiera, es que no me nace. Tendré que buscarme otra banda de mis amores y
ahora mismo no sabría cómo encontrarla porque en ninguna estará el cubano José
Fernández.