jueves, 5 de marzo de 2009

Érase una vez en América..Latina

La creciente violencia e inseguridad ciudadana es tema que ayuda al desarrollo del objeto social no solo de sus más o menos auténticos promotores – podría decirse culturales – , sino que deja también su generosa contribución solo como ayuda al desarrollo del objeto social ¡!¿? – , en los medios de comunicación y las instituciones. ¿Quién ha visto en el mundo libre un noticiero raigalmente verídico sin un charco de sangre a mitad de transmisión?¿Quien ha encontrado la gallina de los huevos de oro y no ha salido corriendo con ella bajo el brazo?

Estudios serios y no tanto sobre el tema, de afiliados a la izquierda, a la derecha, y a los ganchos al estómago con puño cerrado y manopla de hierro, proliferan a los cuatro vientos las cuatro estaciones del año en los cuatro puntos cardinales. América Latina, para no quedarse atrás y estar a tono con la ventisca, reporta no solo apasionantes índices de violencia e inseguridad social, sino espectaculares modus operandi de sus bandas de cacos y novedosos estilos de arrebato, robo, ejecución y sicariato, que ya quisieran vislumbrar en sus mejores sueños los guionistas de Hollywood.

Desde magos aztecas que desaparecen cuerpos humanos en estanques o cisternas de ácido sulfúrico con encomiable denuedo, hasta orfebres que incrustan esculturales huesecillos de especie homo sapiens sapiens en su exquisita metalería, alla por Cali, Colombia, con el noble propósito de acrecentar el valor artístico de su trabajo, y de paso, evitar implicaciones con la moto-sierra, pasando también la escoba por los básicos y nunca retraidos malandros, chapulines, pintas, mareros, y un largo etcétera; adornan repulsiva y temerariamente el paisaje, el pavimento y las venas abiertas del impersonal Sub Continente, y sus vapuleados habitantes.

En Costa Rica tanto la prensa escrita como los noticieros televisivos han descubierto el filón de oro que brilla en la recreación novelada de los frecuentes sucesos delictivos, y los ya diarios asesinatos, porque en Costa Rica, la Suiza de América, oasis económico regional y aún privilegiada nación por carecer de ejército, ostentar clima y geografía de ensueños, entusiasmo democrático y niveles de desarrollo social atípicos para el área; decir emporio de paz ya no es parte del menú cotidiano. La creciente violencia y consecuente inseguridad ciudadana, aunque lejos aún de los dramáticos niveles centroamericanos, acercan cada vez más las fronteras delictivas. En Costa Rica ya no se siente la tranquilidad de antaño, y lo peor es que el País funciona con leyes de antaño. En Costa Rica matar mostrando total desprecio por la vida humana no se castiga con la muerte del asesino. Y sin embargo en Costa Rica, según encuestas recientes, más del 50 % de la población está a favor de la pena de muerte, y un porciento similar a favor de los linchamientos. ¿ Que sucede en Costa Rica, la Democracia más sólida de América Latina, que las leyes no responden al clamor ciudadano? Debemos cuidar de la libertad democrática ejerciéndola, y cuando el pueblo ejerce, por derecho, su opinión soberana, nada ni nadie puede obstaculizar el cumplimiento del clamor colectivo. Las instituciones jurídicas, judiciales, o de cualquier tipo, en un país democrático como Costa Rica, funcionan para facilitar el cumplimiento de los legítimos reclamos de su pueblo, no para desvirtuarlos, ni obstaculizarlos.

En Costa Rica el temor es parte de la vida pública y el show mediático también, aunque es sabido que llega con patente de corso internacional: ..Que si la bala entró por el ojo derecho..Que si el proyectil impactó en la nuca y dejó un rastro de pólvora y destrucción en las circunvoluciones hasta llegar al parietal izquierdo y salir partiendo el hueso craneal por un orificio…Que si el hombre corrió media cuadra con el puñal sembrado en el pecho hasta caer muerto en medio de la calle a dos metros de su casa... Que ya es entrada la madrugada y mañana tengo que levantarme bien temprano, con la idea de regresar acá en un par de días, pero si no vuelvo, ya les adelanté la crónica del acontecimiento.