martes, 2 de octubre de 2012

Huelga de médicos en Costa Rica: cólico miserere. (Recuento)


 
Huelga de médicos en Costa Rica: cólico miserere.(Recuento)

        Un año ha pasado desde que los médicos se fueron en tropa a la huelga, aquí, en Costa Rica. Pedían aumento salarial del 5%, y vacaciones que al comienzo de la juerga enmascararon con el sobrenombre “profilácticas”. Luego, en las negociaciones, dijeron que no, que querían más vacaciones, pero hawaianas. Ambas propuestas penetrantes fueron validadas. Y al Estado se la metieron por donde más le duele, sin vaselina, para que sufra – y soporte – la carga mientras pueda. Recuerdo haber visto en la tele de aquellos días la imagen de una caterva de mercachifles de blanca bata que avanzaba por la Avenida Segunda de San José con una enorme pancarta por estandarte en la que se leía: derechos sagrados la patria nos da (fragmento del Himno Patriótico del 15 de setiembre, Independence Day de la comarca) Me cuestioné entonces qué sagrados derechos invocarían ellos: el derecho a ser arrogantes, el derecho a colocar sus intereses personales un kilómetro largo por delante de la noble profesión que ofendían (y ofenden), el derecho a obtener prebendas a cualquier precio, incluso al precio de una vida humana, al precio alto que representó desatender la salud de los estratos sociales más humildes del pueblo, que fue, en definitiva, a quien se tomó como rehén; el derecho a buscarse un par de gangas extra que les permitiera subir de la tropósfera a la estratósfera – capaz atmosféricas en las que no vive, en este país, ningún otro gremio de asalariados – con el soporte de la ley del mayor esfuerzo, del mayor esfuerzo al patalear y protestar para arrimarse las gangas. De los deberes de los huelguistas no había que hablar, ese tema que lo tocaran otros. Días después leí en La Nación que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) había declarado la huelga como ilegítima, ilegal, porque implicó el abandono de funciones laborales relacionadas con la salud y la vida humanas. Más de 600 médicos, con los anestesiólogos a la vanguardia, se incorporaron al despelote. Casi 3000 cirugías y 20 000 citas se cancelaron durante las semanas que duró el asueto. Un anciano, ya en ingreso, falleció por falta de atenciones. Recuerdo también haber leído en La Nación, que todos los médicos que se sumaron a la huelga/juerga, en abandono de funciones relacionadas con la atención a pacientes, serían severamente sancionados. ¿Algo ha sucedido? ¿Alguien se ha enterado por alternativa vía –  el entorno mediático oficial refresca la temperatura sobre el tema con prolongada sombra – de que haya sido sancionado por aquel argumento de la OIT, al menos uno entre los cientos de médicos que al jaleo se sumaron? Lo más lejos que ha llegado el asunto es a la confirmación de la ilegalidad de la huelga por el Juzgado de Trabajo del 2do Circuito Judicial de San José. Y se dice que la Caja Costarricense del Seguro Social alista rebaja salarial para aquellos usureros, negociantes callejeros con estetoscopio por cadena al cuello. Se dice, así, impersonalmente, y eso es todo. Hasta ahí las posibles sanciones. El día que los médicos se lanzaron a la calle invocando esos derechos sagrados que, según sindical interpelación, la patria les da; de haber podido yo, habría salido a confrontar la turba con otra pancarta, y unas palabras de José Martí estampadas en ella: cuanto me amenaza la patria me pone a temblar, y sólo gozo con lo que la honra y asegura. La patria es ara y no pedestal.