En Cuba
En Cuba no se puede orinar en ninguna esquina porque se corre el riesgo de mearle las botas al guardia de turno, y entonces ya usted sabe lo que le espera. En Cuba la gente no ceja en el intento de cagarse verbalmente y a toda hora sobre la madre del dueño del Fidelcomiso, pero siempre bajito, porque cagarse en voz alta conlleva una replica fecal en los pantalones, aunque sin mierda, porque no hay con que hacerla. En Cuba no se pueden encender los equipos de aire acondicionado porque todo el petróleo asignado a tan aburguesada encomienda, ahora pertenece por entero al Socialismo, es decir al bunker-mansión donde reposan, a temperatura siberiana – para garantizar la eternización – los restos insepultos de un muñecón de carnavales de metro ochenta de estatura, forrado de pellejo, relleno de guata y mal vestido con indumentaria deportiva. En Cuba no se puede colgar un cuadro en ninguna pared de más de 50 años sin riesgo de muerte por aplastamiento. En Cuba no se puede lavar la ropa interior con el jabón que ¿facilitan? en las bodegas porque aumentarían dramática y letalmente los niveles de colesterol de las ladillas y los caránganos. En Cuba se venden clavos para extender el número de huecos en los cintos, y se venden balones de gas para incrementar el número de suicidios por asfixia e incineración. En Cuba se puede ver beisbol – de ligas menores – siempre y cuando en el jardín central pueda leerse un cartelón que raza: el futuro pertenece por entero al Fidelcomiso. En Cuba las palanganas se venden como toboganes y los tubos de regadío agrícola como flotadores. En Cuba amor se lee de atrás hacia adelante aunque sea con una vieja del Medioevo. En Cuba la tridimensionalidad va quedando detrás, en el pasado; mientras más lejos de la costa se esté, más plano se vuelve el horizonte. En Cuba el tiempo no camina, rema, y casi siempre contra la corriente, incluyendo la del Golfo. En Cuba se come tierra, cable, soga, cualquier cosa que raspe la garganta, perfore los intestinos y no alimente. En Cuba la gente se muere dos veces: en vida y cuando les toca.