To be or not to be ? El eterno dilema.
En 1996 Alanis Morissette, una nena canadiense de apenas 22 años en ese entonces, estremeció a su antojo al respetable presente en el Phoenix Festival de Stratford Upon Avon, Reino Unido, con interpretaciones de su disco primogénito Jagged Little Pill.
Conocedora del peso en quilates que la historia reserva a la festivalera y farandulera ciudad británica, cuna y sepulcro del dramaturgo, actor y poeta William Shakespeare, el chosen one, el non plus ultra entre los escritores de lengua inglesa ( ¿según los ingleses? ) , la jovencita se atrevió a silenciar momentáneamente al quórum con una pausa filosófica entre los temas You oughta know y Hand in my pocket.
To be or not to be? , resonaron las palabras del Principe Hamlet desde un chillido agudo y mal ecualizado. Fue algo así como pedir referencias sobre la obra de e. e cummings o los escritores norteamericanos de la Generación Perdida, en un merendero a orillas de una autopista interestatal en los Estados Unidos. La pausa y el des-concierto fueron breves: un par de tenis desplazándose como misiles en dirección al perfil derecho del rostro de Alanis Morissette devolvieron al espectáculo su ritmo habitual. “Con las manos en los bolsillos nos muelen a leña”,pensó a coro la Banda, y haciendo alarde de un sincronizado instinto de conservación, comenzó a tocar el tema sin que mediara señal de la diva.
Como un ligero movimiento de péndulo,
la diferencia es mínima entre ser o no ser.
Ser, o recortar el abrazo,
asumir el enigma como al roce de las horas, o no ser.
En brecha tan falsa
un óleo del intento pudiera desplazar al dibujo original
pero aborta su derecho a contar otra leyenda.
Ser, o renunciar al abismo
y encender una luz para salvar la caída.
Resignarse a creer que morir es dormir..tal vez soñar
por odiar la sentencia con amor, o no ser.
¿Imitar otra voz y anular la propia?
Ser, o aceptar el indulto la primera vez.
Compartir un argumento, o no ser.
Reciedumbre del monólogo,
las palabras se vuelven torcedura gordiana.
Alternando en el péndulo
se atropella mi sombra.
Esta es la cuestión.