jueves, 31 de diciembre de 2009



FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS ¡!

Se nos va Diciembre, se nos muere un año pero ahí está enero esperándonos con el próximo ya latiendo en el calendario. ¡Buena suerte, salud, y que las dicha nos acompañe en el siguiente lapso de vida!

martes, 29 de diciembre de 2009




Buscando a la que vuela

Estoy buscando a la que vuela…Con frecuencia pienso en Darío Grandinetti, en aquellas escenas de El lado oscuro del corazón (primera parte), en las que al actor – encarnando en su piel al poeta Oliverio Girondo no le quedaba más opción que accionar el mecanismo que despedía hacia el vacio a las mujeres de turno que compartían su cama. Estoy buscando a la que vuela, repito con frecuencia en un grito sin eco que se disipa en las paredes de mi pensamiento. Estoy buscando a la que vuela, me derrapo en las calles, me confundo en la vorágine y entre los rostros de la muchedumbre sin encontrar una huella perdurable, un ademán, una razón que me ayude al menos a presentir que efectivamente he encontrado a la mujer que pudiera levitar ante mis ojos…Estoy buscando a la que vuela porque tengo la certeza de que existe, pero debo cuidarme de no repetir literalmente la estructura y la secuencia narrativa de la película, pues corro el riesgo de encontrar a la que vuela y no ser yo capaz de elevarme hasta su altura y acompañarla en el viaje

sábado, 26 de diciembre de 2009



Dando una vuelta por ahí.”

Aunque de tono un poco bucólico, – esta ciudad nunca termina de parecerme una verdadera ciudad – aprovecho la media pausa vacacional para infiltrar otra bocanada de aire comprimido en el blog… Hace una semana estuve, junto a unos compañeros de trabajo, en un par de sitios frecuentados por la bohemia local. La Chicharronera Rancho Alegre y el Bar Rayuela (cualquier similitud con novela de Cortázar no es mera coincidencia) son lugares que frecuento desde hace casi tres años y a los que siempre voy en busca de una conversación interesante, un poco de rock alternativo, trova y cierta dosis de fusión de ritmos en un ambiente medio exótico en el que muy a gusto me siento. De vez en cuando pesco por ahí un buen concierto en vivo de alguna banda de rock o música electrónica. Es tal la afinidad, la empatía que en cuanto a gustos musicales experimento con la gente que frecuenta esos sitios, que jamás he tenido necesidad de programar las victrolas para escuchar algo acariciable por mis oídos porque siempre hay algún tema de mi gusto resonando en el éter. Casi desde siempre he escuchado en ambos lugares una canción que me atrapa porque sí, porque me suena sabroso su ritmo en los oídos, aunque la letra sea cualquier cosa, apenas un poco de pasto para vacas flacas. El tema se mueve dentro del alternativo, y tiene unos cambios de ritmo que para mi gusto son bastante buenos. Por esas cosas raras de la vida, nunca había preguntado, en casi tres años, por el ejecutor y título de esa canción, hasta que hace una semana se me ocurrió averiguar con uno de mis compañeros de trabajo, quienes por cierto, no conocían los lugares a los que fuimos. Voy por ella, del grupo tico Evolución, me aclaró uno de los socios de labores, y también buen amigo donde los hay. Balerom, el cantante de la banda, también desarrolla una obra como solista, abundó el socio en informaciones…No es obligatorio para el oído ajeno asimilar la canción entre sus temas de gusto personal, pero al menos espero que no le desagrade a aquellos que suelen escuchar este tipo de música…Si Evolución pagara por promociones, creo que la mejor comisión sería para mi bolsillo...jej…Sin más preámbulo: Evolución – Voy por ella.

miércoles, 23 de diciembre de 2009



Un muerto vivo y un muerto muerto.

Vengo de un lugar en el que algunas cosas murieron antes de que yo naciera. Por tanto, llegue al mundo con varias orfandades preestablecidas. La Navidad es uno de esos muertos que año tras año, por estas fechas, la gente desentierra frente a mis ojos. Y aunque es un muerto alegre, no pútrido, luminoso y activo, para mi no es más que un circo sin fundamento. Ateo como he sido siempre, convicto y confeso, no logro montarme aún en la ola y dejarme arrastrar por la marea. No obstante, acepto con gusto y de buen grado la tremenda dosis de “buena vibra” que se respira en el ambiente por estos días. Y reconozco que todo se ve mucho más bonito que de costumbre, incluyendo el rostro de las mujeres, sospechosamente risueño durante dos semanas. Pero el caso es que no llego a tragarme la historia que dispara el show. De cualquier manera, es un hecho que la Tierra completará otra elipsis en su baile perenne alrededor del Sol, y eso merece fiesta. Con esta de ahora, ya son cuatro Navidades y cuatro las vueltas que completa el peñasco alrededor de la brasa desde que salí del terruño. Al menos tengo el consuelo de sentir que no es un nuevo aniversario – ¿el cincuenta y cuanto? – de otro muerto – y este si apesta por putrefacto – lo que se anuncia por estos lares. Me queda también la alegría de saber que no será una arenga sin cemento en los cimientos el primigenio contacto de mis oídos en el nuevo año, que no será la imagen ya rocosa de un tipo barbudo- fusil en mano el estandarte visual que abrirá el siguiente lapso, y que de mi propio cálculo dependerá, y no de la voluntad de otros, a que distancia debo marcar el trazo de la siguiente meta.

domingo, 20 de diciembre de 2009





El socialismo mata

A comienzos de año coloqué en Deconstruyendo mi herencia, un par de artículos de lujo relacionados con el tema Revolución Cubana que aparecieron en la Edición del 1ro de enero en el diario La nación, el más importante de Costa Rica. Casi al terminar este 2009, y como para cerrar un pequeño círculo en torno al asunto, me parece válido “subir” al blog otro artículo publicado hoy en el mismo rotativo, que bajo el título: “El socialismo mata”, recoge un modesto grupo de aquellos abundantes y no menos sobrios pensamientos a los que ya nos tiene acostumbrados la reflexiva estilográfica o el incansable tecleado de Carlos Alberto Montaner, y que también imbrican al cocodrilo geográfico y su esquelético rostro. Para mi satisfacción personal, artículos similares a este en cuanto a enfoque, digamos, ideológico, aparecen con notable frecuencia en las páginas de La nación. Nadie podrá negarme, ni siquiera los rivales políticos, que después de haber sufrido el cacofónico discurso impreso en los papiros isleños a lo largo (y estrecho) de 35 años de vida, poder leer algo como esto de un tiempo a esta parte, es una verdadera fiesta para el intelecto. Que lo disfruten ¡!


Costa Rica, Domingo 20 de diciembre de 2009

/OPINIÓN



El socialismo mata














Swaminathan Aybar es un notable economista indio que ha sacado una cuenta muy incómoda. Se le ocurrió medir el enorme precio que pagó la población de la India por no haber hecho antes la reforma económica que hoy mantiene en su país un ritmo de crecimiento que excede el 7% anual, reduce vertiginosamente el porcentaje de pobres y mejora sustancialmente la calidad de vida de los más necesitados. Los números son impresionantes: no haber hecho la reforma con antelación causó la muerte de 14,5 millones de niños, mantuvo a 261 millones en el analfabetismo y a otros 109 por debajo de los límites de la pobreza. El estudio lo acaba de publicar el Cato Institute de Washington y se titula “El socialismo mata”.

Los latinoamericanos deberían aprender de esta experiencia. No hacerlo, además de un crimen, es una estupidez casi perfecta. El ejemplo es muy claro: en la India ha habido dos grandes modelos de desarrollo. Entre 1947 y 1981 se ensayó la fórmula de la economía estatizada, dirigida por una enorme burocracia gubernamental, intensamente proteccionista, hostil a la empresa privada y a las inversiones extranjeras, convencida de las ventajas del desarrollo hacia dentro. El resultado de esa etapa socialista fue un crecimiento anual promedio de 3,5 que, cuando se descontaba el aumento de la población, quedaba reducido al 1,49. Mientras los indios seguían esa senda socialista, tan parecida a los ensayos latinoamericanos, desde el peronismo hasta el chavismo, otros pueblos asiáticos –primero Taiwán, Corea del Sur, Hong-Kong, Singapur, luego Tailandia, Malasia e Indonesia– tomaron el camino contrario: abrieron sus economías, alejaron el Gobierno del aparato productivo y fomentaron la iniciativa privada. En otras palabras, liberalizaron decididamente sus economías. Al cabo de apenas una generación, los resultados que exhibían eran pasmosos: disminución drástica de la miseria y la ignorancia, mejora en todos los índices de desarrollo humano y surgimiento de unos robustos sectores sociales medios.

Presionados por esa inocultable realidad, los indios hicieron su reforma y abandonaron las fallidas supersticiones del socialismo, primero tibiamente, y luego con mayor ímpetu comenzada la década de 1990, hasta llegar a convertirse hoy en un actor de primer rango internacional que compite en precio y calidad con la China, a la que comienza a disputarle la condición de gran fábrica del mundo. (No olvido la sorpresa de unos amigos que necesitaban contratar un servicio de ventas telefónicas en América Latina y acabaron pactando con la sucursal de una compañía india radicada en Cochabamba, Bolivia).

Es importante que los economistas latinoamericanos saquen la cuenta de cuánto nos cuestan los experimentos socialistas en sangre, sudor y lágrimas. Cuánto han pagado y pagan los argentinos por los tercos experimentos del peronismo. Cuál fue la inmensa factura pagada por la sociedad peruana durante la locura de Velasco Alvarado, la nicaragüense con el sandinismo o Cuba con su medio siglo de estalinismo. La medición podía hacerse a partir de la experiencia chilena: ¿qué hubiera pasado en toda América Latina si los pueblos de nuestra cultura hubieran hecho una reforma económica como la llevada a cabo por los chilenos, iniciada durante la dictadura de Pinochet, pero sabiamente mantenida por los gobiernos de la democracia? En 1959, por ejemplo, Cuba tenía un tercio más de ingreso per cápita que Chile y más o menos la misma población. Hoy Chile triplica el ingreso de los cubanos, su población es un 30% mayor, y el país sudamericano se ha convertido en la secreta meta y destino de miles de cubanos que han conseguido instalarse allí, incluidos unos cuantos hijos de la clase dirigente, convencidos de que el barco de los hermanos Castro se va a pique a corto o medio plazo.

¿Somos capaces los latinoamericanos de aprender en cabeza ajena? Con algunas dificultades, parece que sí. Perú, por ejemplo, es hoy el país que más crece en el continente, y eso se debe a que, de manera creciente, los últimos tres gobiernos peruanos han tenido el sentido común de inspirarse en el vecino Chile y abandonar paulatinamente las viejas prácticas del socialismo estatista. Eso significa menos pobreza y mejores estándares de vida para la inmensa mayoría de la sociedad.

Pero, lamentablemente, la racionalidad sigue siendo un bien escaso en nuestro mundo. Mientras los peruanos, como los chilenos, se mueven en la dirección que dicta la experiencia, Hugo Chávez y sus cómplices del socialismo del siglo XXI reinciden en el disparate. Insisten en hacer daño a sus conciudadanos, convencidos de que los guían en la dirección de la gloria. No se han enterado de que el socialismo mata.