sábado, 1 de septiembre de 2012

El ditirambo que termina en el culo de una yegua.


 
El ditirambo que termina en el culo de una yegua.
            Murió Neil Armstrong. Apenas a una semana corta de ausencia y todavía con los gusanos medio famélicos sobre la piel, ya se abalanza la tropa de tendencia siniestra contra la herencia del hombre. Tú sabes que Neil Armstrong fue un asesino, fue el primer banderín que le colgó a la giba de la charla un vecino y viejo militante de causas perdidas cuando le dije que el astronauta había muerto. El tipo tiene apenas unos años más de los que puedo contar yo - conclusión -, el desatino no es consecuencia directa de la chochera, supongo.  En 1950 Neil Armstrong estuvo en la guerra de Corea, allá cumplió, como piloto, más de 70 misiones aéreas, la mayoría misiones de combate. Le respondo al vecino que es probable que algún cuerpo coreano, o dos o 100, quedaran desmembrados por la metralla o las bombas que lanzó Neil Armstrong, pero que en todo caso el tipo no secuestró un avión en los Estados Unidos y dio lo que habría sido su primogénito viaje de circunvolución terrestre para rabiosamente lanzarse contra la anatomía de los habitantes de la remota península. Era una guerra oficial entre dos países, y el hombre, un simple soldado. Le digo que Fidel Castro es un asesino en serie, que ha estado desmembrando cuerpos mucho antes de 1959, que son harto conocidos los métodos terroristas que utilizó el movimiento 26 de julio y que además, no fue a la luna. Para matar a un sicario batistiano los intrépidos guerreros, todavía lampiños, del M/26/7 eran capaces de colocar una bomba en un lugar público, incluso en un lugar de congregación, y también eran capaces, dada la corta edad, de dejarse el culo caga´o. El hombre no me cree, dice que miento. Le suelto que fue Fidel Castro quien envió cientos de miles de cubanos a inmolarse ¿a santo de qué? al África, e incluso al Medio Oriente. Le digo que Fidel Castro primero engaveta y después se hace el de la vista gorda cuando en prisión matan, lo mismo de hambre que a patadas, a quien tenga timbales para oponérsele a cara descubierta. El tipo no me cree, dice, por segunda vez, que miento. Según él, íbamos al África porque el deber llamaba, porque queríamos ir, dice que la gente en Cuba no se queja, no hace huelgas, porque todo el mundo está con Fidel, que la gente "allá" se limpia el culo con periódicos porque donde se ha visto que donde hay un ojo no puede haber también un lector, y que quienes van a prisión son agentes de la CIA. Lo clásico: ¿cuál es el colombiano que no es narcotraficante?¿Cuál es el dominicano que no es pelotero?¿Cuál es el cubano que se opone a la doctrina del pan con galleta y no es un mercenario, un agente a sueldo de la CIA? Primero se desploman los EE.UU que la revolución cubana, soltó el hombrete. ¿Apostamos?, invité yo, aceptó el vecino. Para guinda del pastel añadió: Fidel Castro es un hombre bueno. La postura – de gallina – , intransigente, equívoca, de este vecino alienígena, me recuerda una entrevista que sostuvieron en los EE.UU, a comienzos de los años 60, el escritor norteamericano Waldo Frank y el periodista francés Leo Sauvage. Sin datos, apenas porque sí, porque quería tragarse la guayaba sin agua, Waldo Frank le dio idéntica respuesta a Leo Sauvage: Fidel Castro es un hombre bueno. El francés le demostró con datos, con cifras tomadas de reportes del propio gobierno cubano, que se equivocaba. Pero Waldo Frank se mantuvo inmutable: no estoy al tanto de esos datos, lo único que sé es que es un hombre bueno. Es obvio que los argumentos de algunos sapiens se aferran menos a la demostración que a la intuición de corte religioso-sexual o canino-sexual, según el género: es decir que simplemente creen en algo porque les sale de sus santos cojones o de su perra "chocha" (vulva para el lector no nativo), aunque la realidad demuestre otra cosa. Cuando Neil Armstrong era un niño solía jugar beisbol en el patio de su casa. Una mañana la pelota rebasó las cercas y cayó bajo la ventana de unos vecinos, los Gorsky, inmigrantes rusos. Al recoger la pelota Neil escuchó que la señora Gorsky le decía al esposo: ¿Quieres sexo oral? Tendrás sexo oral cuando ese niño vaya a la Luna. Neil Armstrong fue a la luna. A su regreso le deseó suerte al señor Gorsky en la empresa. Yo tengo fe en que el futuro finalmente llegará, más temprano que tarde, a Cuba. Por tanto, espero ganar mi apuesta, así es que ya estoy buscando la yegua a la que mi vecino deberá besarle el culo.