domingo, 2 de agosto de 2009



Breve reseña de contabilidad histórica.

En Cuba el itinerario escolar es por norma una sucesión monótona de escuelas según evoluciona nuestro nivel académico. Desde el Pre-escolar hasta la Universidad, como promedio no se rebasan los 3 o 4 centros estudiantiles, y una unidad militar para los que abultamos la portañuela, muchas veces sin calzoncillo como es mi caso... Una escuela para tirar piedras e intentar mirarle los blúmeres a las muchachitas con un espejo pequeño colocado sobre el empeine del zapato durante toda la Educación Primaria, otra para acelerar el corazón por primera vez con el ligero roce de una mirada femenina y ensayar con la almohada el beso que le daremos a la naciente amada – justo a las 5 de la tarde al salir de la Secundaria – mientras tomamos su mano montaraz para romper el cordelito que nuestra Dulcinea lleva atado a su muñeca derecha y que nos pertenece como legítimos dueños de su corazoncito tierno; una tercera escuela para creernos los hombres y mujeres que aún no somos durante el Preuniversitario, y una facultad específica en alguna Universidad isleña para consolidar el desenfreno sexual y en ocasiones nuestro pensamiento, aunque difícilmente nuestra conducta. En mi caso no fue tan breve la cifra: 4 escuelas me vieron desfilar durante mis años de estudiante en la Educación Primaria, otras 3 conocieron la silueta quijotesca de un servidor durante mis años de estudios secundarios; pizarrones de 3 Preuniversitarios desfilaron por estos ojos que algún día se llenarán de tierra y para no perder el paso en el tramo final, 4 Unidades militares durante mi Servicio Militar Obligatorio y 2 facultades de la Universidad de La Habana cerraron la cuenta. La suma resultante nos da un gran total de 16 pasillos diferentes por los que unas veces a placer y otras renegando, se gastaron las suelas de tantísimos pares de zapatos y botas que usé durante todos esos años... Para mantener un perfil leal a mi categoría de nómada y a mi abultada nomenclatura, cuando abandoné Cuba en el 2006, pensé llegar en 15 días a los EE.UU en vuelo directo desde Surinam; pero han pasado 3 años desde la fecha, estoy en Costa Rica coleccionando grillos y sumo al balance del trayecto otros 7 países por los que debí pasar atravesando cielo, mar y tierra antes de llegar a la ribera que hoy me ampara. Así las cosas, cada vez que deba ejecutar alguna empresa que de ordinario requiera constreñirse al dígito 1, será necesario que sume varias veces el numerito para adecuarlo a mi entorno vital: si voy al baño es probable que en algún momento no me alcance con un solo rollo de papel higiénico, por lo que debo entrar allí cada día con varios; si voy a viajar debo conseguir 4 boletos, todos a mi nombre, para el mismo vuelo, o el mismo autobús, pues son altas las probabilidades de que pierda 3 antes de la partida. Si voy a Mc Donald´s para tomarle bien el gusto a la chatarra pido hamburguesas hasta para los empleados (y después salgo corriendo porque quien paga todo eso?!) Si voy a enamorarme de una mujer, mejor me enamoro de 4 al mismo tiempo y si debo morirme alguna vez, ojalá pueda pasarme la eternidad tramitando el asunto…