domingo, 26 de julio de 2009



Hasta la victrola siempre ¡!

El ditirambo – mitad improvisación, mitad versión taquigráfica del Concilio Tropical de Trento, o de Vento, lo mismo da – retocado con pintura de agua en temporada ciclónica y escupido por Raúl Castro este 26 de Julio; una vez más lastimó el oído de los presentes y de la teleaudiencia nacional y mundial. La ciudad/ela cubana de Holguín tuvo la inmensa desdicha, el enorme infortunio de verse forzada a cargar este año con semejante muerto sin enterrar. El Segundón en Jefe apenas comenzaba el palabreo cuando inesperadamente esbozó en su dibujito verbal una pincelada que aderezó el pastiche con increíble enfoque hiperrealista: “… estoy seguro que ninguno de ustedes me puede ver, verán si acaso una sombra, ese soy yo”. Esoterismo incluido, ha sido la única vez en la historia patria que una sombra mereció los aplausos que le tributaron. La inminente sofocación estival debió ser el detonante que ayudó a recordar al heredero dinástico Tinieblas, que en esta vida no todo es aire acondicionado y la Oscuridad también puede nacer en tierra caliente. Por enésima vez, la intención de conectar la perorata con “el más allá”, quedo encuera en la letanía que inauguró el espejismo líquido sobre carretera hirviente: “Combatientes del 26 de Julio de 1953, del Ejército Rebelde, la lucha clandestina…”. Era evidente que Raúl Castro, la sombra, según su propia definición, haciendo alarde de concentración mental, se acoplaba en ese instante, metiendo cuerpo y corazón, al túnel que lo llevaría al trance sicológico profundo, única variante posible para enchufarse con seres que a estas alturas de humanidad – Siglo XXI y Tercer Milenio de la Era Moderna – ya descansan en la orilla del polvo aunque algún que otro resto permanezca insepulto. Con las manos firmes sobre la bola mágica, las palabrejas siguientes, que dichas ya en estado catatónico le sirvieron para engordar el mamotreto veraniego, dejaron en el estómago de la concurrencia un salto de duda: “ …familiares de los caídos…”, ladró el verdugo y cualquiera pudo especular; ¿de los caídos de rodillas ante la Dictadura? De ahí en lo adelante, hacia los costados u otra vez en reversa hasta el comienzo de la arenga, más de lo mismo con lo mismo: breves porciones de la cicuta en hojitas de coca con forma de cucharitas de postre; pues es necesario que la víctima – el pueblo cubano – siga drogada el tiempo suficiente como para permitirle a la sombra y nubes aledañas desparramarse sin sobresaltos sobre la tierra que infelizmente los vio nacer.