sábado, 8 de octubre de 2011

Soy una bala perdida: me disparó la vida.

Soy una bala perdida, me disparó la vida.
    
             A Manu Chao no se le puede tomar en serio el discurso ideológico porque lo mismo levanta la voz con un Che Guevara clavado en la frente que levanta la frente con una carga de marihuana obnubilando su mente. La tendencia a la izquierda de Manu Chao se refleja sobre todo en unos pulsos escandalosos que le cuelgan en la muñeca siniestra y hay quienes dicen que se refleja también en un testículo que le creció más que el otro. No obstante, a Manu Chao se le puede tomar en serio como complemento sonoro de la vida porque le suena rico el tumbao y porque de vez en cuando se le enreda alguna dosis de poesía entre la gorra y los cables del escenario. Si hemos de ser objetivos y prácticos en algo, si es que se puede, digo yo, pues seámoslo en esto y agradezcámosle a Manu Chao los retazos de lirismo que en ocasiones le ayudan a remendar su ajado calzón político y la disparidad de criterios que le cuelgan en el escroto. He aquí una breve, nostálgica porción de plectro.

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