Dominguera.
Mira tú – mirá vos, diría yo
si aquí perteneciera pero no cumplo
la faena y se acredita ese pretérito imperfecto del subjuntivo – nació el
domingo. E igual que tú, igual que yo, completará lo que sea que deba completar,
dejará a medias lo que a medias deba quedar. Crecerá para ojos que suyos no serán, y morirá. Igual que
tú vo(s/z), igual que yo. Una calle un barrio una ciudad a la que tampoco pertenezco se
desparrama al otro lado de la ventana. Un perro ladra, el sol no aparece ni en
recuerdos y se agradece. ¿Por quién doblan las campanas? Por
nadie, doblan al viento, que es fuerte. Cualquiera diría que se acerca
la navidad. Hay misa y el cura es maricón, es lo que toca. Mirá vos, diría yo
si aquí perteneciera (pero ya sabés, no cumplo la faena): este domingo se me
parece bastante al anterior. Reparo acaso en una diferencia, nimia: más o menos
a esta hora de aquel alguien pasó por esa acera que antes no mencioné, la que
entre calle y casas se comprime, y dijo picha, dijo mae, sinónimos interpelativos
en tono de doncella del muy espiritual ¿asere
qué pinga e´? cubano. Ahí mismo un perro dominguero ladra hoy, y mea, mae. Fijáte vos, cosa curiosa: son parónimos los términos. Mirá, – diría yo si aquí perteneciera, pero ya sabés, no cumplo
la faena y acredito ese pretérito imperfecto del subjuntivo – para el próximo domingo
quizá el perro cague donde hoy meó, tal vez ni eso.
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