domingo, 7 de julio de 2013

Desempolvando el tiempo entre duna y duna, entre dona y dona.


Desempolvando el tiempo entre duna y duna, entre dona y dona.

      Hará dos años en octubre de la muerte de Muamar el Gadafi. Entre duna y duna, entre dona y dona, van pasando del recuerdo al olvido las memorias del gran estadista. Pero no hay que ser así, no hay que dejar que el polvo del tiempo, el hollín para habitante de gran urbe, nos tupa  la tapa. He aquí un ejemplo de las faenas en las que, con notable arresto, se empeñaba el más honesto de los libios, colocando, contra viento y marea un derivado de su mucho petróleo aquí, otro poquito de asfalto allá, en la ruta hacia el mejoramiento humano. Digo yo que, entre otras cosas, también por eso tuvo la bella muerte que tuvo, con un proyectil calibre 50 ajustadito en el recto, cinco minutos antes de que otro – calibre más discreto – abriera el paso a otra Libia posible en su parietal izquierdo.
 

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