De la caricia intocable.
En 1938 el compositor Samuel
Barber escribió su Adagio para cuerdas (Adagio
for strings). La faena es un arreglo de otra composición, también suya, de
1936. Con el tiempo el megalito sonoro se convirtió – por la inflexión – en la
pieza más triste de la música clásica, por delante del Dido´s Lament (Dido y Eneas), de Henry Purcell y el Adagietto de la 5ta Sinfonía de Gustav
Mahler. El 12 de abril de 1945 la obra maestra de Barber acompañó el quejido
radial que anunció la muerte de Franklin Delano Roosevelt. Después de los
atentados del 11 de setiembre de 2001 contra el World Trade Center, el Agadio
for strings se ha convertido en la referencia melódica, de oído, del
dantesco suceso. Películas de notable factura como El hombre elefante, Platoon,
Amelié, incorporaron ese buen parto de Barber dentro del soundtrack original. El
tiempo no puede matar lo que se le escapa; siempre habrá una oreja para esta
caricia.
P.D: En la foto, una escena de la película Amelié.
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