domingo, 11 de noviembre de 2012

Dominguera (II)


 
Dominguera (II)
       Una escafandra de nubes arropa este cerco de montañas que hasta los ojos reprime. El sol se pierde en algún punto impreciso entre una cresta y la nostalgia, o entre una cresta y la saudade diría mejor, acaso para darle lusitana perspectiva al instante, cierta cadencia temperamental que tanto acá se echa de menos. ¿Cómo habrá sido este amanecer en Estambul? Quizá una grieta de sol entre dos continentes, quizá una lona abofándose cúmulo a cúmulo sobre el Bósforo ¿Y cómo habrá muerto este domingo en Pekín? Tal vez con alguno de los guardas de Ciudad Sagrada improvisando un escupitajo sobre el pavimento, de tránsito a lo que – piensa él – podría ser un lunes mejor. Aquí la noche a punto de parto se abalanza como alud, y cae a plomo sobre mí desde este cerco topográfico que ahora apenas se insinúa bajo su propia sombra. El perro que el domingo anterior pintó de orine un barrote de la reja que entristece la perspectiva bajo mi ventana, hoy ni siquiera pasó.

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