Batilongas con rima pobre.
Suele el médico venderse
bonito fuera de laboral recinto que en ocasiones hasta precinto parece. Le gusta ofrecer al quórum imagen
de bata blanca hasta las rodillas aunque camine por citadina avenida que ni
siquiera entronca en el trazo urbano con hospital en el que parte de su vida acontece. No importa
si está a 100 metros o a 100 kilómetros del sitio donde la gente en posición horizontal sana o perece, la bata-valla
no puede faltarle sobre los hombros, que sin anuncio lo que hay debajo de valor
carece, pero con textil proclama, alguno que otro pensará que reverdece.
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