lunes, 31 de diciembre de 2012

Resumen 2012: el peso de las estaciones.


Resumen 2012: el peso de las estaciones.
       Un año más, un año menos. Siguiendo la tendencia – para decirlo a la manera de Eduardo del Llano – de la masa cárnica, si al resumen de ingresos monetarios doy el peso de las estaciones, ha sido una mierda este año, el peor de mis últimos cuatro. Si coloco en una balanza mental las ganancias y pérdidas emocionales, ya van por dos las mierdas. Si aplico operación matemática de suma y resta en la que incluyo trivialidades que no lo son tanto como sentido de pertenencia, momentos felices, progreso material, compañía, confort, calidad de vida; pues uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis elementos por acá más dos que llevaba son ocho…mierdas. He ahí el resumen de la faena. A ver si en el 2013 (ya lo sé: tócate… código para cubanos) logro zafarle un pedazo al rompeolas, desmocharlo un poco. Felices fiestas, y sean felices en el nuevo año; o como diría Borges: inténtenlo. Yo como él, hasta ahora no sé lo que es eso, pero también lo intento.

domingo, 30 de diciembre de 2012

De cefalópodos y otras tendencias.



De cefalópodos y otras tendencias.
       
         A la izquierda siempre –  y solo – “los buenos”, y como no hablamos de cefalópodos, pues solo nos queda esa otra orilla, la derecha, donde pernoctan “los malos”. Podríamos decir incluso de estos que, medio paralíticos están, acaso si los miramos desde el paraje siniestro de la ballesta. No hay más opciones, ni condiciones. Es un pastiche de recuadro, de esquema y teorema, diría yo en blanco y negro, a rajatabla así. Diría yo, en fin, como el esquema global. Pues bien, aborde usted, estimado hombre de mundo, de pletórico cerebro recubierto y requemado por arabescos mentales de todo tipo, aborde usted, decía yo, y digo, retomando el hilo de Ariadna trunco de esta conversación, más bien monólogo sin catedrales,  a cualquiera de los individuos que de tan peculiar manera cubren en ese ómnibus, bus, guagua o como sea que se llame y que usted ve ahí, en esa foto – montados, sentados, acostados, amarrados, violados, de cabeza, en 4ta dimensión, en alpargatas…– el tramo La Lisa-Parque Central (Ruta 222, La Habana, Cuba), aborde usted, decía yo, y digo, por 2da vez y con la venia de los presentes, a cualquiera de los individuos que de tan original – siempre titánica – manera se trasladan de un punto a otro de la ciudad citada, y por la mierda sitiada, abórdelo además, si puede, formando usted también parte de ese amasijo sincrético, y pregúntele a cualquiera de ellos, así, con estas letras, con esa allí exótica inflexión de su voz, con estos puntos, con estas tildes, con estos signos de interrogación y de ser necesario – y lo será, si quiere usted sobrevivir al menos hasta el final del trayecto – en este orden, con estas comillas y con estas comas: 1. ¿es usted “de derechas” o “de izquierdas”?, 2. ¿Qué opina usted del “hombre nuevo” del que hablara el Che Guevara”?, 3. ¿Se considera usted, tomando en cuenta que ha nacido y crecido en el sitio donde – según ese mae, Guevara –  se coce la mejor sopa de nabos, necesaria para la formación del “hombre nuevo”, parte indisoluble de tan reciente especie?,  4. ¿es usted martiano, fidelista, guevarista, o "el hombre nuevo"?, 5. ¿es usted un revolucionario?, 6. ¿se considera usted un individuo comprometido con el proceso revolucionario cubano? Pregunte usted, estimado ser de foránea orilla, formando parte, repito – si puede – del folclórico conglomerado, y ya verá de qué brutal manera puede un hombre cultivar un cefalópodo ideológico en la cabeza, o convertir la suya, estimado hombre de mundo, en ramillete de tentáculos sanguinolentos.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses. (X y final)



Crónicas castrenses. (X y final)
        No vive un pueblo de romántico desaliño, de promesas, de sacrificios inenarrables en pos de un futuro que nunca llega. No vive un pueblo de barbas sin arreglar desde hace más de 50 años, de greñas al viento que hoy parecen más los pelos de una escoba vieja que lo que antaño fueron. No vive un pueblo vestido de verde olivo para toda circunstancia. No vive un pueblo que no se regenera, que se desangra por cualquier orilla, por cualquiera de sus aeropuertos a como dé lugar y contra todo riesgo. No vive un pueblo de la diatriba constante de sus regidores, ni de traiciones. No vive un pueblo del castigo brutal de sus gobernantes. Una nación, un pueblo que bajo esas circunstancias discurre, si acaso – apenas por estática milagrosa – sobrevive. “Fiel” Castro es un documental del cineasta cubano Ricardo Vega, hoy exiliado en Francia. Haciendo una pedestre culinaria comparación diría yo que si un pedazo de pollo fuera el film, habría que chuparle hasta los huesos. Buena parte del material de archivos que lo conforma fue sacado clandestinamente de Cuba. Lo que ahí se verá, y sobre todo, se escuchará, no son precisamente las palabras de algún improvisado “desafecto” a la revolución cubana. Je le raconte comme ils l´ont raconté, así comienza la película; no pasemos por alto ese detalle. Ojalá quien esto lea disponga de los 51 aleccionadores minutos que dura el documental. Para botón de muestra tenemos, por ejemplo, los 44 segundos que transcurren del minuto  43:00 al 43:44, agréguele a esas palabras  la humildad de los gestos y ya verá que rico pastel sale de ahí. No sobra cerrar con una máxima de José Martí: cuando los pueblos emigran, mal van los gobiernos. Y otra, de vox populi dirigida a los amantes de la utopía desecha: cuando no sabes, mejor te callas.
 


domingo, 23 de diciembre de 2012

Certificación de nacimiento.


 
 
Certificación de nacimiento.
        Nací en una isla-santuario, compartida ayer entre los que ya no están, compartida hoy entre los últimos 15 millones de paganos y feligreses que en ella nacimos y todavía pestañeamos. Nací en una isla-doncella marítima, en una isla-goleta geográfica que navega en el pecho de cada cubano, dondequiera que esté. Es una  isla que para patria ser le alcanza con habernos parido, y con ello legarnos esa herencia topográfica, racial, sincrética, emotiva, de formas, olores, sabores y ausencias; ese yo preliminar que nos constituye. Nací bajo secuestro en una isla que flota dentro del mundo, en una isla que semeja un piano que alguien toca detrás del horizonte. Un piano de atril, visible desde lejos, empotrado en laminar tarima de mar. Nací en una isla bajo secuestro, bella pero triste, de alegría ontológica. En una isla que hecho jirones mantiene sobre su lomo, desde hace 53 duros años, el último de sus temporales ornamentos; en una isla-Acrópolis de los tiempos modernos, que emite resplandores de fuego fatuo desde sus ruinas, en una isla que se desnutre hoy alimentando la manía de una grandeza que perdió hace mucho tiempo.  
 
Post Data: En la 1ra foto: La Habana !primera mitad de los años 20, hace casi un siglo! ( Prado, intercepción con la calle Neptuno). En la 2da, La Habana, hoy.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses (IX)


 
Crónicas castrenses (IX)
       En 1947 el filósofo francés Emmanuel Mounier, fundador del Movimiento Personalista, publicó su Tratado del carácter, escrito entre 1942 y 1944. No tenía Mounier ningún tipo de contacto con Fidel Castro, a quien aún le salían los últimos pelos de esa barba engañosa, inconclusa, que supongo yo le crearía un trauma todavía latente, dada su personal interpretación de esa estirpe de macho alfa a la cree pertenecer. El caso es que Emmanuel Mounier trazó en su Tratado…una semblanza impersonal del paranoico, tomando a Adolfo Hitler como modelo para definir genéricamente a todos los que avasalla esa enfermedad. El francés murió sin conocer personalmente a Fidel Castro, pero los clásicos impresos no son solo los monumentos literarios. Y Fidel Castro se cuenta entre aquellos que ayudan a perpetuar la vigencia de las palabras de Emmanuel Mounier. ¡Allá va eso! ¡Métele Emmanuel!:
“Todos nosotros hemos encontrado a alguno de esos individuos maniáticos, llenos de sí mismos, que lanzan sobre sus semejantes una mirada soberbia y despectiva; son, además, desconfiados, inadaptables y están convencidos de que todo el mundo a su alrededor se ocupa en confabularse contra ellos. El paranoico está constantemente satisfecho de sí mismo; todo pretexto le viene bien para confirmar su orgullo; no admite ni sus yerros ni sus defectos, ningún fracaso le afecta” Y sigue Mounier con su retrato al oleo de Fidel Castro: “El paranoico avanza, bien armado de su suficiencia, y ya puede perecer la humanidad antes que uno solo de sus principios. Los hombres no son más que comparsas puestos a su disposición. Su actitud expresa su carácter: camina con el busto erguido, la mímica desdeñosa, pronto al encogimiento de hombros o a la sonrisa de conmiseración que a veces lleva casi permanentemente esculpida en su rostro. Todo este cuadro denota una profunda perturbación de las facultades autocríticas” Y abunda el galo desde su Tratado del carácter: “El paranoico se equivoca a la vez sobre sí mismo y sobre el mundo exterior: la vanidad y la desconfianza son inextricablemente solidarias y expresan bajo dos aspectos diferentes la discordancia fundamental con el medio. Con frecuencia sus paradojas tienen chispa y originalidad, su retórica es sutíl y a veces brillante. Pero parte siempre de un error de juicio, de un escamoteo de la prueba, de una sistematización abusiva. La perturbación de las facultades de autocrítica y el espíritu de sistema son las dos causas principales de su aberración. Nadie es más razonador, más cuidadoso de afirmar que solo la lógica le guía, pero ninguna razón es más extravagante que la suya. El paranoico, ese Don Quijote del sofisma, dotado de una memoria efervescente, es un observador atento y un dialéctico casi siempre hábil, que aprieta el hilo de su razonamiento, cita hechos y fechas, persigue con ardor los matices, dispone dilemas y celadas, como un verdadero juez de instrucción del mundo a quien acusa. Proyecta una luz ácida sobre un campo soberanamente restringido, cuyos destellos se ponen de relieve en detrimento de las perspectivas por la iluminación demasiado cruda. Se indigna si alguien le trata de delirante. No hay en él decaimiento intelectual, sino, según la fórmula de Dugas, confiscación de la mente en provecho de un sentimiento fijo…”
 Los de foránea orilla no sé, pero cada cubano que lea este fragmento del Tratado del carácter de Emmanuel Mounier sabrá que difícilmente un dedo podrá estar con más certeza encima de la llaga, una flecha difícilmente podrá partir ese blanco isleño con más precisión.  

martes, 18 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses (VIII)


 
Crónicas castrenses (VIII)
        El 30 de setiembre de 1959 el Diario de la Marina publicaba en editorial: “No basta que no haya censura antes de la publicación para afirmar que existe la libertad de prensa. La libertad de prensa está comprometida cuando se ha creado una atmósfera de coacción contra quienes tratan de expresar libremente sus opiniones, sus ideas o sus principios.” (Ver Crónicas castrenses V) A esas alturas del 1959 el acoso al periódico de la oposición (aunque poco les quedaba, todavía existían periódicos de oposición en Cuba) no se limitaba ya a las “manifestaciones espontaneas del pueblo enardecido” frente al edificio del Diario de la Marina, ni a la quema “simbólica” de algunos de sus ejemplares. Para ese triste entonces, no solo se arrebataban por la fuerza paquetes enteros a los distribuidores del Diario…, sino que además se destrozaban sus quioscos de venta y llegado el caso y la necesidad, se volcaba algún que otro vehículo de reparto. “Para que fuesen aprendiendo”, según Fidel Castro. En 1960 el Napoleón insular arremete en televisión contra Agustín Tamargo, por la fecha redactor de Bohemia y El Avance. Acostumbrado a no recibir réplicas por sus regaños, jamás imaginó que Agustín Tamargo tuviera los huevos necesarios para responderle con una carta abierta: “Lo que usted desea, comandante Castro, no son periodistas, sino fonógrafos”  Y en el mismo globo en que desapareció Matías Pérez montaron al redactor de Bohemia. Casi al mismo tiempo, Carlos Lechuga, diplomático cubano en los EE.UU, decía: “El hecho de que algunas personalidades del Movimiento respondan a ciertas críticas no significa que (en Cuba) sea infringida la libertad de prensa. Al contrario, es esta una nueva ilustración del libre juego de las opiniones, exactamente tal y como existe en los EE.UU” Y el cordelito que rompía la piñata de un tirón: "Cuando el presidente Roosevelt o el presidente Truman, por ejemplo, hablaban de tal o cual periodista en términos más bien duros, nadie lo consideraba aquí como censura” Harry Truman escribió alguna vez una carta bien áspera a un crítico musical que habló despectivamente de las cualidades “musicales” de su hija. El periodista, tranquilo y contento la recibió. Y dicha carta le granjeó una publicidad inesperada que terminó traduciéndose en enormes ventajas en su vida personal y profesional. A Agustín Tamargo, Fidel Castro lo tildó ante las cámaras de la TV Cubana de “plumífero al servicio de los criminales del Departamento de Estado”. Y ya se sabe en el globo que lo montaron después.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses (VII)


 
Crónicas castrenses (VII)
       Herbert Matthews se convirtió en admirador y hasta protector de Fidel Castro al minuto siguiente de haber terminado su entrevista con aquel a comienzos de 1957, en el campamento del líder guerrillero en la Sierra Maestra. El 17 de febrero del propio año el New York Times publicó la entrevista. Es uno de esos exóticos, desquiciantes casos de estudio para la psicología, en los cuales alguien admira lo que detesta. En el libro que Herbert Matthews escribió pocos años después, en defensa de F.C, se deja leer lo siguiente: “Aquellos de nosotros que han estado en contacto personal con él y que le han observado desde el principio, se han visto inducidos a preguntarse si la famosa máxima de Lord Acton – la que dice que todo poder tiende a corromper y que el poder absoluto corrompe absolutamente – podría ser aplicada a Fidel. ¡Ay, ya lo creo que puede aplicársele!...Se da uno cuenta de ello en el caso de Fidel, en la manera que ha tenido de hacerse cada día más autocrático. Tenía sed de poder, y la sed ha aumentado bebiendo” Ante defensas como esa, preferiría yo agarrarme a los puñetazos con cualquiera en el medio de la calle. Y H. Matthews no se detiene ahí, ¡qué va!, faltaba el soporte teórico sobre los rasgos de la evolución política del caudillo tropical. Dispara Herbert: “…no conocía ni iba a conocer nunca el verdadero significado de las palabras libertad y democracia. Solo como consecuencia del progresivo desarrollo de los acontecimientos se ha hecho claro que mientras Fidel Castro siga en el poder no habrá ni podrá haber democracia y libertad en Cuba” Pocas veces en la historia humana un protector ha conocido y calibrado de manera tan precisa a su protegido, aunque ya usted sabe, hay amores…

viernes, 14 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses (VI)


Crónicas castrenses (VI)

       En 1960, Jean-Paul Sartre era ya un acólito fundamentalista de lo que entonces nacía como un nuevo canto redentor de naciones, la revolución cubana. No obstante, tonto no era el hombre. El 12 de julio de ese año, en conversación con Sartre (recogida en Huracán sobre el azúcar) Fidel Castro dejó claro que estaba dispuesto – en su obsesión antinorteamericana – a sacrificar al pueblo de Cuba si con ello podía arrancarle una zancadilla a los Estados Unidos. No le importaba, para decrilo a la manera de Leo Sauvage, cambiar su traje de rebelde libertario por otro de sepulturero si así lograba despeinar a los EE.UU al hacerlo tropezar con el cadáver del pueblo cubano.  “¿Qué hará usted?” (le pregunta Sartre a F.C ante la posibilidad de que los EE.UU establecieran definitivamente un embargo económico sobre la isla) y Fidel Castro, impasible según Sartre, responde: “Si quieren empezar con el bloqueo, nosotros no podemos impedírselo. Pero podemos hacer que lo abandonen por la verdadera guerra, por la agresión a mano armada. Y esto lo haremos; le respondo por ello” Semanas después, el 26 de julio, en su “cita con la Sierra”, llegó más lejos el barbudo al declarar que su misión era liberar la América Latina del imperialismo yanqui. Y Sartre anota: “Si los Estados Unidos no existieran, la revolución cubana tal vez los inventaría; ellos son los que le conservan su lozanía y originalidad”


jueves, 13 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses (V)


 
Crónicas castrenses (V)
       Cuando mis palabras, como casi siempre sucede, nada nuevo aportan, lo mejor que puedo hacer es cedérselas a alguien más:
“Tiene usted miedo de las ideas?¿ Cree usted que un demócrata debe tener miedo de una idea cualquiera que sea? Yo no soy comunista en modo alguno, pero jamás me alzaré contra los derechos de nadie”  Fidel Castro. 11 de enero de 1959 en entrevista con Jay Mallin, periodista del Miami News.
“¿Por qué se agita el espectro del comunismo simplemente porque no perseguimos a los comunistas? Nosotros no perseguimos a nadie. ¿Por qué razón íbamos a perseguir a los comunistas por el hecho de ser comunistas? ¿Habrá que perseguir al católico por ser católico, al protestante por ser protestante, al masón por ser masón y al rotario por ser rotario? ¿Habrá que perseguir al Diario de la Marina por ser un periódico de derechas, a otro porque es de izquierdas, perseguir a un hombre porque es de extrema derecha y a otro porque es de extrema izquierda? Todo esto, miren ustedes, yo no puedo tenerlo en consideración, y no lo haré, y la revolución no lo hará. La democracia consiste en hacer lo que estamos haciendo: respetar todas las ideas”  Fidel Castro. Declaraciones en la Televisión Cubana, noche del 1ro al 2 de abril de 1959.
Nada nuevo bajo el sol; ya lo dije hace unos días: el pez muere por la boca.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Impasse.


 
Impasse.
        Anoche hice algo que no acostumbro, intercambié criterios en facebook y con un tipo moldeado a machetazos. No es mucho lo que se puede esperar de alguien cuyo segundo nombre fue encontrado en los remates del universo pero entretenerse nunca está de más. Decía el Mengano de tal, el Fulano Rufino, que la Cuba de hoy (1959-2012...¿?) debería reproducirse al menos en otros 100 países. ¡Y eso, para bien! También según este adorador de lo que ni siquiera conoce, él, que en Costa Rica nació y a Cuba habrá visto, si acaso, en fotos de polaroid o imágenes de la NASA, es más cubano que yo. Sus argumentos: él venera a Fidel Castro y a la revolución cubanayagua, yo no. Los criterios que pude hacerle llegar sobre el asunto debí escribirlos a la carrera porque conociendo ya la pata coja que honraba, intuí que en algún momento de “la charla” actuaría copiando al papel carbón el procedimiento habitual de aquello que tanto ama: la censura. Y así sucedió. Sin embargo, mientras me dejó Rufino algo se habló. Le dije que la patria es algo así como una úlcera que late debajo de la ropa, y que la ropa son los gobiernos de turno, aunque el turno supere los 50 años. Empecinado el hombre en ser más cubano que yo, lamenté decirle que aun sabiendo que lo acongojaba, debía ser honesto y comunicarle que no cumplía los requisitos que exige el formulario para aspirar a tan singular oficio. Casi al final del intercambio cuasi epistolar que con el mae (el ecobio, el asere) mantuve ante el ojo público, me dijo Rufino, no sé porqué, que sus ancestros eran españoles republicanos. Dado el tema que se venía tratando, fue un poco desconcertante tener que responderle que los míos también. En fin, que si de árbol genealógico habló, para no hacerle un desaire de árbol genealógico respondí yo. No obstante, para que no sintiera el hombre vínculo remoto que pudiera unirnos y avergonzarlo, mencioné también la presencia de ascendientes congos y carabalíes en mi raíz, visible sobre todo en aquello que me cuelga por alguna parte. Concluyendo: entristece un poco encontrar a alguien, a estas alturas de historia, con unos criterios que la realidad dejó fuera de combate hace un montón de años, entristece tener que reconocer que todavía quedan tontos útiles que sin masticar se tragan un cuento de camino que a otros le sirve para mantenerse precariamente dentro del ruedo, y entristece, en fin, tener que aceptar que un ser humano puede vivir toda la vida dentro de una paja mental que – piensa él – moralmente lo justifica.   

martes, 11 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses IV.


    
Crónicas castrenses IV.
 
    En 1960 Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Waldo Frank, todos miembros del Fair Play for Cuba Committee (Comité para una justa actitud respecto a Cuba) afirmaban en un llamamiento, a calzón quita´o, que “la isla está administrada por un gobierno provisional bajo la Constitución de 1940, notable en el hemisferio por su liberalismo” Y agregaban: “los cubanos son más libres, en muchos aspectos, que los ciudadanos de los EE.UU”, rematando con esto: “No se exige ninguna autorización de la policía, como en Nueva York, para un mitin o una demostración pública” Cinismo mayor es difícil imaginar. Para ese entonces, hacía mucho rato que cualquier demostración pública o mitin en contra del gobierno castrista constituía una muestra de desobediencia civil, un acto ilegal inimaginable para una persona en plenitud de facultades mentales. Ni siquiera era pensable una demostración pública en contra de los desmanes del gobierno chino en el Tíbet o en contra de la violencia que desataba el ejército soviético acantonado en Europa del Este, sobre todo en Hungría, tomando en cuenta la fecha. Las únicas manifestaciones legales eran las de apoyo al propio gobierno.  Al año siguiente (1961), justo el 1ro de mayo, Fidel Castro vociferaba que la Constitución de 1940 era cosa del pasado, un “trajecito corto”. Y ya sabemos cuán elástico en el tiempo ha sido ese “gobierno provisional” del que hablaran Sartre y compañía, allá en el remoto 1960. El 22 de setiembre de ese propio año, el agrónomo francés René Dumont, consultor para el gobierno de La Habana, escribía en L´express: “Puede decirse desde ahora que la revolución cubana lleva el camino de alcanzar en el plano económico el elevadísimo nivel alcanzado en el plano político” También sabemos ya, 52 años después de aquella visionaria sentencia, hasta qué etapa del paleolítico económico logró avanzar la revolución cubana, digamos que como consecuencia directa, proporcional, a los aportes que en materia dinástica nos legó, aunque justo es reconocer que al menos en política se rebasaron allí un par de etapas después del paleolítico  Los egiptólogos y los medievalistas tienen ahí para rato estableciendo analogías y diferencias entre ambas orillas de la historia humana. Quizá muy a su pesar, tal vez sin saberlo, René Dumont colocó una guinda en el pastel cubano: “Quedé asombrado ante los conocimientos agrícolas de Fidel. Pero su séquito permanecía silencioso. Temía yo que, sin que el mismo Castro se dé cuenta, esta ausencia de críticas acabe por crear una atmósfera cortesana”  

lunes, 10 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses (III)



 
Crónicas castrenses (III)
        El 1ro de mayo de 1961, y tras haber desfilado en la Plaza Cívica de La Habana (después Plaza de la Revolución) el último de los tanques, cohetes y fusiles con que contaba el nuevo régimen, Fidel Castro comenzó su interminable perorata. En algún momento dijo: “A los que nos hablan de la Constitución de 1940 nosotros respondemos que la Constitución de 1940 ya es anticuada, demasiado vieja para nosotros, que estamos ya muy crecidos para ponernos ese trajecito corto de la Constitución de 1940. Esta iba bien para su época, pero nunca fue aplicada y ahora está superada por nuestra revolución” Una vez más invoca F.C esa primera persona del plural que primera del singular debería ser. ¿Quién había tomado esa soberana decisión de tan dramáticos ribetes? ¿El Consejo de Ministros? Imposible legalmente ¿Cómo es posible anular de golpe y porrazo una Constitución sin previa y extensa consulta popular antes de intentar la más mínima modificación del más superfluo de sus incisos? En abril de 1952, Fidel Castro, ese “humilde ciudadano”, según se definió a sí mismo frente a los tribunales batistianos, se atrevió a invocar en su alegato “La historia me absolverá” la Constitución de 1940 como el eje y faro de su lucha y por tanto, de su postura de gallina cívica. Y amparado en los siguientes artículos constitucionales, citados textualmente por él mismo, se atrevía a pedir la condenación de Fulgencio Batista: “Todo aquel que cometa un acto con la intención determinada de impedir total o parcialmente, o incluso temporalmente, al Senado, a la Cámara de Representantes, al Presidente de la República o al Tribunal Supremo de Justicia el ejercicio de sus funciones constitucionales, será sancionado con una pena de privación de libertad de 6 a 10 años”, y la tapa al pomo: “Aquel que trate de impedir o dificultar la celebración de elecciones generales será sancionado con una pena de privación de libertad de 4 a 8 años” “La historia me absolverá” pasará a la historia que no absuelve como una rara avis, es decir como un alegato sobre cuyos folios su creador se cagaría soberanamente. No obstante, honor a quien honor merece pues justo es admitir que algunos pasajes de La historia me absolverá se convirtieron en canónicos para la vida patria. Leamos las quejas estadísticas, tan caras al Napoleón tropical, contra las que pretendió luchar para ser absuelto por la historia (Datos estadísticos de 1952. Para 2012: multiplique las cifras por millones)
1) “Los 600 000 cubanos que están sin trabajo y que desean ganarse su pan honradamente sin tener que expatriarse para vivir…”
5) “Los 30 000 profesores y maestros de escuela llenos de abnegación, que son necesarios para asegurar una suerte mejor a las generaciones futuras y a quienes se les trata y se paga tan mal…”
6) “Los 20 000 pequeños comerciantes abrumados de deudas, arruinados por la crisis y rematados por una plaga de funcionarios tramposos, corruptos y venales…”
7) “Los 10 000 jóvenes profesionales, médicos, ingenieros, abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, etc. , que salen de las aulas con sus diplomas dispuestos a luchar por la vida y llenos de esperanzas, para encontrarse en un callejón sin salida…y nadie que responda a sus clamores y ruegos”
¿La historia lo absolverá? No creo.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses (II)


 
Crónicas castrenses (II)
        El 30 de abril de 1961, en el programa televisivo Universidad Popular, en La Habana, el Che Guevara declaraba que Cuba era ya “un país enteramente socializado”. Se adelantaba socarronamente a la declaración que haría 24 horas después Fidel Castro, donde sin pelos en la lengua soltaría que la revolución cubana tenía un carácter “socialista”. Sin embargo, el Che Guevara se atrevía a decir ante las cámaras que Cuba se hallaba “frente a graves problemas internos”. Dejaba claro que no solo “el oro del Pentágono” estaba provocando un éxodo masivo de personal calificado, sino que además se iba mucha gente de Cuba “por no haberse podido adaptar a las nuevas condiciones revolucionarias”. Al día siguiente Fidel Castro, entre otras cosas, decía que las democracias verdaderas eran las “democracias populares” de Europa Oriental. Es decir las que a punta de cañón de tanque soviético enfilado contra el pueblo gloriosamente se mantenían. “Es más democrático darles fusiles a los obreros y a los campesinos que hacerles votar…”, agregaba F.C en la arenga. Algo que por supuesto, tampoco haría jamás. Para llegar a ese “glorioso” 1ro de mayo de 1961, fecha en que por decreto nacía la “primera República socialista y democrática de América” hubo que previamente amarrar corto a los líderes sindicales. Para ese entonces (mayo 1961) ya Jesús Soto se movía entre los trabajadores cubanos como la clásica marioneta tirada por unos hilos más visibles que el faro de El Morro porque David Salvador, antiguo líder obrero del M/26 Julio y legítimo vocero de la Central de Trabajadores de Cuba, se estaba pudriendo en la cárcel. Los demás auténticos líderes sindicales habían sido expulsados de la CTC, encarcelados o defenestrados. Y para que a nadie se le ocurriera tildar de blandengues a los nuevos redentores de la nación cubana, algunos representantes de los sindicatos de la electricidad, los autobuses, puertos y muelles, habían sido pasados por las armas sin pestañear dos veces. Las firmas que autorizaban las ejecuciones casi siempre llegaban de la mano serena de uno de los untouchables del nuevo régimen, el superdotado Ministro de economía Ernesto Che Guevara. Pulso más firme que aquel para firmar sentencias de muerte habría que mandarlo a hacer en un laboratorio. El argentino no solo firmaba las permutas para el reparto bocarriba, tampoco dejó pasar un día entre los previos al 1ro de mayo del 1961 – y esos fueron todos los que corrieron desde el 1ro enero de 1959 a la magna fecha – sin repetir al menos una vez por hora (sume y multiplique cuántas a la semana, el mes y el año) que “En Cuba está acomodada la gente a una vida un poco comodona, y ya es hora de hacer más esfuerzos. No se trabaja bastante, hay que trabajar más, es preciso trabajar mucho más. Es preciso que haya mucho más trabajo voluntario…” Después dicen por ahí que los cubanos somos arrogantes. Para decirlo como nosotros: le ronca los coj…tener que aguantar al sapingo ese, que ni cubano era, firmando sentencias de muerte de cubanos, regañándonos e injuriándonos en nuestra propia tierra. Humildad mayor no se ha conocido en la historia humana, o temor mayor. En fin, el caso es que abundaba el Che Guevara, ¡en Cuba!, en elogios a los cubanos: “Es preciso luchar contra la indolencia. Los obreros se desinteresan de los planes gubernamentales, no se desviven por participar en ellos, carecen de conciencia. Si no adquirimos más conciencia del hecho de que estamos viviendo en una época socialista, no podremos llegar a la sociedad socialista a que aspiramos”. Todo esto se dijo hasta el día antes del 1ro mayo del 61, y aun así, Fidel Castro declaró ese día a los 4 vientos lo que ya se sabe. El propio Che Guevara se decía y desdecía porque a pesar de los constantes insultos al pueblo, declaraba en Universidad Popular lo que al comienzo del artículo escribí. Fueron tan largas las luces que creyeron tener aquellos dos tipos, que les faltó juicio para reconocer que con una más corta cualquiera se daba cuenta de que no era precisamente "socialismo" lo que necesitaba y necesita Cuba.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Crónicas castrenses (I)


 
Crónicas castrenses (I)

      Fidel Castro supo desde joven que su fátum lo encaminaba a la apostasía, que el pueblo de Cuba era apenas un instrumento masivo necesario para llegar hasta el zócalo en el que siempre se concibió. Solo que, para no pensarlo tan vil, quiero creer que la frase “el fin justifica los medios” fue el asidero que encontró para ejecutar – en el extenso sentido de la palabra – “su obra”, porque se imaginaba a sí mismo como un redentor, y no como el traidor que terminó siendo. Lo que sigue es la transcripción de un fragmento de la entrevista que Fidel Castro concedió a los periodistas Stuart Novins, Richard Bate (C.B.S) y William L. Ryan (Associated Press) el 11 de enero de 1959, en La Habana, semana y media después del “triunfo” del 1ro de enero. Parecía que “La historia me absolverá”, el “Manifiesto de la Sierra”  y la Constitución de 1940 finalmente trocarían palabras por cuerpo. Pero sabemos que no fue así. De cualquier manera, el pez muere por la boca.

Richard Bate. (Reportero de C.B.S) – “¿Ha dicho usted que habrá elecciones libres en Cuba de aquí a unos 18 meses?”

Fidel Castro. – “Sí”

Bate. – “Cuando llegue ese momento, ¿todos los partidos políticos podrán presentar candidatos a esas elecciones?”

Fidel Castro. – “Sí, desde luego”

Bate. – ¿Todos los partidos políticos, incluido el Directorio?”

Fidel Castro. – “Naturalmente! Si no diéramos a todos los partidos políticos la libertad de organizarse no estaríamos en un país democrático. Hemos combatido para dar la democracia y la libertad a nuestro pueblo…”

William L. Ryan. – “¿Qué garantías hay de que se celebrarán verdaderamente elecciones libres dentro de 18 meses?”

Fidel Castro. – “Pues bien, la opinión pública, para empezar. Nuestra palabra, en segundo lugar. En tercero, nuestras intenciones, cuya rectitud ha sido bien probada. Cuarto, porque somos gente desinteresada. Y quinto, porque está claro que no tenemos nada que ganar de no proceder a unas elecciones. Desde el momento que tenemos el pueblo…”

 

Sintomático el hecho de que “nuestra palabra” no sea la que rompa el estambre, llega de segundona en la carrera por el poder. Sin dudas un aviso tempranero de que, de ahí en lo adelante, no había que darle mucho crédito a “nuestra palabra”.

P.D: El Directorio era un movimiento revolucionario paralelo al Movimiento 26 de Julio, no subordinado a aquel e incluso rivales hasta cierto punto. Fue un producto de la escisión que tuvo lugar en las fuerzas todavía revolucionarias después del fallido golpe del 13 de marzo de 1957. Faure Chomón, su líder, terminó rindiendo aperos  ante Fidel Castro al aceptar el cargo de embajador cubano en Moscú en el mismo 1959.  

 

martes, 4 de diciembre de 2012

La Habana: un Mc Donald´s en “La pelota” de 23 y 12.



 
La Habana: un Mc Donald´s en “La pelota” de 23 y 12.
       Si el padre de Fidel Castro no hubiera aceptado ir a Cuba – última Guerra de Independencia (1895 – 1898) –  sustituyendo por una bolsa con cuatro pesetas al joven que a filas había sido llamado para engordar el famélico ejército español de ese momento, quizá ahora mismo estaría yo, pedestre como siempre he sido en mis gustos nutricionales, sentado en La Habana en el Mc Donald´s de 23 y 12. Porque, a no dudarlo, en “La pelota” de 23 y 12 habría un Mc Donald´s. Pero la historia todavía no lo quiere así. En fin, que al Ángel caído Castro se le ocurrió la pésima idea de aceptar el dinero sustitutivo de un hombre por otro, y tras una sucesión de fatales acontecimientos (incluir repercusiones del aleteo de una mariposa en las estribaciones del Everest), heme aquí sentado en foráneo Mc Donald´s hasta tanto se resuelva el asunto de “La pelota”.