Me gusta que no me gusta.
Mario Benedetti, un
uruguayo cuyo mérito en vida consistió en demostrar, con sus constantes
ataques, que la literatura posee un
poder de supervivencia descomunal, alguna vez escribió este coctel molotov: me gusta la
gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las
cosas…y por ahí. Parece que eso de referirse al tipo de gente que nos gusta es
asunto viral. Jack Kerouac, el líder evangélico de la Generación Beat y de aquellos
desaliñados beatniks que abrieron el paso al movimiento hippie y a la
revolución sexual, en su novela En el camino, escribió: (…) la única gente que
me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por
hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que
nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde…y por ahí, también. Aunque
el yanqui , en obra, parece más apegado a la dignidad literaria, creo que en algún
momento se dio la mano con Benedetti . Nadie es perfecto. No me apunto en el
bando de los vibradores ni de los que se carbonizan. Paso con ficha.