Terra nostra
Terra nostra es la historia
novelada del mosaico multicultural – por multiétnico – en que se había
convertido España en su alto Medioevo, es una historia de herejías
interminables dentro del cerco temporal que estableció la Contrarreforma en el siglo XVI, es la historia del El Escorial
y de su más enigmático inquilino, Felipe II de Austria, hijo de Carlos I de
España. Es la historia del amanecer del Renacimiento europeo y del comienzo de
una larga noche para la América hispana, marcada por la barbarie de la
conquista y la colonización que siguió a un manso descubrimiento. Una novela de
tono agrio que sin embargo termina con imprevisto acento redentor. Digo yo que
al escribirla, Carlos Fuentes sacaría del closet hasta la última chancleta de
su erudición; y sacaría, de paso, del paso, a los empelados de las bibliotecas
donde sus buenas artes como ratón de anaqueles revelaría. Y más que ambiciones,
temeridad fecunda y alardes de maestría al relatar fue lo que nos legó. La inclusión del Quijote y su escudero entre los personajes, y de algunos
pasajes de la obra maestra del más ilustre de los lisiados en varios entronques
temporales de la novela de Carlos Fuentes; lo mismo que la presencia del propio Miguel de
Cervantes como testigo de los hechos y en ocasiones, narrador, fueron un plus a
los asombros que antes de llegar ahí, ya provocaba la mucha pericia narrativa
del escritor. Los desaciertos (que nadie es perfecto) diríamos “ideológicos” de
algunos juicios, y ese rebumbio – casi al final de la obesa maraña – de
personajes reales y literarios de la América Latina del siglo XX, me atrevería también
yo a catalogar como un leve, pintoresco desliz que en nada empaña al monumento total,
a ese tótem de palabras que hará pronto cuarenta años nos entregó Carlos
Fuentes: Terra nostra.
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