viernes, 8 de junio de 2012

Réquiem por el progreso.


Réquiem por el progreso.
        
           En Costa Rica para aspirar a una imagen “decente”, a un perfil de atajo que te lleve a concretar un estatus inclusivo frente al quórum, es necesario ser blanco, católico y heterosexual. No lo digo yo, se lo soltó a boca de jarro un tico a la presidenta de esta República, allá en Alemania, mientras cumplía la mandataria itinerario de paseo presidencial. De las tres estacas que sostienen la tienda de campaña del paradigma social local, creo poder sostenerme de una sola porque cubano que no tiene de Congo algo le cuelga de Carabalí, y de católico tengo tanto como amistad tuvieron Catilina y Marco Tulio Cicerón. Mucha verdad llevaban las palabras de aquel que en germánica tierra gritería anti establishment  de la comarca formó. Costa Rica es el clásico emporio del conservadurismo más radical. Único estado confesional en toda América Latina. Una de las contadas con los dedos de una mano naciones de Occidente donde el aborto y la fertilización in vitro están prohibidos por draconiana y feudal ley. No es mucho lo que se puede hacer para trocar unos preceptos cuyas raíces se aferran y nutren en las circunvoluciones cerebrales de la muchedumbre. La mentalidad de grupo de esta nación está más cerca del manierismo festivo del rococó que del momento actual. Aquí en la capital, cualquier día ensamblan una hoguera en el Parque Central o en la Plaza de la Cultura para cobrar  “merecida” e inquisitorial cuenta a todo el que se atreva a vivir en el siglo XXI.

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