España-Brasil en el
Maracaná: la guerra del fin del mundo sigue siendo otra.
Menos mal que La guerra
del fin del mundo ya fue escrita y bien que quedó, porque este juego de futbol
España-Brasil por 4.1 millones de verdes dolores - y de paso la Copa
Confederaciones - que presagiaba nuevo maremágnum, acabose remix al estilo
Canudos y replanteo de los postulados del cristianismo, del amago y la chambelona
no pasó. La banda ibérica se presentó como un sólido equipo de oficinistas, ducho
en aligerar la burocrática tramitología que
en ocasiones dificulta la gestión de sus clientes de turno. Al menos por esta vez
el trabajo se agilizó de la siguiente manera: por favor firmen este documento, ese
otro y aquel, 3-0, gracias, cerramos esta oficina hasta el próximo partido. Sigue siendo aquel áspero nordeste brasileño de Los sertones (1902) de Euclides
da Cunha, el mejor referente que ha encontrado escritor alguno para escribir
algo que se parezca a una guerra del fin de los tiempos. Y Mario Vargas Llosa
sigue siendo campeón del mundo.
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