Para Don Jóse: mi último
adiós.
Un par de días antes de
irme a Cuba conversé con “Don Jóse”, Director, dueño del Cole donde trabajo,
pero además: hombre, amigo. Hablamos de todo un poco, nos deseamos un feliz
año. Un par de días después de mi regreso me entero de que ha muerto, un
infarto masivo lo doblegó. 50 años, toda la vida por delante. La muerte es
asunto vital, y asunto violento –aunque pacífica llegue – cuando quien muere es
alguien, digamos, cercano. Y consuelo tendrá, si es que dolor siente por el que
ha partido, aquel que en vidas no terrenales crea. Para mí, después de este no
hay más pueblo, por tanto: consuelo nunca habrá. Parafraseando a Benedetti (mal
poeta, buen ejemplo para lo que quiero decir) me gusta la gente que vibra. Don
Jóse era de esos. Tuve la suerte de conocerlo y aunque no pueda escucharme, no
puedo dejar que se marche sin despedirlo: hasta siempre Don Jóse, hombre, amigo.
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